Entrevista | Inma Aguilera Escritora
«Quería escribir una oda al artista anónimo que ha existido a lo largo de la historia»
La escritora Inma Aguilera traslada al lector a la histórica fábrica de cerámica La Cartuja de Sevilla con 'La dama de La Cartuja', que presenta hoy en la Librería Luces

La escritora malagueña Inma Aguilera. / Beatriz Ruiz
Rafa Aranda
«Cuanto te enteras de lo que hay aquí, es mágico». Así resume la escritora Inma Aguilera (Málaga, 1991), desde el Monasterio de La Cartuja de Sevilla, cómo se inspiró para su nueva novela, 'La dama de La Cartuja'. Una obra, publicada por Ediciones B, que se adentra en la mítica fábrica de cerámica fundada en el siglo XIX por el marqués británico Charles Pickman para contar la historia de una estirpe de alfareras del barrio de Triana, en la que se mezclan secretos familiares, grandes pasiones, amores imposibles y mucho misterio. Esta tarde (19.00 horas), la presenta en la Librería Luces.
La fábrica de La Cartuja de Sevilla se convierte en escenario de varias épocas diferentes, que retratan lo que se vivía en los talleres de cerámica de entonces y los ambientes de la aristocracia sevillana. Todo ello plasmado en sus personajes, principalmente en tres mujeres muy distintas entre sí que se enfrentarán a los prejuicios de su tiempo para crear un legado inolvidable.
Describe Aguilera que este enclave era «una ciudad llena de gente y lo quería representar». «Tenía que transmitir de alguna manera lo que sentí al pisar este lugar, y quiero que los personajes lo transmitan también. Me pareció un reto apasionante retratar un lugar físico y emocional que es un refugio para el arte», explica esta autora.
Cuenta que iba por el centro de Málaga, y veía las vajillas, su diseño, y como persona que le ha gustado «este mundillo desde pequeña» sabía que La Cartuja «estaba detrás, pero no quién». Por eso se propuso que su novela fuera también «una oda al artista anónimo que ha existido a lo largo de la historia, como en los platos de loza cartujanos que podamos tener en casa».
Fábrica
A mediados del siglo XIX, en 1841, el marqués Charles Pickman se trasladó de Inglaterra a Sevilla para hacerse con el Monasterio de La Cartuja, donde se encontraba una fábrica de loza, y convertir La Cartuja de Sevilla en el centro de creación de vajillas y cerámicas que llegaban a las mesas más prestigiosas de Europa.
Este escenario llega a ser lugar de trabajo y residencia de muchas familias de obreros y de todos los directivos. Al principio llegaron más de 50 maestros británicos, pero posteriormente los sevillanos completaron la plantilla porque conocían el trabajo. Hasta 500 operarios estaban en una fábrica que tenía como elemento característico 22 hornos llamados «de botella», que todavía se pueden ver en el recinto, y que tienen su importancia en la novela como testigos de muchas situaciones e incluso teniendo cada uno un nombre.
Sin embargo, entre los obreros había cierto descontento. «Cogían a los artistas sevillanos pero para un trabajo manual, por lo que estos no estaban muy convencidos», asegura la autora. Por eso, algunos personajes tienen «reticencias con lo que se hacía y buscaban lo mejor para ellos». «Los alfareros tradicionales vieron como algo invasivo que Pickman viniera a hacer la loza industrial. Estaba obsesionado con el arte sevillano, pero muchos no se sentían valorados como artistas sino como obreros», añade, mientras sigue recorriendo los jardines del lugar.
Tras la muerte de Pickman la fábrica fue pasando por diferentes etapas y cambios societarios, en manos de sus herederos, teniendo momentos de expansión en la década de los 60, hasta el desalojo definitivo del Monasterio a finales de 1981.

Inma Aguilera, en el monasterio de La Cartuja, con su libro. / Víctor Félix Ríos
Todo comienza en Sevilla, en enero de 1902. Una joven británica, Trinidad, llega sola a la ciudad para resolver dudas sobre su pasado, con un antiguo plato exquisitamente pintado a mano, que podría ser determinante para resolver un misterio familiar ligado a la fábrica de La Cartuja, donde desde hace décadas se vienen creando las mejores y más elegantes vajillas de toda Europa.
Otra protagonista es Macarena, una alfarera sevillana y trianera. «Es un personaje con mucho arte, mucha vida y mucho color, que contrasta con la angustia de ver la fábrica cerrada y la necesidad de saber cosas de Trinidad», describe Aguilera.
También destacan Justa y Sagrario, dos artesanas de la Triana profunda que «tienen ese sentir de pertenencia al barrio y de fidelidad a la cerámica sevillana»; Felisa, una alfarera «metódica y perfeccionista que se siente atraída por la fábrica»; o Brígida, la directora de la escuela de arte por casarse con un amigo de Pickman y que poco a poco va adquiriendo poder, algo «malvada».
Amor a la loza
«Hay mucha interacción entre los personajes, pero nunca mezclándose. Me inspiró que el amor a la loza estuviese de por medio para conectar a personas de distintas clases sociales (burguesa y obrera). Hay muchas historias de amor, por la loza, abiertos de mente, obsesivos... A los lectores de literatura romántica les puede gustar», explica Inma Aguilera.
Para la escritura de esta novela, Inma Aguilera ha hecho mucho trabajo de campo y ha visitado muchas veces Sevilla y el Monasterio: «Me gusta investigar libros y documentación, pero también tener contacto con gente del lugar y preguntar a los sevillanos. Me llamó la atención que recuerdan a Pickman. Hay quien está agradecido a su figura pero otros a sevillanos le sentó mal que haya zonas deterioradas».
Describe que Pickman tenía «amor incondicional a Sevilla» y ella se sentía identificada de alguna manera como malagueña. «He venido en varias ocasiones para registrar varias épocas del año. La sensación de estar aquí es impresionante y se hace un ejercicio de visualización de cuando esto estaba lleno», cuenta.
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