Apuesta
Un plano de 80 minutos para confesar los duros secretos de ser madre
El chileno Matías Bize presentó ayer una película asfixiante sobre una pareja que pierde a su hijo en un bosque, hecho que da pie a crisis y confesiones
José Luis Picón
El cineasta chileno Matías Bize ha afrontado el reto de rodar en un plano secuencia de 80 minutos un drama acerca de la maternidad arrepentida y el resultado es la coproducción de Chile y Argentina El castigo, presentada ayer en la última jornada de competición de la sección oficial del Festival de Málaga.
Bize explica que repitieron siete veces ese plano secuencia en otras tantas jornadas, ya que solo podían hacer una toma por día porque querían filmar el atardecer, y la versión elegida fue la sexta y penúltima.
«Había mucho ensayo para esa coreografía en la que éramos un solo cuerpo. Estábamos siete personas detrás de la cámara y todos participábamos de esa coreografía, para la que era necesaria mucha concentración», añade. Al final de cada jornada se reunía con el montador, «en una película en la que no había montaje», y ambos veían la toma que habían rodado para incluir correcciones en la toma del día siguiente, por lo que «cada día la película se iba mejorando».
El proyecto surgió de la guionista, Coral Cruz, a partir de la idea «de una pareja a la que se le pierde un hijo en el bosque», y Bize propuso entonces hacerlo en un plano secuencia, algo que ya había experimentado hace veinte años en su primer largometraje y a lo que volvía ahora «no solo para el lucimiento de los actores ni de la dirección, sino para que fuera mejor película».
Tuvo muy pronto «en la cabeza» a los actores protagonistas -Antonia Zegers y Néstor Cantillana- porque necesitaba «actores muy buenos, que se echaran la película al hombro», y a los elegidos «les daba treinta indicaciones para la toma del día siguiente y las incorporaban».
Convicción
Al leer por primera vez el guion, Zegers sintió que algo le «llegó directo» y al saber que sería un plano secuencia le pareció «terrorífico» por «hacer una obra con tanto texto solo con un tique de ida», pero tenía la convicción de que lo que estaban «poniendo en la mesa sobre mujer y maternidad es importante».
«Como mujer y como madre, aunque no he llegado a esos extremos, sé lo que ella está sintiendo y toda madre lo sabe, porque es parte de ser madre. Los caminos son de luz y de sombra, mi mamá me decía que uno no viene a la vida de vacaciones y eso incluye a la maternidad», añade la actriz chilena.
Coral Cruz tenía «claro» que la historia debía ser «a tiempo real», porque quería «que los espectadores entraran en esa agonía de 80 minutos de búsqueda del niño», y al contárselo a Bize este apostó por el plano secuencia, algo «nada sencillo en un espacio abierto como un bosque».
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