Eurovisión

Kalush Orchestra: de la guerra a favoritos en Eurovisión

El grupo ucraniano fue elegido menos de dos semanas antes del inicio de la invasión rusa. Pese a los obstáculos, es el gran gran candidato al triunfo en el festival con su himno rap-folk 'Stefania', la canción está dedicada a la madre de Psiuk, pero se ha acabado convirtiendo para el pueblo ucraniano en himno de resistencia y esperanza, una especie oda a la Ucrania madre, a la nostalgia de lo mucho perdido tras la lluvia de bombas

La banda ucraniana

La banda ucraniana / Reuters

Julián García

Doce días antes del inicio de la invasión rusa, la Compañía Nacional de Radiodifusión Pública de Ucrania celebraba en Kiev la sexta edición del Vidbir 2022, gala destinada a elegir al representante del país en Eurovisión. Se armó, sin embargo, la marimorena porque, al estilo de nuestro Benidorm Fest, la audiencia eligió masivamente a Kalush Orchestra a través del televoto, pero el jurado profesional prefirió a Alina Pash. Hasta los propios miembros de Kalush Orchestra acusaron a la televisión de tongazo en la votación. En medio de la indignación general, la joven rapera fue acusada de prorrusa después de haber cruzado sin permiso la frontera de la ocupada Crimea para acudir a una boda en 2015 y, presionada, acabó renunciando a participar en el festival. A la organización no le quedó más remedio que invitar como sustitutos a Kalush Orchestra, los favoritos del público. Hoy, tres meses después de aquel episodio, su poderoso himno rapfolk Stefania es, también, el favorito de los eurofans, pues acapara desde hace semanas la primera posición en las casas de apuestas.

«Siempre volveré a ti por caminos destruidos/ Ella me dejará dormir, ella me dejará dormir, en fuertes tormentas/ Levantará dos puños como balas, tal como hacía la abuela», rapea Oleh Psiuk, líder de Kalush Orchestra, en 'Stefania'. Agitada mezcla de folk, hip-hop y electrónica, dotada de un infeccioso riff de flauta, la canción está dedicada a la madre de Psiuk, pero se ha acabado convirtiendo para el pueblo ucraniano en himno de resistencia y esperanza, una especie oda a la Ucrania madre, a la nostalgia de lo mucho perdido tras la lluvia de bombas. «No importa en qué circunstancias vayamos a Eurovisión, intentaremos ser útiles para Ucrania», declaró Psiuk a mediados de marzo en una entrevista a la agencia Reuters. En efecto, y como es natural, las circunstancias han sido muy difíciles para el sexteto ucraniano, que hasta hace poco más de un mes no tuvo la certeza de que podría subir al escenario del Pala Alpitour de Turín para disputar esta noche la primera semifinal del festival.

En las primeras semanas del conflicto, Psiuk dejó la música aparcada y se unió a un grupo de voluntarios en Lviv para suministrar medicinas y otras ayudas a las personas que intentaban huir de la guerra. «No puedo disfrutar de Eurovisión: estoy preocupado por mis seres queridos. Mi novia está escondida en un búnker preparando cócteles molotov a 300 kilómetros de aquí», relataba en esa misma entrevista a Reuters. El grupo, disgregado y con la cabeza puesta en otra parte, debía ensayar a distancia a través de internet. Pero el Gobierno ucraniano, consciente de la importancia propagandística de la participación de Kalusch Orchestra en Eurovisión, les acabó concediendo un permiso especial para poder salir del país, realizar una pequeña gira por Europa (incluida Madrid) e Israel (donde grabaron su postal de presentación para el festival) para recaudar fondos y, finalmente,actuar en Eurovisión. «Ahora tenemos una oportunidad extraordinaria de que los europeos descubran nuestra cultura más de cerca. ¡Podemos declarar oficialmente que Kalush Orchestra va a Turín!», exclamaban emocionados a través de su cuenta de Instagram el 2 de abril, durante la primera reunión del grupo, en Lviv, tras el inicio del conflicto.

Kalush Orchestra es, en realidad, el grupo paralelo de Oleh Psiuk, rapero de 28 años nacido en la localidad de (precisamente) Kalush, situada en la región de Ivano-Frankivsk, al sudeste del país, a unos 600 kilómetros de Kiev. La banda madre se llama, también, Kalush y fue formada en 2019 por Psiuk junto al multiinstrumentista Igor Didenchuk y el disc jockey MC Kilimmen. Después del lanzamiento de su segundo videoclip, Ty gonysh, en noviembre de 2019, les llegó la gran noticia: Kalush fichaba por legendario sello estadounidense de hip-hop Def Jam Recordings, ese donde grabaron su primer disco de unos tal Beastie Boys y Public Enemy. En febrero de 2021, Kalush lanzó su disco de debut, 'Hotin', y casi al mismo tiempo decidió poner en marcha el proyecto de Kalush Orchestra, en el que el rap se entrecruzaba con el folclore y la música tradicional ucraniana. Era un momento en que, con la invasión rusa a las puertas, se hacía más necesaria que nunca la reivindicación de la raíz y la cultura propias.

Tercera posible victoria

Durante las últimas semanas, la canción Stefania se ha propulsado a la condición de favorita número uno para ganar el festival, por delante de otras candidatas que, en circunstancias diferentes, se deberían repartir ya el pastel por adelantado: Italia, Reino Unido y Suecia. Es posible que el voto del jurado profesional de cada uno de los países se incline por premiar las canciones de mayor calado, en este caso las elevadas 'Brividi' de Mahmood & Blanco, 'Space man' de Sam Ryder y 'Hold me closer' de Cornelia Jakobs.

Pero todo hace pensar que el voto telemático de la audiencia, llevado por la emoción y la fuerza simbólica del momento, acabará elevando sin demérito a 'Stefania' a lo más alto. Sería, en este caso, la tercera victoria de Ucrania (¡la tercera!) en solo 19 participaciones desde 2003: ya lo consiguieron Ruslana en 2004 con 'Wild dances' y 'Jamala' en 2016 con 1994, pieza que originó ya entonces una encendida controversia con el Gobierno ruso al hacer referencia en el título al año de la deportación masiva de tártatos de Crimea bajo el régimen estalinista. Las normas de Eurovisión prohíben las canciones con contenido político y desde Rusia se acusó a Ucrania de utilizar la canción para «ofender» a su país. La UER aceptó la composición al entender que no había mensaje político entre sus líneas, pero la tensa agitación ya estaba ahí. 

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