Entrevista

The Divine Comedy: “Tuve celos de Blur y Pulp, y quise lo mismo que ellos”

El refinado vehículo pop del cantante y compositor norirlandés Neil Hannon celebra tres décadas de trayectoria con ‘Charmed life’, una antología de sus logros abierta a material inédito

Neil Hannon, de nombre artístico The Divine Comedy.

Neil Hannon, de nombre artístico The Divine Comedy.

Jordi Bianciotto

Después del cofre ‘Venus, cupid, folly and time’ (2020), ha publicado ‘Charmed life’, ¿siguen los fastos del 30º aniversario de The Divine Comedy?

Íbamos a hacerlo para el 20º aniversario, pero lo dejamos pasar y llegó el 30º, coincidiendo con esta horrible pandemia. El ‘box set’ era para los ‘completistas’, y esta antología es para quien alguna vez haya pensado “oh, me gusta esta canción, ¿de quién es?”.

Hay un tema nuevo, ‘Best mistakes’, donde se presenta como “un poeta, un predicador, un loco y un libertino’, y asegura no arrepentirse de nada.

Hacía muchos años que tenía el borrador de ese tema, y cuando pensé en hacer una canción nueva para el ‘best of’, me pareció que esta lo tenía todo. Encajó con esta fiesta de la nostalgia que representa el disco.

No he cambiado la historia de la música, y me he dado cuenta de que esa no es una ambición que valga la pena tener

Ante un aniversario de este calibre, ¿piensa en su contribución a la historia del pop?

Recuerdo cuando, siendo un jovencito egocéntrico y ambicioso, me senté a hablar con la que sería mi mánager, Natalie de Pace, y le dije: “Quiero cambiar la historia de la música”. Ella se río, muy cabalmente. No he cambiado la historia de la música, y me he dado cuenta de que esa no es una ambición que valga la pena tener. No significa nada. Es puro ego. La historia de la música se ocupa de sí misma.

En la escena británica de los 80 y primeros 90 estaban The Cure, The Smiths, New Order…, pero las influencias de los primeros álbumes de The Divine Comedy parecían venir de más atrás. ¿Se sentía inadaptado?

Pasé por varias etapas. Una de las cosas buenas de vivir en Irlanda del Norte era tener el impacto de la enorme cultura británica, pero también las influencias irlandesas. Cuando era un crío, era una esponja y absorbí todo lo que salía en ‘Top of the pops’ y en Radio 1. El pop de Elvis Costello, The Human League, The Jam, The Police… Luego, Peter Gabriel, Kate Bush, y me convertí en un gran fan de U2 y de bandas ‘indie’ como REM, My Bloody Valentine, Ride, Pixies, The Smiths… Pero mi mundo cambió cuando descubrí la antología de Scott Walker (‘No regrets’, 1992). Me abrí a otra música: las bandas sonoras de Michael Nyman, los musicales de un Cole Porter… ¡Todo eso se mezcló y aquí estoy! Pero conservo todavía algo de la actitud ‘indie’: esa renuncia a hacer música para las masas.

Adoro ser irlandés, no quiero ser inglés, y no lo soy, pero básicamente crecí con la cultura británica, y la adoro

Hablaba de crecer en Irlanda del norte, siendo a la vez británico e irlandés. ¿Diría que tiene un sentimiento de doble pertenencia?

Exactamente eso explica la esquizofrenia de mi identidad cultural: soy un poco un ‘freak’ genético. En mi bagaje familiar hay un componente anglo-irlandés y otro que procede de Limerick. La política irlandesa daría para estar hablando dos semanas seguidas, pero la paradoja es que adoro ser irlandés, que no quiero ser inglés, y no lo soy, pero que básicamente crecí con la cultura británica, y la adoro.

‘Liberation’ (1993) y ‘Promenade’ (1994) pueden representar las esencias bautismales del pop de The Divine Comedy. ¿Por qué la antología solo incluye una canción de esos álbumes, ‘Tonight we fly’?

Esos dos discos son vitales y seguramente no puedes entender mi música sin conocerlos, pero este ‘best of’ está más orientado hacia los ‘singles’, y no publicamos uno hasta ‘Something for the weekend’, de ‘Casanova’ (1996). Aun así, dejé algunos sencillos fuera para que entraran otros temas muy queridos, como ‘Our mutual friend’, ‘Songs of love’, ‘Sunrise’…

La época de ‘Casanova’ fue la de la explosión del Brit-pop. ¿Un accidente?

Fue importante, porque me facilitó el favor del público. Vi hacia dónde soplaba el viento. Tuve celos del éxito que estaban consiguiendo Blur y Pulp. Quería conseguir lo mismo que ellos, y funcionó. A partir de ahí siempre he hecho lo que me ha apetecido.

Ha mencionado a Kate Bush, y en sus discos hay ese ánimo de crear un mundo propio, más allá de las tendencias.

Ella ha hecho álbumes increíbles que son mitad pop, mitad rarezas místico-milagrosas. Diría que yo estoy a medio camino entre esos polos: no creo que lo mío sea totalmente oscuro ni experimental; soy una criatura pop, pero me gusta que ese pop sea un poco extraño.

Tengo una relación de amor y odio con Eurovisión, que en los últimos 20 años es más de odio

Entre los ‘bonus tracks’ esta ese chocante ‘Te amo España’, que hizo para esa parodia eurovisiva llamada Isolation Song Contest.

¡Lo siento! Eligieron España por mí, y yo me limité a decir “ah, de acuerdo, puedo hacerlo”.

¿Le ha interesado alguna vez Eurovisión?

Tengo una relación de amor y odio, que en los últimos 20 años es más de odio. Me gustaba más el festival de antes, más chic y con aquellos vestidos florales. Tengo favoritos como ‘Puppet on a string’, de Sandie Shaw, y ‘Poupée de cire, poupée de son’, de France Gall, que escribió Serge Gainsbourg: adapté ese ritmo trepidante en ‘Something for the weekend’.

Después de estas antologías, ¿hacia dónde va como compositor?

¡Lo ignoro! Una parte de mí quiere ser lo más suave y ‘easy listening’ posible, como contraste con el estado del mundo. Por ahora, solo puedo decir que el disco de ‘bonus tracks’ lo hice en parte para librarme de todas las canciones que tenía en la recámara y asegurarme de que lo próximo será borrón y cuenta nueva.

Suscríbete para seguir leyendo