Serie documental

«El raphaelismo es una religión para mucha gente»

El alicantino Charlie Arnaiz codirige la serie documental sobre el cantante de Linares que ha estrenado Movistar. «La escuela de Raphael nace y muere con él, es el ejemplo del artista completo»

Raphael conversa con Charlie Arnaiz durante el rodaje de la serie documental ‘Raphaelismo’.

Raphael conversa con Charlie Arnaiz durante el rodaje de la serie documental ‘Raphaelismo’. / Movistar+

África Prado

Con el reto de vencer la máxima de Raphael -«para atrás, ni para coger impulso»- y con una ligera ventaja -«no tengo que inventarme ninguna película porque mi vida lo es», asegura el artista- han armado Raphaelismo Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, directores de la serie documental que ofrece un retrato íntimo y sosegado de los 60 años sobre el escenario del cantante de Linares, que acaba de estrenar Movistar. El título da idea del fenómeno que contiene, ya que, como indica Arnaiz, «el raphaelismo es una religión para mucha gente».

Arnaiz y Ortega, nominados al Goya en 2021 con el documental sobre Francisco Umbral Anatomía de un dandy, han vuelto a fijar su cámara en uno de los artistas más internacionales que ha dado el país, poseedor de un disco de Uranio por sus más de 50 millones de copias vendidas y nombre fundamental en la historia de la música.

Aprovechando el parón musical provocado por la pandemia, los directores han trabajado durante once meses con el artista en un proyecto de archivos visuales y sonoros «ingentes» que el espectador verá sintetizado en cuatro episodios de una hora para celebrar las seis décadas de carrera del artista. El mismo artista que anteriormente había rechazado propuestas audiovisuales similares, «pero vio Anatomía de un dandy y creo que fue lo que terminó de convencerle», apunta Arnaiz, que aclara que Raphael «no es nada nostálgico, no le gusta mirar atrás, ni recordar y siempre piensa en el mañana, pero creo que vio que era el momento. Tiene 78 años y se merece que las nuevas generaciones conozcan su historia».

Si con Umbral diseccionaron al escritor olvidado, con Raphael, agrega, «hemos hecho la anatomía del artista, de una forma de ser artista que ya está en extinción de alguna manera porque con él comienza la industria de la música y hoy él sigue llenando estadios, haciendo giras, conectando con la generación de Spotify. Ha vivido la transformación completa de la industria de la música. Sólo él, con su carrera, puede hacer un disco de base electrónica con el productor Lucas Vidal, que es nieto de la primera persona con la que Raphael firmó su primer contrato discográfico».

Arnaiz agradece la confianza del artista en este «viaje impresionante» por su vida en el que el protagonista habla de todo «sin pelos en la lengua y sin poner ninguna línea roja. Entendió perfectamente lo que buscábamos, que era encontrar vestigios de Rafael Martos bajo la ph».

En el documental participan también unas cuarenta voces más, entre familia y amigos y personas del entorno musical y periodístico, con las que se conforma la imagen del mito en vida.

Una imagen que Arnaiz, nacido en 1975, tenía de él «como la de cualquiera: de verlo por la tele, de sus canciones, sus imitaciones... Pero cuando le conoces y accedes a su círculo más íntimo te das cuenta de que es un fuera de serie. El éxito de Raphael es su dedicación, su obsesión por el trabajo y ese deber que siente hacia su público. Es curioso que no tiene ningún Grammy porque creo que le gusta más estar en los escenarios que en los despachos, que solo tiene una deuda con su público y solo le ha importado eso».

Acercar esa figura ampliada a las nuevas generaciones que también le siguen es uno de los objetivos de la serie, «porque si no conoces toda la épica del personaje no sabes que ha cantado con Elton John, que ha estado con Frank Sinatra, con Sammy Davis Jr., con Liza Minnelli. No te imaginas que ha cantado en el Carnegie Hall o que la gente le perseguía en Chile como a los Beatles. Y es importante que en un país tan cainita como el nuestro se haga justicia con un personaje único» que sigue en activo y que, tras su trasplante de hígado, renació en forma «de «apoteosis».

Esa personalidad de artista, que no de cantante, hace que haya llevado una carrera insólita y lleva al director a considerar que «la escuela de Raphael nace y muere con él; por muchos imitadores que tenga, nadie hace lo que él en un escenario y es el ejemplo del artista completo».

«Ha cambiado nuestras vidas»

El director, que confiesa que al empezar el proyecto no tenía ningún disco de Raphael y ahora conoce al dedillo todas sus canciones y reconoce que «ha cambiado nuestras vidas», entiende hoy el término que da título al documental: «Raphaelismo es una palabra que me viene muy grande porque sé que es una religión para mucha gente y decir que yo soy raphaelista sería hacer de menos a la gente que lo es. Sí que entiendo por qué Raphael es una verdadera religión y por qué trasciende al propio artista».

Charlie Arnaiz se queda con dos momentos inéditos del documental: uno que aparece en el primer capítulo, el audio del concierto que dio en el Teatro de la Zarzuela en 1965, «que sentó precedente por tener él solo a la gente sentada escuchándole dos horas y media, y fue muy emocionante escucharlo por primera vez con él», y el reencuentro de Raphael con el compositor Manuel Alejandro, cuando ambos cantaron Yo soy aquel al piano. «Fue un momento mágico para la historia», asegura el director.