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«Bluey», la serie que triunfa entre pequeños y mayores

La serie de Disney Plus, es la ficción de animación más vista en todo el planeta. El juego nunca ha estado mejor representado con todos sus matices, su complejidad y su pureza en las historias protagonizadas por una cachorrita de rostro azul y su familia.

Los juegos de la familia de ‘Bluey’ son educativos emocionantes y descacharrantes.

Los juegos de la familia de ‘Bluey’ son educativos emocionantes y descacharrantes. / DISNEY PLUS

Miguel López

Si tienes en tu entorno seres vivos más o menos parecidos a ti, pero de menor tamaño, seguramente hayas oído hablar de Bluey. Como antes Peppa Pig, Bob Esponja y Pocoyó, las leyendas dicen que en cada generación surgirá un héroe, un campeón que conseguirá destacar entre los cientos de miles de horas de dibujos animados disponibles en las pantallas del planeta y conseguirá romper el techo de cristal y escapar del gueto de la televisión para peques. Bluey es, no hay duda, la serie infantil del momento. Y si ves un par de episodios te das cuenta enseguida de que también es una de las series del momento y punto.

Ya querrían los guionistas de The Crown o Sucession escalar las cimas emocionales que se comprimen una tras otra en los brevísimos siete minutos que dura un episodio. La serie de animación más vista en Disney Plus en todo el planeta es también, naturalmente, la protagonista de algunos de los juguetes más pedidos estas navidades. El rostro azul de su protagonista ya se deja ver cada vez con más frecuencia en mochilas, botellas de agua, fiambreras y sudaderas.

Bluey es una cachorrita que vive con su hermanita Bingo y sus padres en su casa. Hacen las tareas del hogar, van a pasear, a hacer recados y juegan. Juegan muchísimo. El juego, que es el gran protagonista del día a día de los peques de infantil, nunca ha estado mejor representado en la ficción que en esta serie. Con todos sus matices, su complejidad y su pureza, los momentos de juego de la familia de Bluey son imaginativos, educativos, complicados, emocionantes y muchas veces descacharrantes.

El secreto de su éxito

A las hermanitas les encanta jugar y a sus padres les encanta jugar con ellas. Oh, sus padres. Sus padres están ahí para ponernos en evidencia al resto de padres que no somos perros azules de dibujos animados. Son corresponsables, empáticos, amables, generosos y entregados. Son imperfectos, pero aprenden de sus errores. Escuchan, cooperan, educan, entretienen y disfrutan del tiempo que pasan con sus dos pequeñas, pero también del tiempo que pasan ellos solos y con sus amigos. Un amigo me dijo que se agobiaba viendo lo bien y lo fácil que hacían la crianza los padres de Bluey, un modelo de conducta tan inalcanzable que le hacía sentir como padre igual que cuando veía en la portada de una revista las abdominales de un modelo sueco.

Ahí caí en la cuenta de cuál era el secreto de su éxito. Los padres que nos sentamos delante de la tele con nuestros peques quedamos cautivados con sus métodos educativos, su energía y dedicación a la crianza, con la sencillez y perfección de una relación familiar purísima. Me siento tan fascinado como cuando de pequeño veía los dibujos animados de Batman y soñaba con ser como él. A la porra ser un superhéroe billonario, lo que realmente es difícil es ser un padrazo como el de Bluey.

Los adultos del planeta debemos estar agradecidos por la llegada de esta serie. Tras pasar muchas, muchísimas horas, intentando extraer algo de entretenimiento de series que enamoran a tus hijos pero a ti te producen entre sopor infinito o desesperación existencial, qué maravilla cuando encuentras algo que tú también quieres realmente ver. Bluey es una experiencia maravillosa para toda la familia. Tiene algo casi mágico que hace que la alegría de vivir de ese grupo de perros se transmita por ondas catódicas al sofá en el que estáis sentados. Pronto empezáis a compartir vosotros también risas, complicidad y establecéis vínculos al crear experiencias comunes.

Qué ganas de ver tus actualizaciones de whatsapp y twitter dan los enésimos planes de rescate de la Patrulla Canina. A ningún adulto le importa el destino del conductor de un camión de naranjas atrapado en un barranco en la muy gafe Bahía Aventura, pero se nos humedecen los ojos y se nos llena el pecho de electricidad cuando compartes ese momento de telespectador fan con tu propia familia viendo Bluey. Qué experiencia maravillosa es disfrutar de un buen producto audiovisual con tus hijos. Compartir risas, sustitos y asombros. Recordar momentos en el coche, revivir situaciones en nuestros propios juegos, inventar juntos nuevas aventuras. Qué delicia. Qué suerte vivir en el momento en el que estamos viviendo y tener acceso a una selección imbatible de programación infantil.

Verla en familia

Siempre me cayeron mal los padres que insisten en ponerles a sus peques las mismas cosas que veían ellos cuando eran niños. Padres que se frustran porque sus hijos no conectan con Willy Fog o La Abeja Maya. Padres muertos en vida que se aferran a una idealización de su propia infancia y tienen mitificados series que son históricas y emblemáticas, pero que son completamente inferiores a las cosas que tenemos ahora al alcance de nuestra plataforma. Yo os invito a que veáis Bluey en familia, claro que sí. Y a que disfrutéis con los vodeviles de cine clásico de humor de La Oveja Shawn.

Con la fantasía sin límites de Hora de Aventuras. Con la epopeya de sororidad cósmica de Steven Universe. Con los inventos alucinantes de Phineas y Ferb. Con la saga épica de Avatar, la leyenda de Aang. Con el disparatado humor salvaje de Teen Titans Go! Con las tronchantes y modernísimas revisiones de clásicos que propone El maravilloso mundo de Mickey Mouse y Looney Tunes Cartoons. Con la delirante comedia sobrenatural de Gravity Falls. Con Somos osos. Con Kid Cosmic. Con Animanimals. Con Morph. Nunca lo tuvimos tan fácil para prestar atención, aprovechémoslo.

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