Entrevista | Daniel Bernabé Escritor

«El romanticismo de la derrota lo disfruta quien no se preocupa por llegar a fin de mes»

El ensayista y novelista presentó ayer la Librería Luces, dentro de la agenda de Málaga de Festival (MaF), su nuevo libro, Todo empieza en septiembre, una novela que reflexiona sobre la precariedad laboral y la manipulación conspiranoica

Bernabé, ayer en la Librería Luces.

Bernabé, ayer en la Librería Luces. / Álex Zea

Álvaro Jordán

La novela llama la atención porque apunta a un público que ha vivido años precarios en su juventud.

Sí, al final yo quería que Jaime, el protagonista, representase a esas personas que les pilló las grandes crisis económicas en un momento particular de la vida: cuando la gente empieza a aterrizar y a sentar la cabeza. Sacas la cabeza para sobrevivir, intentas luchar y cuando te das cuenta te pones en 40 años y estás a la deriva sin tener nada de lo que se supone que deberías haber conseguido.

Una crisis de la mediana edad en la que las cosas no le han ido como él planeaba.

Exacto. Pero mira, yo siempre digo que este es un libro sobre finales e inicios; cuando se supone que tendría que ser al revés. Al protagonista se le pilla en un momento donde ha tenido una ruptura de pareja; está volviendo a Madrid, su ciudad natal, pero le resulta ajena porque todo ha cambiado y su trabajo de periodista le gusta mucho pero no le está dando la libertad económica que le gustaría. Tiene unas convicciones firmes que no coinciden con ese mundo, por lo que no quiere pertenecer a él.

Pero Jaime al final quiere dar ese cambio vital, quiere formar parte de la batalla de la vida.

El romanticismo de la derrota solo lo disfruta quien no se preocupa por llegar a fin de mes. Jaime no sabe hacia dónde ir, pero tiene claro que no se quiere quedar quieto. Entonces es un libro que comienza en un final porque él está a la deriva y será la propia investigación periodística que va a seguir la que va a ir haciendo que se reconstruya. Creo que esto es algo bonito en el fondo porque, al final, una persona puede reconstruirse las veces que quiera siempre y cuando tenga la voluntad para ello.

¿Cómo surge la idea de la obra?

Hace casi cuatro años, estaba con un amigo en un bar. Era una de estas noches tempestivas. Y los dos nos encontrábamos un tanto desangelados, porque nos preguntábamos dónde estaba ese mundo que tanto nos gustaba, dónde estaba el siglo XX, dónde estaba lo digno. Y, sobre todo, dónde estaba esa gente joven para que nosotros les diéramos el relevo. Esa es la idea que late en este libro. Luego la combiné con experiencias personales, con preocupaciones políticas y, poco a poco, todo va encajando para que la novela empiece a funcionar.

Se podría decir que al final Jaime intenta, sobre todo, sobrevivir en la jungla.

Fíjate que en el transcurso de la novela Jaime se va a ir encontrando con diferentes personajes que le van a acabar ayudando sin esperar nada a cambio. Todo por una cuestión de conciencia de clase. Porque consideran que Jaime no solo está realizando una investigación periodística para él sino que beneficia a toda la sociedad. Entonces entre esa jungla lo positivo es que todavía queda gente que te quiere echar un cable y te ayuda de forma altruista. Me da una ilusión especial, porque son capaces de enfrentarse al destino adverso a pesar de tenerlo todo en contra.

Usted está más acostumbrado a escribir ensayos. ¿Cómo fue el proceso de levantar la novela?

Fue como seguir un camino inverso. La diferencia entre redactar una novela y un ensayo reside en una cuestión de cómo tocas las cuerdas del instrumento. Mientras que el ensayo se basa en los datos y en la técnica para transmitir una serie de ideas, la ficción en una novela trata de apelar hacia un sentimiento. Y a través de ese sentimiento puedes despertar el interés de la gente por unos temas en concreto.

¿Se puede relacionar esa conspiración y ausencia de controles de la novela con la sociedad actual y su posverdad?

Este libro plantea una cuestión de fondo y es sobre la capacidad que hay hoy en día para que lo cierto se sobreponga a lo falso. Estamos en un momento en el que tenemos grupos de poder operando bajo una política de confusión para obtener una serie de beneficios propios al margen del escrutinio público, pero es un choque que necesita existir para que la gente sepa mirar al lado correcto.

¿Y cree que esa política de confusión proviene de la llegada del sector digital, como siempre se comenta?

No es una cuestión de medios o formatos, sino de un ejercicio de virtud ciudadana, de preocupación por el devenir político. Cuando un ciudadano ejerce una política personal de verdad, ya sea votando en unas elecciones o, incluso, participando en una asociación de vecinos o en un sindicato, es más difícil que le engañen. Pero cuando solo dependes de lo digital y estás metido constantemente enfrente de una pantalla, es precisamente cuando te crees muy listo pero te acaban engañando. Creo que, como epílogo, si el libro cultiva ese sentimiento de querer reforzar el pensamiento crítico, yo me quedaré completamente satisfecho.

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