Entrevista | Leonor Serrano Rivas Artista

«El arte tiene el poder de abrir nuevas ventanas que te trasladan a lugares alternativos»

La artista malagueña Leonor Serrano Rivas inaugura ‘Magia natural’, su primera exposición en solitario en el Museo Reina Sofía donde podrá visitarse hasta el 27 de febrero de 2023

La artista Leonor Serrano Rivas junto a una de las piezas que se muestran en el Museo Reina Sofía

La artista Leonor Serrano Rivas junto a una de las piezas que se muestran en el Museo Reina Sofía / Museo Reina Sofía

Arancha Tejero

Aunque la obra de Leonor Serrano Rivas invita a la ensoñación, no hay nada en ella que sea fruto de la casualidad. Cada detalle está cuidadosamente pensado para convertir su muestra, ´Magia natural’, expuesta en el Museo Reina Sofía (Madrid) en un paseo en el que el espectador danza al son de los objetos. 

A sus 36 años, la malagueña Leonor Serrano Rivas es una de las artistas con mayor proyección internacional de su generación. Formada en Arquitectura y Bellas Artes, concibe su trabajo como una manera de crear lugares alternativos en los que el espectador desempeña un papel fundamental, al convertirse en un elemento más que da sentido a ese nuevo mundo creado a partir de las instalaciones y la disposición del espacio. 

No son muchos los artistas malagueños que pueden presumir de haber expuesto en el Museo Reina Sofía, y menos aún, tan jóvenes,  ¿cuál fue su reacción cuando le llegó la propuesta?

Me sentí muy contenta. Fue una invitación que llegaba en el momento perfecto. Una carta blanca con la que tenía total libertad para elegir los espacios y la temática. Podía hacer lo que quisiera siempre que fuese de nueva producción. 

¿Y qué reacción espera por parte de las personas que vean ‘Magia natural’?

Espero que guste, ya que la he hecho pensando en ellos. La exposición está articulada en tres partes y pensando en la relación del público con esos tres espacios. Todo el proyecto está articulado alrededor de un pequeño poema de Gonçalo Tavares en el que hablaba de la relación que tenemos las personas con los objetos y su ubicación en el mundo.  Con esto he jugado a la hora de posicionar las obras en los espacios, para que se de una reacción concreta. Un pequeño movimiento de cabeza que puede parecer muy sutil, pero que es uno de los puntos angulares que he tenido en cuenta a la hora de articular esta muestra. Por eso pensé en qué objetos deberían estar a la altura de la mirada, cuáles por encima y cuáles por debajo. 

¿Qué es lo que se va a encontrar el público en esos distintos puntos de vista?

La exposición parte de una temática concreta, el siglo XVI, el momento en el que artistas y artesanos empezaron a crear artefactos que ellos mismos denominaron instrumentos para la imaginación porque proponían una imagen alternativa del mundo. Y, años después, los científicos y filósofos utilizaron esos artefactos para crear el conocimiento científico, tal y como lo conocemos hoy en día. Era el caso del telescopio, el periscopio o la cámara oscura. Entonces, lo que yo hago es pensar cada una de las salas como uno de estos artefactos y los revisito. No lo hago de forma literal, sino que me inspiro en ellos para ordenar las salas. 

¿Cómo se unen a través del arte tres disciplinas tan dispares como la filosofía, la magia y la ciencia?

Ya estaban unidas, por eso me interesaba justamente el siglo XVI. El arte fue propulsor de la ciencia al proponer un cambio de dirección. Ellos fueron los que originaron la investigación científica y por eso me interesaba mucho mirar ese momento en el que se revisaron esos artefactos para generar el conocimiento científico años después. Esa es la pregunta que lanzo al espectador, que, quizás, en esta época se necesite también revisitar el conocimientos, los paradigmas y dogmas, para que podamos hallar nuevas formas de conocimiento y un posible cambio. 

¿Y cuál es la lógica que rige el mundo que usted propone en su muestra?

Yo simplemente propongo la posibilidad de crear un mundo nuevo. Dentro de la exposición hay una película que funciona como un cosmos, como un nuevo mundo a partir del cual se origina todo. Pero se plantea como una pregunta que queda en el aire. La posibilidad de imaginar otro tipo de espacio, pero yo no intento decir cuál es, ni imponer unas reglas. Yo solo abro una ventana. 

Sus primeros proyectos se centraban en los no lugares que ofrecen las ciudades y, ahora, con ‘Magia Natural’ se zambulle en un nuevo mundo de ilusiones, ¿que le lleva a querer crear siempre lugares alternativos?

Porque creo que justamente ese es el fin del arte, al igual que el de la música, la literatura o la poesía. El arte tiene el poder de abrir  nuevas ventanas que te trasladan a lugares alternativos, y plantear nuevos espacios. 

A lo largo de su carrera siempre ha buscado que el público sea una pieza indispensable dentro de su obra y esta exposición no es una excepción con la mezcla de juegos visuales, músicas y texturas, ¿por qué busca siempre implicar al espectador de su obra?

Por esa búsqueda de distintos puntos de vista que comentaba anteriormente. En la primera sala el espectador actúa respecto a objetos que giran, luego se mete dentro de un reflejo y, en la última sala, tiene que activar una música para que funcione. Entiendo al espectador como un cómplice porque, realmente, la obra lo que requiere es un diálogo. Es como un recorrido orquestado y muy teatral para que haya esa participación sutil y puedan entrar en esta nueva realidad. 

¿Cómo fue el proceso de creación de ‘Magia natural’? 

Fue un proceso bastante largo que comenzó en realidad en 2018, aunque la exposición no me llegase hasta 2020. Llevaba, y llevo, muchos trabajos a la vez, pero todos se van solapando. Además decidí que mi tesis doctoral fuese como la parte escrita de la exposición, por lo que hubo mucha investigación y trabajo detrás. 

Los últimos meses se aisló en su estudio para terminar de trabajar en su exposición ¿considera que el proceso de creación requiere de esa soledad?

Sí, aunque también de una parte muy colectiva donde entran  mi pareja, mi hija o la gente con la que trabajo en mi estudio o en la institución a la que me invitan. Hay momentos más colaborativos en los que se requiere a mucha gente, como para rodar una película o mover una escultura de tres metros, y otros más ermitaños. Lo suyo es ir combinándolas. En este caso, estuve bastante aislada en mi estudio trabajando en esta exposición y en otros proyectos. Pero porque también es mi forma de ser y de trabajar. 

¿Considera que ha encontrado ya un lenguaje artístico propio?

Creo que no, soy bastante joven y lo bonito de este tipo de cosas es que puedas ir cambiando los lenguajes y sentirte libre para moverte en un medio u otro. Intento siempre cambiar y probar nuevas técnicas o temáticas, aunque la gente que me conoce sí que me dice que tengo un lenguaje muy marcado.

A la gente que defiende que el arte moderno no es arte, ¿cómo les invitaría a mirar sus obras?

Yo creo que deberían mirar mi trabajo con más inocencia, casi con ojos de niños. Hay muchas formas de mirar el arte contemporáneo, pero, sobre todo, debería hacerse con una mirada menos prejuiciosa para dejarse adentrar. Además, lo bueno de este tipo de arte es que se puede pasar de lo sensorial a lo intelectual, por lo que el espectador puede entrar en distintas capas. 

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