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El misterio del rockero que lleva 28 años desaparecido

¿Suicidio o asesinato? Richey Edwards se volatilizó el 1 de febrero de 1995, el día que pretendía viajar a Estados Unidos para presentar el tercer álbum de Manic Street Preachers: desde entonces, sin pistas ni rastros, distintas teorías han mantenido (muy) vivo su caso

Richey Edwards se volatilizó el 1 de febrero de 1995 cuando apenas tenía 27 años. EPE

La última vez que Richey Edwards se subió al escenario fue el 21 de diciembre de 1994. Aquella noche, en el London Astoria, presentaba las canciones de su tercer álbum: The Holy Bible era una colección de poemas sobre el sufrimiento colectivo e individual que, tras su desaparición, se ha considerado un auténtico testamento musical. Sin embargo, nada hacía presagiar este desenlace visto el fervor que Manic Street Preachers levantó en su último concierto. Los cuatro integrantes vibraron como nunca. Hasta el punto de hacer pedazos sus instrumentos. El éxito les sonreía. De ahí que tuvieran previsto exportar sus nuevos hits a Estados Unidos. La promoción ya estaba organizada, pero el guitarrista se esfumó la misma mañana en la que iban a emprender el viaje. Han pasado 28 años desde aquel 21 de febrero de 1995. Y, aunque hay quienes aseguran haberle reconocido en Lanzarote o Berlín, la realidad es que nada se ha vuelto a saber de él. No hay pistas ni rastros. Sólo algunas teorías mantienen (muy) vivo el caso.

La banda de Blackwood (Gales) estaba formada inicialmente por James Dean Bradfield, Nicky Wire, Sean Moore y Miles Woodward. Corría 1986 y, antes de lanzar sus propios temas, decidieron curtirse en la noche británica. Bebían del punk rock, pero las influencias poperas de la época se filtraron en su raíz. Lo que propició el abandono de Woodward, que dejó de creer en el proyecto. Lejos de abandonarlo, el trío continuó en busca del cuarto componente. Al que encontraron bastante cerca. Richey era un joven graduado en Historia Política que, para ahorrar algo de dinero, empezó a trabajar como asistente de la formación. Aprovechando esta oportunidad, pasó de cargar instrumentos a componer. Y, al poco tiempo, a tocar a su lado. Si bien no era el mejor músico, su actitud dio al grupo la contundencia que tanto aplaudió la crítica y el público. Además, sus incómodas y revolucionarias letras les auparon como una de las grandes promesas de la década. Editaron Generation Terrorists (1992) y Gold Against The Soul (1993), pero rozaron la gloria con The Holy Bible (1994). Edwards sólo pudo interpretarlo en contadas ocasiones, su ingreso en un hospital psiquiátrico se lo impidió.

Su aspecto lánguido y cadavérico no era pura fachada, sino un reflejo de los desvaríos que habitaban en su interior. Alguno de los cuales terminaban en autolesiones. De tendencia depresiva, uno de los momentos más salvajes que protagonizó tuvo lugar durante una entrevista. El redactor de la revista NME cuestionó su autenticidad, lo que impulsó a Richey a cometer una atrocidad: cogió una cuchilla de afeitar para, a continuación, grabarse en el brazo la expresión 4 real. «Cuando me corto, me siento mejor. Todas las cosas que podrían haber estado molestándome parecen muy triviales de repente porque estoy concentrándome en el dolor. No soy capaz de chillar, así que ésta es mi única válvula de escape», reconoció más adelante. Desde entonces, sus visitas a las instituciones mentales se fueron salpicando. La última (conocida) fue justo antes de dar el salto a Estados Unidos. A comienzos de 1995, tras un internamiento fugaz, anunció a su sello la intención de acompañar a James al otro lado del Atlántico. Se reunieron en el Hotel Embassy de Londres el 31 de enero, a la mañana siguiente se evaporó. Tenía 27 años.

El vocalista y el guitarrista tenían habitaciones contiguas. Las escogieron así para poder detallar algunas cuestiones de la gira. Habían quedado en salir por la noche a tomar cerveza por los pubs de Queensway, pero Richey rechazó la invitación en el último momento. Quería darse un baño y descansar. De modo que decidieron volver a verse a primera hora en el vestíbulo del hotel. No apareció, lo que alertó a su compañero. Éste, tras esperar unos minutos, llamó a su puerta. No obtuvo respuesta. Así que, especialmente preocupado, pidió al personal que utilizara la llave maestra. Al entrar, no estaba. La 516 apenas había sido desordenada. La maleta estaba cerrada. Tan sólo faltaban la cartera, las llaves del coche, el pasaporte y los antidepresivos. Decidieron esperar por si aparecía. No lo hizo, por lo que su mánager decidió avisar a la Policía. 24 horas más tarde, la comisaría de Harrow Road empezó su investigación. Lo primero que averiguaron fue que el artista había dejado el establecimiento a las siete de la mañana y condujo su Vauxhall Cavalier hasta su apartamento en Cardiff. Asimismo, descubrieron que, dos semanas antes, había estado retirando 200 libras diarias del banco hasta acumular 2.800.

A los 13 días, el coche apareció abandonado junto a una gasolinera situada cerca del puente Severn. Este lugar llamó mucho la atención de la prensa, ya que a él acudía a menudo gente que quería quitarse la vida. El vehículo tenía la batería descargada, lo que indicaba que alguien había estado viviendo en él. A partir de ahí, todo son conjeturas. Nunca más se ha vuelto a tener un indicio fehaciente ni del objetivo ni del paradero de Richey. Según The Guardian, entre medias, fue visto en la oficina de pasaportes de Newport, así como en la estación de autobuses de la localidad. No obstante, un taxista aseguró haberle recogido el 7 de febrero en el Hotel Kings y haberle trasladado hasta Blackwood, su pueblo natal. Ya allí, supuestamente, se arrepintió y pidió que le llevase hasta la estación de trenes de Pontypool. Pero allí tampoco se bajó. Y puso rumbo hasta Severn, donde pagó 78 libras y se fue andando. En ambos casos, el puente que une Monmouthshire y South Gloucestershire aparece como destino final. Mientras tanto, su familia movió cielo y tierra por localizarle. «Por favor, ponte en contacto. Con amor, mamá, papá y Rachel» fue el mensaje que propagaron por los periódicos más importantes del país.

Un paquete para su ex novia

Aunque el suicidio era la opción con más papeletas, su entorno lo descartó al instante. A pesar de su conocido desaliento, el guitarrista lo rechazó varias veces: «No entra en mi cabeza. Porque soy más fuerte que todo eso. Puede que sea débil, pero puedo soportar el dolor». Algo que la periodista Caitlin Moran ratificó en The Times: «Se convirtió en una cause celebre entre tantas personas alcohólicas, anoréxicas y tendentes a la mutilación, ya que fue la primera en el ojo público que habló de estos temas. No de forma chulesca, sino con humildad y cabeza». Si no fue así, ¿entonces qué? El 20 de enero de 1996, The Independent difundió un avance hasta entonces desconocido: la noche anterior a su desaparición, Richey regaló a una amiga un ejemplar de Novela con cocaína. Le pidió que leyese la introducción, donde el autor describe en el interior de un hospital psiquiátrico. A los días, se volatilizó. ¿Casualidad? No fue la única novedad: también se desveló que, en su habitación del hotel, había un paquete dirigido a su ex novia Jo: contenía recortes de prensa, libros, una copia en VHS de Equus y una nota con las palabras Te quiero.

13 inviernos después, fue declarado oficialmente muerto. Aquel 2008, un jarro de agua fría cayó con fuerza sobre una familia que se resistía a olvidarle. En especial, su hermana Rachel. Ella fue la única que continuó la investigación por su cuenta. No sacó nada en claro, pero logró aportar alguna nueva evidencia. Así lo recoge Withdrawn Traces, el libro de Sara Hawys Roberts y Leon Noakes en el que colaboró: James no fue el último que lo vio, una mujer llamada Vivian le visitó esa misma tarde. Nadie sabe quién era ni qué hacía allí. La obra, además, recoge anotaciones inéditas que dejan entrever su fascinación por el exilio. Una herencia que bien podría haber recibido de su tía abuela Bessie, quien pasó 80 años viviendo sola. Desde aquel 1 de febrero, numerosos anónimos reconocen haberle visto en distintas partes del mundo: Goa, Varsovia, Nueva York, Berlín, Lanzarote… De ellas, una generó un gran revuelo: Fuerteventura. Según la BBC, una camarera del Underground Bar de Corralejo le sirvió una cerveza sin discernir quién era. Al rato, tras reconocerle varios clientes, se fugó. Este 2023, cumple/cumpliría 56.

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