Música

Maikel Delacalle: urban sí, pero fino

El canario actuará este sábado en Alhaurín de la Torre

Maikel Delacalle, en una imagen promocional

Maikel Delacalle, en una imagen promocional / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Maikel Delacalle es uno de los nombres clave de la escena urbana nacional. El canario (sí, otro canario más que triunfa en el panorama: ¿qué agua beben por ahí?) lleva tiempo ya, trabajando despacio, a su gusto, en una visión musical más tranquila y cuidada, tanto en lo puramente musical como en sus textos. Este sábado actuará en Alhaurín de la Torre (Edificio de la Promoción, 20.30).

Maikel en realidad se llama Mikel y, eso sí, viene de la calle, de un barrio humilde en una localidad también humilde (San Isidro, al sur de Tenerife). A muy temprana edad se las había visto de todos los colores: su madre falleció a los 7 años, se crió con su abuela, pasó una temporada en un centro de menores (»Allí te esposan y de todo, es como una cárcel. Pero aprendí, la verdad; sobre todo, aprendí a escucharme», recuerda de aquellos días), también otra en una prisión, ya como adulto. La música y el empeño personal le han terminado salvando de otro destino, y prefiere no comentar demasiado sobre aquella época, ya lejana. Alguien que consiguió 57 millones de escuchas en Spotify con su 'Replay', de su primer álbum, 'Calle y fe', merece pasar página.    

Siempre ha dicho que Tupac, Eminem y Craig David son sus héroes, sus guías; nombres, curiosamente, que apenas se notan al escuchar los temas de Maikel, de sonoridades y ritmos latinísimos (el barrio en que se crió, por cierto, está poblado por población sudamericana y sus grandes amigos eran venezolanos y colombianos): «Siempre he nombrado a artistas como Celia Cruz, Héctor Lavoe, Gilberto Santa Rosa... También de ahora a Justin Quiles y J Balvin», puntualiza el canario.

Muchos conocieron a Delacalle con su aparición en el programa de laSexta 'Encuentros inesperados', en que Mamen Mendizábal sienta a la mesa a personajes populares pero, en principio, de visiones de la vida, intereses y opiniones aparentemente opuestas (en su episodio, con el exfutbolista Santi Cañizares, el expolítico José Bono y el periodista Marc Giró). Mendizábal criticó el supuesto machismo de las letras del trap y el reguetón y el artista defendió las suyas (cachondas, sensuales también, pero no ofensivas; de hecho, apenas dices tacos). «Pienso que cada uno tiene su propio criterio sobre sus letras y su manera de expresarse; considero que yo tengo una manera de expresarme un poco más correcta pero, bueno, no juzgo a nadie, para eso ya está el público», dice ahora, conciliador el artista.

Tampoco salta cuando le preguntamos por ciertos sectores culturales y sociales que se refieren al trap o a la música urbana con cierto desdén, desprecio, o directamente insultando a los artistas; el vocalista prefiere mirar el vaso medio lleno: «Sí, sigue habiando muchas críticas respecto a las letras y el sonido pero creo que poco a poco se ha ido quitando ese pensamiento sobre la música urbana». Él, desde luego, es de los que más podría contribuir a ello.

Hace ya cuatro años del primer y único disco largo de Maikel Delacalle, 'Calle y fe', aunque no ha parado de hacer temas sueltos y colaboraciones con artistas afines. Pero hay horizonte cercano: «Tengo algún proyecto pensado, en el que llevamos trabajando estos dos últimos años, un disco de R&B puro con sonidos de los 2000, al puro estilo Maikel Delacalle. Estamos trabajando en ello para poder soltarlo cuanto antes». Y también trabajo en «otro proyecto con un concepto muy concreto donde entran colaboraciones y sonidos más de reguetón, trap, dancehall, hasta algún dembow».  

Maikel va despacio, quizás porque, confiesa, sueña «a lo grande»: «Siempre he soñado a lo grande; si no, no habría salido del barrio. Estoy muy cómodo viviendo las cosas que vivo día a día pero quiero más y sé que esto sólo está empezando».