Entrevista | David Cano Periodista y escritor

«La literatura sigue siendo un símbolo de resistencia ante lo que nos sacude»

Autor de ‘Trabajos forzados’ (2019), David Cano acaba de publicar su segunda novela, ‘11’ (2023), que aborda un tema tabú en el mundo del fútbol como es la homosexualidad

«Me he dado cuenta de que, a menos que cambie mucho la cosa, no estaría cómodo llevando a mi hijo a un campo de fútbol»

El escritor y periodista  David Cano.

El escritor y periodista David Cano. / Charly Piazza

Asier Ganuza

Tras debutar en el ámbito literario en 2019 con Trabajos forzados, el periodista murciano David Cano (1987) acaba de regresar a las librerías con 11 (Balduque, 2023), una novela en la que su autor aborda un tema tabú en el mundo del fútbol: la homosexualidad. Y es que, tal y como recuerda la editorial cartagenera en una nota de prensa, «en el momento de la publicación de este libro, ningún jugador en activo de la Primera División de LaLiga ha salido aún del armario». Inspirado por la historia del futbolista británico Justin Fashanu, Cano pretende romper barreras de la mano de su protagonista, Héctor Matías, el nuevo y flamante fichaje del Atlético Capital, «uno de los mejores equipos de Europa» (en esta ficción).

Pues... sí que parece que el tema de la homosexualidad en el fútbol español huele un poco raro, ¿no? Que hasta ahora ninguno haya salido parece un poco anacrónico...

Bueno, si no ha salido nadie del armario es porque lo que hay fuera da verdadero miedo. El fútbol y todo lo que le rodea no es un lugar cómodo para alguien que no sea normativo. Al menos, en nuestro país. Pero es algo que terminará cambiando, estoy seguro. Yo espero ver pronto a un jugador de Primera saliendo del armario. Incluso me atrevo a apostar que en menos de 5 años.

¿A qué se debe ese miedo?

Todos hemos ido alguna vez a un estadio y hemos escuchado a aficionados llamando «maricón» o «nenaza» a algún jugador, ¿no? Con ese panorama, dentro del armario hace menos frío. Y tampoco creo que la prensa fuera a ayudar a quien diera el paso; al menos, en un primer momento. Sería como con lo de Rubiales, que al principio le quitaron hierro al asunto pero luego todos se subieron a la ola del feminismo cuando vieron que les señalaban las costuras.

¿El fútbol sigue siendo mayoritariamente un universo masculino y retrógrado? ¿Está justificada la fobia que se le tiene desde cierto sector de la intelectualidad?

Por supuesto. Aunque los éxitos deportivos de la selección femenina y el golpe que dieron sobre la mesa para cambiar las cosas en el seno de la Federación pueden suponer un antes y un después. Creo que los que somos futboleros, además de ser ejemplo, tenemos que hacer militancia para que el fútbol sea un lugar más abierto, inclusivo y respetuoso. Fíjate: he sido padre hace unos meses y me he dado cuenta de que, a menos que cambie mucho la cosa, no estaría cómodo llevando a mi hijo a un estadio cuando tenga 6 o 7 años.

En todas partes cuecen habas, pero... da la sensación de que en España parece que el mundo del deporte (de masas) es todavía más hermético que en otros países de nuestro entorno, donde de vez en cuando, a cuentagotas, van apareciendo casos.

Si es hermético es porque España tiene una tradición conservadora que aún sigue latente y que hace que los avances, las libertades e incluso los derechos se consigan solo a base de mucho esfuerzo y de que mucha gente se haya quedado por el camino. Hay una frase de la película Te estoy amando locamente (2023), que habla de la lucha de los héroes LGTBI de Sevilla en 1977, que creo que lo ilustra muy bien: «Porque las cosas están cambiando, pero no han cambiado todavía». Eso es nuestro país, una continua lucha y un trabajo de ebanista para romper los techos de cristal.

Es curioso (o no), pero en el fútbol femenino (donde, por otro lado, tienen otras mil barreras), no parece que esto esté pasando... ¿Por qué?

Porque no han tenido, hasta ahora, el foco mediático ni el interés que merece de la sociedad. Aun así, solo tienes que entrar en Twitter y buscar para encontrar insultos contra las jugadoras, contra su aspecto físico y su condición sexual. Este es un problema estructural: la realidad es que pasa igual que en el fútbol masculino, pero no nos enteramos.

Porque tenemos claro que en LaLiga tenemos futbolistas homosexuales, ¿no? Y seguramente no sean ni uno ni dos...

Hay veinte equipos en Primera División, y creo que son como veinticinco jugadores en cada uno…, la estadística dice que sí. Fuera del fútbol profesional ya ha habido casos, como el de Alberto Lejárraga, antiguo portero del Real Murcia, que subió una foto a Instagram besándose con su pareja tras el ascenso de su equipo a 2RFEF.

Aun así, la historia de Héctor Matías, el protagonista de 11, ilustra esa sensación de aislamiento que pueden estar viviendo aquellos futbolistas que no se sientan capaces de dar el paso.

Sí. La historia de Héctor está definida por su condición sexual y por un miedo irrefrenable a no llegar a triunfar en el trabajo para el que ha nacido. Intenta, durante toda la novela, no ser él, pero todos sabemos que eso dura un tiempo, que no puedes ponerle puertas al campo. Ojalá su historia, como la de Fashanu, la de Lejárraga y otras tantas, sirva para que todos los futbolistas homosexuales puedan vivir en paz y libertad jugando al deporte que aman.

¿Qué le motivó a escribir esta novela? ¿Algún caso concreto? Hace unos meses tuvimos el de Jakub Jankto, y también se han escuchado recientemente insultos homófobos a futbolistas solo por pintarse las uñas o llevar bolso...

Fue la historia del inglés Justin Fashanu, el primer futbolista de élite que salió del armario. Fue un jugador muy famoso. Su traspaso al Nottingham Forest le convirtió en el primer jugador negro que había costado un millón de libras. Cuando vi el documental sobre su vida, Forbidden games (2017), comencé a sentir la necesidad imperiosa de hablar del tabú de la homosexualidad en el fútbol. Fue el germen de la novela.

¿Y cómo la ha escrito? ¿Ha hablado con gente del fútbol?

No, no hablé con nadie del fútbol. Pero sí me sirvió mi época trabajando en el UCAM Murcia CB para conocer cómo funciona un club deportivo de primer nivel, cómo vive un vestuario las victorias y las derrotas y como la presión y la tensión son parte del día a día en el deporte. También hay dos libros que me han ayudado mucho: Saber perder (2008), de David Trueba, y Una vida demasiado corta (2014), de Ronald Reng, sobre Robert Enke, que fue portero del Barça y de la selección alemana, y que se suicidó arrojándose a las vías del tren.

¿Y qué ha aprendido con 11? Porque estoy seguro de que no se enfrenta ahora a este tabú (porque lo sigue siendo) de la misma manera que lo hacía antes de abrir el Word por vez primera.

He aprendido a empatizar con el colectivo, a convertirme en militante por la causa. También he aprendido que he tenido conductas en mi vida de las que ahora me avergüenzo y que me moriré intentando corregir. Y, sobre todo, he aprendido a amar a Héctor casi como a un hermano.

¿Tiene solución todo esto, David? A corto plazo, me refiero. ¿Se están dando pasos o seguimos igual de estancados que hace años? Desde luego, los datos, como hemos dicho, no son nada halagüeños...

Sí, claro que la tiene. Alguien derribará la puerta de una patada, sufrirá lo indecible, llevará una mochila cargada, pero abrirá el camino de todos los que están por venir. Toda revolución tiene un comienzo, y esta es cuestión de tiempo.

Por cierto: segundo libro y segunda historia que publica con un trasfondo crítico. ¿Es eso parte de lo que le motiva para escribir?

Todo lo que me remueve, lo que me emociona o lo que me entristece o enfada me lleva a la escritura. Creo que es mi manera de sacar lo de dentro hacia afuera, para que no haga úlcera. También porque pertenezco a una generación que parece una etapa de montaña del Tour: lo mismo estamos en la cima del Tourmalet que en la llanura más solitaria. La literatura sigue siendo un símbolo de resistencia ante lo que nos sacude.

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