Festival Brisa

La Malagueta acoge el triunfal cumpleaños de Danza Invisible

Javier Ojeda y los suyos electrizaron el Brisa Festival para celebrarl sus 40 años de música y amistad - Miles de fans abarrotaron plaza de toros para acompañar a la banda emblema de la Costa del Sol

Ana Barranco

No hay mejor forma de definir cómo está la plaza de toros de Málaga para recibir al grupo que homenajea este año el Festival Brisa que con una expresión tan malagueña como "petao". Las miradas inquietas de los asistentes recuerdan a una época en la que ir a conciertos de Mecano en este mismo recinto era lo más habitual. Entre el murmullo de las voces se distingue una femenina que pronuncia: "Los que estamos aquí somos los fans fans de toda la vida". 

Pasan solo unos minutos cuando Javier Ojeda, el vocalista, hace su esperada aparición y desata al público desde el comienzo del que será un viaje musical de casi 2 horas y media a la década de los 90. 

La electricidad de Ojeda se transmite en una sensación que recuerda a escuchar tu canción favorita en la radio mientras conduces, pero con la posibilidad añadida de salir vibrando. Su manera de bailar y el sonido que reverbera en los altavoces hace pensar que es imposible que ya hayan pasado 40 años desde que Danza Invisible comenzara a hacer sus pinitos en el bar El Capote de Torremolinos.

Suena la canción que dice "Vivo o muerto" y la cuestión parece no ser esa, si no la viveza del cantante que desata al público a cada canción a evocar los años de la Movida. Y qué bonito que sea un público tan entregado y sin pretensión alguna de grabar constantemente lo que ocurre en el escenario. Al contrario, es la reivindicación de un estilo musical que no tiene corsé al bailar. 

Ojeda regala a los asistentes una cálida sorpresa al bajar a la pista y abrazarse con los más fanáticos mientras canta 'Por ahí se va el amor'. 

La parte más reivindicativa de la movida madrileña tampoco falta en este escenario, pues el grupo hace un alegato a la inmigración como antesala de su tema 'Negros de cualquier color'. 

Los temas más míticos de Ojeda y su banda se hacen esperar hasta el final del encuentro pero son momentazos. 'Sabor de amor' sigue teniendo ese efecto romántico al trascurso de sus acordes y "A este lado de la carretera" despierta el movimiento nervioso de todas las partes del cuerpo en la pista y en las gradas de la plaza de toros, que una vez que todo acaba, sigue vibrando al ritmo de los torremolinenses más internacionales.

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