Baile

Rocío Molina baila el deseo en su estreno en la Bienal de Venecia

La innovadora bailaora, que recogió hace unos días el premio de la prestigiosa cita artística, se alió con el heterodoxo cantaor Niño de Elche para Carnación, una rompedora pieza indagatoria

Niño de Elche y Rocío Molina, en una imagen promocional de «Carnación». | SIMONE FRATINI

Niño de Elche y Rocío Molina, en una imagen promocional de «Carnación». | SIMONE FRATINI / CRISTINA MARTÍNEZ. MÁLAGA

Cristina Martínez

El deseo como eje central, en la creación artística y en su forma más carnal. Y también el flamenco. O la particular forma de concebirlo y ejecutarlo de Rocío Molina y Niño de Elche, que canta lo que ella baila.

De ahí surge Carnación, un espectáculo que parte de la malagueña Premio Nacional de Danza (2010) y que quiso compartir con el ilicitano Francisco Contreras. Un tándem que llegó ayer a la Bienal de Danza de Venecia -que ha otorgado su León de Plata a la bailaora-, que acogió el estreno mundial de esta heterodoxa propuesta, como todas las suyas, que realiza «una indagación sobre el cuerpo y la capacidad de construir las imágenes de un pasado que no llegamos a comprender», aseguran en la presentación de esta performance. 

Carnación, que hace referencia al proceso pictórico de coloración de la carne, supone un lugar de encuentro entre la violencia, los cuidados y la ternura, la represión y el placer, y también de la música sacra y la electrónica. Una lucha de contrastes que fluye y que se recoge en forma de danza musicada y cantada.

La pieza, que cuenta con la dirección escénica de Rocío Molina y Juan Kurz Díaz de Gario Esnaola, y la dirección musical de Niño de Elche, utiliza el vehículo de transmisión de la voz y el baile para abandonar etiquetas superficiales y llegar a comprender la capacidad de liberación de la danza «en un mundo constreñido por el materialismo y la competitividad».

El violinista Maureen Choi, la soprano Olalla Alemán, el pianista Pepe Benítez y el coro de la agrupación Venezian, participan también en esta coproducción entre la Bienal de Danza de Venecia, la Bienal de Flamenco de Sevilla, Grec 2023 y el Teatro Español.

Jurado

Hace unos días, Rocío Molina recogió el premio de la prestigiosa Bienal de Venecia, que destacó por primera vez a una artista del flamenco por «recrear la tradición desde una aguda perspectiva contemporánea». «Rocío Molina ostenta su propio lenguaje artístico y ha articulado en su arte coreografías vanguardistas, extravagantes y poderosamente crudas donde el flamenco tradicional se encuentra con el baile moderno y con impulsos (improvisaciones)», se asegura en el fallo del premio que la malagueña.

Molina no ha querido dedicar el premio a ninguna persona ni a ningún equipo, pero sí a «la fragilidad, que de la mano de la renuncia y el desapego» la han guiado, explica, «hasta la honestidad».

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