Literatura

Las muchas vidas en una del hacedor de la Generación del 27

Se trata de "un retrato personal» del hombre siempre en la sombra, en la segunda línea de las fotos de Lorca y otros poetas más renombrados, pero tan trascendental como ellos

Una imagen de «Rafael Prados, Cazador de nubes», incorporado por el actor Rafael Castillo-Romero.

Una imagen de «Rafael Prados, Cazador de nubes», incorporado por el actor Rafael Castillo-Romero. / MLK

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Emilio Prados Such (Málaga, 1899-Ciudad de México, 1962) fue muchos pero uno solo, en palabras de María Jesús Pérez Ortiz: el jubiloso andaluz de la revista Litoral, el ardoroso combatiente, el poeta comprometido, interesado por el surrealismo bretoniano en lo que tiene de compromiso social y político y el poeta del exilio que, en México, oyera la voz de Dios. Fue también el componente más secreto de la Generación del 27, pese a ser uno de sus grandes impulsores y difusores a través de su revista, Litoral, y la Imprenta Sur, continúa siendo más nombrado que conocido. Para que no siga siendo así, el director Jorge Peña y el productor José Antonio Hergueta se han aliado para levantar el largometraje documental Emilio Prados, el cazador de nubes, un repaso a una vida que fueron muchas vidas con el que celebrar el 60 aniversario de la muerte del malagueño (el 24 de abril). Se estrenará el próximo martes en el Cine Albéniz.

«Cuando la Junta de Andalucía le declaró Autor del Año quedó claro que era el momento de contar su historia, que es en el fondo la del hacedor de la Generación, el hombre en la sombra que nunca se dio mucha importancia, que fue mutando en muchas voces poéticas distintas, más las que quemó y destruyó», cuenta Hergueta.

La película supone un «retrato personal»; de hecho, por ejemplo, empieza por el final: desde su habitación de la que en sus últimos días, «como San Juan de la Cruz», apenas salía, el malagueño (incorporado por el actor Rafael Castillo-Romero), revisita diferentes etapas y momentos definitorios de su vida, como sus andanzas por la calle Larios, donde la familia Prados vivía; el Museo Picasso Málaga, que era entonces una fábrica de muebles, su negocio familiar, las playas del Palo, donde enseñaba a leer a los hijos de pescadores, o los Montes de Málaga, donde Prados conectó con la naturaleza en su primera juventud, o lee la intensa correspondencia que mantuvo con la pensadora veleña María Zambrano.

El poeta Emilio Prados. | LA OPINIÓN

El poeta Emilio Prados. / víctor a gómez. málaga

Fue ese Emilio Prados de sus postrimerías, el ermitaño, el que más fascinó a Hergueta y Peña: «Son muchas vidas en una sola, quizás él no se aguantó a sí mismo o cambió. Sí hemos descubierto algo muy interesante a través de su sobrina nieta Paloma, la hija de su hermano psiquiatra, que dirigió San José y que introdujo el psicoanálisis en España; según ella, la salida particularmente por la frontera de Los Pirineos para huir de la Guerra Civil le dejó tocado, tanto que no volvió jamás a España, a pesar de las invitaciones de numerosos amigos. Ese impacto quizás fue lo que más me ha impresionado al indagar en la vida de Prados; eso y el hecho de que en ninguna de las muchas vidas que vivió pareció encajar del todo», asegura el productor del largometraje.

Además de la citada Paloma Araoz Prados y otro sobrino nieto del poeta, el actual director de Litoral, Lorenzo Saval, los responsables de Emilio Prados, cazador de nubes han contado con los testimonios y asesoramiento de varios expertos como Francisco Chica, Antonio Carreira y Patricio Hernández. La película se beneficia del respaldo financiero de la Agencia Andaluza de instituciones Culturales, la Diputación Provincial de Málaga y la Fundación Málaga, además de la participación de Canal Sur Televisión, que lo emitirá también en este mes de abril. Se estrenará la semana próxima además de en el Albéniz en un lugar icónico, quizás el mayor de todos, de la Generación del 27: la Residencia de Estudiantes de Madrid.

Y avanza José Antonio Hergueta que MLK está trabajando en una serie de retratos de otros componentes del 27 que quedaron opacados como el propio Emilio Prados, «personajes aparentemente secundarios pero, en realidad, extraordinarios».