Arte

Adiós a Maya Picasso, la rama más "boquerona" del universo picassiano

La hija que el genio tuvo con Marie-Thérèse Walter ha fallecido a los 87 años

Maya Picasso, junto a un retrato de su padre

Maya Picasso, junto a un retrato de su padre / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Los que la conocían decían que Maya era perfectamente picassiana: no sólo porque era el vivo retrato de su padre ("Era como Pablo pero como con peluca rubia", es la popular frase de un allegado) sino porque encarnaba el espíritu libre, impredecible, raro pero afable con el que se suele asociar ese adjetivo tan impreciso como gráfico, revelador. Destacaba fácilmente entre los habitantes del casi infinito árbol genealógico del genio de la plaza de La Merced: su carácter excéntrico, luminoso, y su sonrisa, franca, abierta, llamaba la atención entre tanto heredero serio, discreto y distante. Hoy ese árbol se ha quedado sin una de sus ramas más especiales: Maya Widmaier-Picasso ha fallecido a los 87 años.

Se llamaba, en realidad, María de la Concepción (en honor a la hermana del pintor que murió a los 14 años por difteria; sí, aquella por la que prometió que dejaría de pintar si se recuperaba) y fue la segunda de las hijas de Pablo Picasso, la que tuvo con Marie-Thérèse Walter, quien fuera modelo y amante del malagueño (siendo la francesa menor de edad). Maya fue, desde siempre, una de las niñas mimadas del pintor. «Cuando me cogió en brazos se dio cuenta de que tenía una réplica exacta de su cara en sus manos», solía recordar.

Pronto, ya de niña, fue una de las musas del artista, a partir de un vínculo de tremenda complicidad entre el padre y la hija. En 1938 pintó seis retratos de la pequeña, en los que inmortalizó su ropa, sus juguetes, su mirada. Jamás los vendió, siempre quedaron en el ámbito familiar. También estuvo presente, ya en 1955, en el rodaje de 'El misterio Picasso', el imprescindible documental dirigido por Henri-Georges Clouzot.

Frente a las diatribas sobre el supuesto carácter vampirizador emocional del genio, inevitables estos días en que se celebra el Año Picasso por los casi 50 años del aniversario de su fallecimiento (se cumplirán exactamente en abril del 2023), Maya Picasso siempre quiso ofrecer una imagen muy cercana, afable del genio: "Mi padre era muy normal", zanjaba. Y contaba que la llamaba «la boquerona», que le gustaba recibir en su cumpleaños vino de España y queso manchego. Eso sí, también destacaba que fue un padre ausente. Y tanto: a los meses de nacer, el malagueño se había cansado de la vida familiar junto a ambas y sustituyó a Marie-Thérèse por Dora Maar; madre e hija se trasladaron a otra residencia, que Picasso visitaba sólo los fines de semana. La sueca se ahorcaría en su garaje a los 68 años, cuatro después de la muerte del malagueño: dicen que no podía soportar la ausencia del genio y del hombre, aunque la hubiera sufrido durante tantos años.

Tampoco le gustó demasiado a Maya que su padre formara una nueva familia junto a Françoise Gilot. Se distanció del insaciable malagueño, aunque, eso sí, lo visitaba una vez al año hasta que falleció, en 1973.

"Maya fue una señora estupenda, benefactora de la Casa Natal y muy cercana", declaró horas después del fallecimiento de Maya Picasso el director de la Fundación Picasso, José María Luna. Muy recordada aún es la visita que Maya hizo a la Casa Natal en 2008, con motivo del Octubre Picassiano, la celebración del nacimiento de su padre. "Es curioso volver a la casa donde nació mi padre y donde pasó los primeros años de su infancia. Aquí, además, vivieron mis abuelos y mi tía Lola. Podría decir que es el museo dedicado a mi padre que más me gusta, porque es mucho más que un museo para mí. Por eso me encanta siempre volver aquí", señaló entonces. Ese día se confesó una enamorada de Málaga y de su "buen ambiente", y manifestó el énfasis que la ciudad estaba, y está, desarrollando para difundir y celebrar la obra del genio que fue su padre.

Ella misma también había hecho lo propio, haciendo importantes donaciones de obras del malagueño al Estado francés: la última, en septiembre del 2021, nueve obras de arte, entre ellas 'Niño con piruleta sentado debajo de una silla', un cuadro pintado poco después del 'Guernica', en 1938. Una de las hijas de Maya, Diana Widmaier-Picasso, continúa el legado de investigación del inacabable universo picassiano, y otro, Olivier, es el responsable de la reciente exposición inmersiva en 3D con piezas de su abuelo. Ambos fueron fruto de su matrimonio con Pierre Widmaier, un oficial de la Marina.

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