Opinión
¿Un Museo Ruso ahora en Málaga?
Reflexión en torno al futuro inmediato de la pinacoteca de Tabacalera tras la invasión de Ucrania
El azar ha querido que en el momento en que Vladimir Putin ordenara la invasión de Ucrania muy lejos de allí, en Málaga, Andalucía, España, el Museo Ruso tuviera en sus paredes colgadas las obras de la exposición 'Guerra y paz en el arte ruso'. "La Gran Guerra Patria y sus consecuencias siguen vivas en el recuerdo de la sociedad rusa, y así se refleja en las obras Gueli Kórzhev, Borís Ugárov o Andréi Mílnikov, con el objetivo de reflexionar sobre lo acontecido y evitar que se vuelva a repetir", se lee en la información de la pinacoteca sobre la muestra. Pero se ha repetido.
A pesar de su solvencia, de sus impresionantes exposiciones, pantagruélicos festines atiborrados de suculentas piezas, y de que su emplazamiento, en el popular barrio de Huelin, había aliviado la tradicional pobreza de iniciativas culturales en la Zona Oeste, los recientes acontecimientos nos obligan a formularnos preguntas sobre la existencia entre nosotros de una colección artística como la de San Petersburgo.
1. Las piezas que se exponen en el Museo Ruso no provienen de coleccionistas privados; se trata de una colección estatal, es decir, son propiedad del país que en estos momentos lidera Putin. El Ayuntamiento de Málaga abona cada año un canon por el uso de sus obras al Museo de San Petersburgo, una cantidad que ronda los 400.000 euros por temporada. Este pago, en un momento como éste, deja a Málaga en una posición incómoda: ¿abonar tal cantidad a un país que está siendo desahuciado internacionalmente por sus recientes políticas belicistas? ¿Colaborar con un país cuyo máximo responsable está recurriendo a la amenaza nuclear para cumplir sus planes expansionistas?
2. Luego está el cómo. Antes de la vía estrictamente militar, la UE ha ordenado acorralar a Rusia a través de sanciones y decisiones económicas, desde la expulsión de sus bancos del sistema Swift hasta el cierre del espacio aéreo para las aerolínas del país. La asfixia, más temprano que tarde, llegará al Museo Ruso. Porque, por ejemplo, ¿cómo abonar al museo matriz el canon si las entidades bancarias han sido aisladas?
3. El conflicto va para largo, no se solucionará la próxima semana: la invasión de Ucrania busca tensionar los ejes mundiales de decisión y poder y Putin es un fajador infatigable. La cuestión va a traer más problemas que alegrías al Ayuntamiento conducido por Francisco de la Torre. Al que, por cierto, ya se le está recordando la foto en la que Putin le puso una condecoración en la solapa por su colaboración con Rusia por la apertura de la pinacoteca situada en la Tabacalera.
4. ¿Cómo explicarle a la gente que el arte está por encima de todo, que Malévich es un genio y que es un privilegio contar con sus obras entre nosotros en unos momentos tan difíciles como éstos, en pleno conflicto bélico, cuando vemos a familias enteras, con bebés, tirados en estacios de metro o al raso? Un paseo por las redes sociales nos trae cosas como ésta: "El Museo Ruso sigue sin condenar la invasión de su loco tirano y la amenaza nuclear a otros varios países. Si siguen sin condenar este ataque, es que no son dignos de abrir un museo en un país democrático. El ayuntamiento debería cerrarlo".
Quizás los días del Museo Ruso de Málaga estén contados. Qué pena.
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