Entrevista | Violeta Salama Cineasta

«Alegría es un homenaje a Melilla, que es un lugar muy desconocido»

La directora granadina afincada en Málaga ha preestrenado en el Cine Albéniz su opera prima, Alegría, una carta de amor a Melilla y una reflexión luminosa y sosegada sobre el poder que ejercen las creencias religiosas y espirituales en lo femenino

La realizadora, en el Cine Albéniz.

La realizadora, en el Cine Albéniz. / ÁLEX ZEA

Eduardo Parra

La directora grandina Violeta Salama retrata la convivencia de las tres culturas a partir de los momentos íntimos y cotidianos, marcados por rituales y tradiciones, de un grupo variopinto de mujeres. La autora presentó su opera prima, Alegría, en el Cine Albéniz.

La elección de un punto de vista femenino para hablar de problemas fronterizos, culturales y religiosos, ¿cuándo nace?

Desde el principio porque hay algo en Alegría que me interesaba más que otras cosas y era entender a este abanico de mujeres, todas distintas, en su intimidad. Es solo en esos momentos donde te sientes capaz de compartir con personas lo que sientes.

Melilla es un personaje más del filme, y no precisamente secundario.

Es un homenaje a la ciudad. Es otra de esas cosas que tenía claro desde el principio. Me gustó mucho Caramel, de Nadine Labaki, la historia de una ciudad donde conviven diferentes culturas y quise hacer algo similar, sobre todo porque es un lugar muy desconocido.

Llama la atención el tono de la película, que podría haber sido más duro, por su temática y sus personajes, pero que es propia de una feelgood movie.

Sí, claro, pero es que yo quería este final para Alegría. Hubo una fase del proyecto en que los productores sugirieron dar un giro al final de la historia con la buena intención, todo hay que decirlo, de poder llegar a más sitios con un recorrido claramente diferente. Pero es que yo desde que empecé a trabajar en esta historia sentía que debía dejar un final esperanzador y feliz. No quiere decir que todas mis películas sean así pero en mi primera película sí quería hacer ese homenaje a un tipo de películas que me hizo que me enamorara del cine. La idea de contar una historia feliz encuadrada en un mundo nuevo que está relativamente cerca, justo ahí al lado, desconocido para la mayoría.

Ayuda el reparto de actrices, muchas de ellas poco conocidas.

Para que la historia funcionara yo quería a un grupo de mujeres que fueran desconocidas. Quería rostros nuevos porque los personajes eran nuevos. Tuvimos la suerte de contar con María Rodrigo, directora de casting, que hizo una preselección de actrices, sin apenas hacer pruebas, llegando a estas actrices prácticamente a dedo y así fueron incorporándose al proyecto. Por cierto, reescribimos parte de la película después de encontrar a algunas intérpretes.

La religión es un aspecto fundamental en la película, retratada a partir de la cotidianidad, a veces entorpeciendo los deseos, en otras ocasiones apoyándolas.

No vemos a nadie rezar en Alegría. El rezo es algo íntimo, así lo creo, y así está reflejado en la película. Después está la parte compartida de la religión, la cena, los rituales, que es la que me parece más interesante. La idea era siempre alejarnos de convertir la fe en una bandera, porque teníamos el peligro de distanciar a los personajes entre sí.

¿Cómo serán las películas de Violeta Salama a partir de ahora?

Ahora estoy trabajando con Lola Mascarell que ha escrito una novela magnífica, Nosotras ya no estaremos, de la que acabo de adquirir los derechos. Me gusta mucho su forma de escribir, ella es poeta y tiene una manera muy particular de hablar sobre la infancia. Me apetece una historia que no es mía llevarla a mi mundo. Compartimos edad y distintas experiencias. Y me apetece muchísimo unir nuestros mundos.