Entrevista | José Luis Garci Director y guionista

«En el cine, como en el fútbol, poco a poco te vas quedando fuera, y eso es normal»

«Tenemos una nueva ola de directores, de gente joven que está mucho más acostumbrada a los medios de ahora y a la que hay que dejar paso», asegura Garci

«En el cine, como en el fútbol, poco a poco te vas quedando fuera, y eso es normal»

«En el cine, como en el fútbol, poco a poco te vas quedando fuera, y eso es normal»

Asier Ganuza

Poca gente en este país está más capacitada para hablar de cine que José Luis Garci (Madrid, 1944). Lo lleva haciendo toda su vida. Igual que lleva escribiendo toda su vida. De hecho, aunque en su curriculum pese mucho el hecho de que sea el director español con más nominaciones a los Oscar –cuatro, con una histórica estatuilla a Mejor Película de Habla no Inglesa por Volver a empezar en 1983–, él insiste en recordar que ha firmado casi el mismo número de libros que de cintas. Y que sigue en antena con Classics, su programa en Trece TV que recoge las semillas de divulgación de su mítico ¡Qué grande es el cine!, en el ente público.

Hace unos meses Juanma Bajo Ulloa, me dijo que él intentaba hacer un cine «lo más ajeno posible a la literatura»; que consideraba que éste era un arte con entidad propia, no como una evolución de otras artes (el teatro, por ejemplo).

Bueno, cada uno debe hacer el cine que más le guste o que más le interese. Pero, si me preguntas a mí, yo personalmente disfruté muchísimo llevando a la gran pantalla los Episodios nacionales de Galdós [Sangre de mayo, 2008] y, por supuesto, a la Ninette de Mihura [en 2005]. De hecho..., diría que casi la mitad de mis películas son adaptaciones. Como director, me siento (o me sentía) igual de cómodo haciendo El crack cero [de 2019, original de Garci] que trabajando textos ajenos.

Como director le pregunto: ¿qué importancia tiene la literatura en su obra?

Mucha. Mira, yo soy un modelo del 44 y a estas alturas todavía no sé si soy un escritor que ha dirigido películas o un director que ha escrito. Pertenezco a esa generación de cineastas que llegó a este mundillo sin haber pasado antes por una escuela de cine, como le ocurrió a Jaime de Armiñán o al mismísimo Billy Wilder. Pero antes de dirigir mi primer filme [Asignatura pendiente, 1977] me pasé una década escribiendo guiones y trabajando con realizadores tremendamente opuestos pero igualmente interesantes: Antonio Mercero, Eloy de la Iglesia, Roberto Bodegas... Claro, eso te da una visión muy amplia (y muy cercana) de lo que es ser director, y como también había visto mucho cine, pues... me lancé. Pero seguramente por esa ‘formación’ tan particular somos una generación de cineastas que está más preocupada por los actores y por el diálogo (por el mundo literario), que por otras cuestiones; no somos cazadores de imágenes como Godard y Bertolucci, somos más de palabras.

Usted ha escrito mucho, y no solo como guionista, también como articulista y como crítico de cine. ¿Qué fue antes para José Luis Garci, el cine o la literatura? ¿Una cosa llevó a la otra o...?

No. Yo tuve la suerte de nacer en el seno de una familia muy interesada por el arte popular en sus diversas formas. De pequeño, me impactaron de igual forma los tebeos que leer a Pío Baroja; ver fútbol que visitar el Museo del Prado; asistir a una sesión de cine que a una obra de teatro. Yo estaba muy abierto a todo, y muy pronto intuí que esto que llamamos vida iba a ser una experiencia única e irrepetible, así que ¿por qué quedarse con una sola de las pasiones? Por eso no entiendo a algunos amigos que dicen que a ellos solo les gustan las películas de terror, por ejemplo, o de submarinos [Risas]. En fin, que lo mismo me puede ilusionar que en unos días empieza el Mundial que el estreno de no sé qué película o serie o una pelea por el título mundial de los pesos pesados.

José Luis, hace ya unos cuantos años que se prodiga más delante de las cámaras de la pequeña pantalla que detrás de ellas, o también protagonizando charlas. Por supuesto, tiene la entidad y el reconocimiento suficiente para hacer algo así, pero ¿se siente más alejado del cine (como director) que en sus inicios?

Es que el cine ha cambiado mucho... Pero cuando yo empecé pasaba otro tanto lo mismo, ¿eh? A mí me daba mucha pena que directores como José María Forqué o Pedro Lazaga fueran dejando poco a poco de hacer películas, pero es ley de vida. Ahora tenemos una nueva ola de directores, de gente joven que está mucho más acostumbrada a los medios de ahora y a la que hay que dejar paso. Porque ahora se graba con grúas y drones, y ésa no es mi forma de hacer cine; lo noté cuando hice El crack cero. Poco a poco te vas quedando fuera, y es normal. En el fútbol también pasa: por muy bueno que sea Messi, acabará retirándose.

Entonces...

Pues no lo sé. ¿Qué me queda? ¿Una película más? ¿O será un documental? Da igual, no es algo que me preocupe. Estar jubilado tampoco está tan mal [Ríe]: no tienes agobios, grandes citas que atender, tienes tiempo para pasear, para escuchar música, ir al museo, leer, ver cine... Llevo trabajando desde los 16, me lo he ganado.

O sea que jubilado hace lo mismo que dice que debe hacer un director en activo: ir al museo, leer, ver cine...

Sí, pero sin sentirme culpable [Risas]. Es que es lo que me ha gustado hacer toda mi vida (además de lo que debe hacer un director). Que, por cierto, te diré: ver cine y leer, sí, pero también ir a exposiciones. Si te dedicas a este arte, un museo es el sitio idóneo para descubrir planos y enfoques. El Prado, por ejemplo, es una gran escuela de cine.

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