Arte

Paula Rego: Una feminista en el templo del minotauro

El Museo Picasso Málaga repasa las seis décadas de trayectoria de Paula Rego, una autora lisboeta que, desde la pasión y el activismo, ha conseguido subvertir la imagen de la mujer en el imaginario del arte contemporáneo

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Que un museo dedicado a la vida y la obra de un creador, Pablo Picasso, siempre ensombrecido por sus controvertidas actitudes y comportamientos hacia las mujeres de su vida, invite a una creadora marcada por el feminismo en su vida y obra resulta de lo más revelador. Tampoco es habitual que el Palacio de Buenavista dedique una completa retrospectiva a un autor vivo, aún habitante de su taller, pero es que el arte y la figura de Paula Rego (1935) no son nada usuales. La pinacoteca dedica una completo repaso a sus más de seis décadas frente al lienzo, en las que ha conseguido, desde la pasión y el activismo, desde lo autobiográfico y lo estrictamente individual pero también el compromiso con la sociedad, subvertir la imagen de la mujer en el arte contemporáneo e indagar en su subconsciente, sus heridas y sus miedos.

Comisariada por Elena Crippa y organizada por la Tate Britain en colaboración con Kunstmuseum Den Haag y el Museo Picasso, la retrospectiva propone una visión panorámica del fecundo corpus artístico de la lisboeta a partir de ochenta obras, entre collages, pinturas, pasteles de gran formato, dibujos y aguafuertes; se fechan desde los sesenta (etapa en la que se opuso fieramente a la dictadura lusa) hasta la década de los 2000, con paradas especiales en sus investigaciones en la extrañeza y la crueldad de las canciones infantiles tradicionales de Gran Bretaña y sus reivindicaciones de la emancipación femenina. Porque hablamos de expresiones de una visión crítica con el trato heteropatriarcal hacia la mujer y de explícita rebeldía frente a los vínculos de dominio y dependencia. Como sentenció una vez la portuguesa: «Las mujeres han tenido las cosas difíciles en todas partes: a los hombres les pagaban más y las mujeres se quedaban embarazadas. Solo quiero defender a las mujeres y contar las cosas cómo son». 

Las mujeres de Rego son como su creadora: de estudiada ambigüedad, disidentes, rechazan la belleza canónica y los arquetipos de objeto fotogénico, del cuerpo juvenil, la madre procreadora o la esposa solícita. Y son, sobre todo, seres con sus miedos, angustias, fortalezas, emociones. Porque el arte de Rego no es el de la denuncia a secas, explícita pero plana; aquí hay, secretos e historias, parafraseando el documental sobre ella elaborado por su propio hijo, el director Nick Willing. «Mi madre, cuando era una niña, sufría depresión; tenía miedo a todo: a salir, a hacer amigos, a la gente... Todo lo hacía en sus cuadros, en ellos era la mujer más valiente del mundo. Yasí ha seguido haciéndolo durante toda su vida», expresó el propio Willing, quien excusó la ausencia de la artista por una reciente operación de rodilla de la que se ha recuperado satisfactoriamente. 

Mujeres

Tras las muestras dedicadas a, entre otras, Sophie Taeuber-Arp, Hilma Af Klint y Meret Oppenheim, el Museo Picasso Málaga vuelve a otorgar el sitio que merece a una mujer que lo ha tenido muy difícil para moverse en un ámbito, el artístico, aún dominado por los hombres. La de Paula Rego es una exposición largamente acariciada por los responsables de la pinacoteca; en especial, por su propio director, José Lebrero: «Si existe misterio en el arte, Paula Rego es una maga, especialmente por su capacidad de crear fantasías que transforman al espectador».

Y es que, a pesar de sufrir los rigores del machismo (sus padres la enviaron a los 16 años a estudiar en Londres porque consideraban que Portugan, en aquellos años 40, no era país para el desarrollo de una mujer), usó su sexo para su propio beneficio: «Tengo suerte de ser mujer porque, como artista, puedo decir cosas que no se han dicho hasta ahora», es una de sus frases que definen su modus operandi. Eso sí, hasta el pasado 2021 no consiguió que le atendieran como es debido en las grandes instituciones y galerías que marcan los cánones del arte contemporáneo:la muestra recién inaugurada en el Picasso se estrenó el año pasado en la Tate Britain, un acontecimiento «que hizo especialmente feliz», según Willing, a la creadora. Ytuvo el efecto deseado: el año que viene, adelantó el hijo, más de 28 museos del mundo tendrán obras de Rego y se preparán retrospectivas en Turquía y Alemania.

Poe, Genet, Hoyce Carol Oates, Earnst, Zurbarán, Disney, los cuentos de hadas, Lucien Freud, la música popular y muchas más referentes informan el amplio y complejo mundo de Paula Rego, la mujer callada que cenaba junto a prebostes del arte como Francis Beacon pero siempre en silencio, tal y como recordó ayer Nick Willing: «Ella prefería pintar y pintar y pintar. Y honestamente creó que superó a bastantes de sus amigos».

Rego coincidió con Pablo Picasso, su anfitrión en Málaga, en el que el arte, como dijo el malagueño, «es una mentira para hacernos comprender mejor la verdad». La lusa, una auténtica devoradora de historias, se empeñó en usar los relatos, desde una obra de Martin McDonaugh hasta un cuento de hadas, para «resolver asuntos pendientes» de sí misma, de su vida. «Lo más importante que me ha enseñado mi madre es que si quieres hacer algo que conecte con todo el mundo, debe ser algo muy personal e íntimo», confesó su hijo. Aquí, en el Museo Picasso Málaga, se despliegan seis décadas de secretos e historias. 

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