«Yo quiero retos, para hacer un vodevil con tresillo siempre se está a tiempo»
Es uno de los protagonistas del Festival de Teatro de Málaga: estrena el monólogo "El maestro Juan Martínez que estaba allí", de Chaves Nogales
Marta García Miranda
Saldrá a escena vestido de negro, con camisa blanca, chaleco, pañuelo rojo al cuello y sombrero cordobés. Alto y espigado, se plantará en el centro de una tarima circular y con algo de chulería y la mano apoyada en la cadera nos dirá que se llama Juan Martínez, que es bailarín, hijo de bailarín y un granuja madrileño y castizo nacido en Burgos. Después de las presentaciones, compartirá con el público un relato en primera persona de sus peripecias por el mundo cuando el mundo estaba a punto de vivir la Primera Guerra Mundial, un viaje que hará junto a Sole, su mujer, que les llevará primero a París, después a Turquía o a Bulgaria y que acabará en la Rusia de la revolución de 1917. Es Miguel Rellán, en la piel del protagonista de 'El maestro Juan Martínez que estaba allí', novela de Manuel Chaves Nogales convertida en monólogo con dirección y adaptación de Xavier Alberti. Es uno de los espectáculos del inminente Festival de Teatro de Málaga (16 de enero, 20.00 horas).
'El maestro Juan Martínez que estaba allí' es «el viaje de supervivencia de un bailarín flamenco, de un hombre que pertenece al mundo de las variades, en una clave que conecta con la gran tradición de la picaresca española del Siglo de Oro —explica Xavier Albertí—. Juan Martínez es un hombre que observa y que, al mismo tiempo, intenta sobrevivir y adaptarse, un hombre que parece un maestro zen, que cree que la única forma de transformar la realidad es aceptándola».
Para el director de escena, la de Manuel Chaves Nogales «no es una novela de lamentos, sino de coraje, una novela llena de luz y una historia sobre la identidad: el bailaor observará los crímenes en las checas de Moscú y San Petersburgo, entonces Petrogrado y decidirá marcharse falsificando el pasaporta de un ciudadano italiano, y esa conversión es la de alguien que finalmente acaba renunciando a su identidad», explica Albertí, que sostiene que esa idea en torno a la identidad estará muy presente en toda la peripecia del personaje: ¿Qué es una identidad europea? ¿Qué es una identidad ética? ¿Qué es una identidad moral?».
Para el director del montaje, 'El maestro Juan Martínez que estaba allí' es «una de las tres obras más importantes de Manuel Chaves Nogales junto con 'Sangre y Fuego' y su maravillosa biografía de Belmonte», un autor reivindicado fundamentalmente a partir de la publicación en 2020 de su obra completa por la editorial Libros del Asteroide. El escritor y periodista publicó íntegra 'El maestro Juan Martínez…' en 1934 «a partir de una serie de entrevistas más o menos ficcionalizadas que hizo en París, pero no estamos seguros de si ese París o esos bailaores flamencos lo eran de verdad», explica Albertí, aunque hay quien apunta que el personaje podría haberse inspirado en la biografía del bailarín Vicente Escudero.
Monólogo
Rellán, de 81 años, se enfrenta a su tercer monólogo tras 'Novecento' y 'Yo, Farinelli, el capón' en un espectáculo sobrio y despojado, con el único acompañamiento de las luces de Juan Gómez- Cornejo y algunas ráfagas de música. Una hora de intemperie absoluta en escena que el actor convertirá en algo aparentemente sencillo: «Un colega tuyo, Larry King, tenía puesta una pancarta grande en su oficina que decía todo tiene que parecer fácil. A mí me encantan los trapecistas que dan ocho saltos y dices: Ah, eso lo hago yo». Rellán admite que lo que hace en escena parece sencillo, pero no lo es en absoluto: «No lo es, es difícil porque uno se mete en retos. Para hacer un vodevil con un tresillo siempre se está a tiempo, pero como decía Picasso, y aquí me pongo pedante y cultísimo, para ir donde no se sabe hay que ir por donde no se sabe».
Yo soy, sobre todo, espectador, y es importante no el mensaje, sino el recao
¿Qué le gusta de esta función? «Dos cosas. Otro colega tuyo, Iñaki Gabilondo, decía en un libro suyo que tu oficio, como el mío, es como el del cirujano: lo importante es el paciente. No vale de nada que la operación sea estupenda si el paciente se ha muerto, no sirve de nada que yo salga ahí, vomite, me tire al suelo o me desnude y el espectador diga no sé. Yo soy, sobre todo, espectador, y es importante no el mensaje, sino el recao. Y Juan Martínez es un optimista peleón, no se rinde, si le cierran una puerta, se va a otra, si no puede coger un tren coge otro, y si ese tampoco puede cogerlo, se hace pasar por italiano, pero no se rinde. Esa es la lección, que no hay que rendirse». ¿Y la segunda? «A Juan Martínez nunca le toca, ni en la adaptación que ha hecho Xavier Albertí ni en la novela, pero sí es testigo de algo en lo que ojalá los dioses no nos coloquen. La corresponsal de guerra Mónica Garcia Prieto me dijo una vez: Tú puedes matar a un niño. Y yo contesté que no, pero ella me respondió que, si llegaba el momento de elegir entre mi vida y la de un niño, elegiría la mía. ¿Dónde se van nuestros valores cuando uno no tiene más remedio? Eso está en la obra».
Buscavidas
Rellán interpretará a un buscavidas, uno de esos hombres con pocos recursos que se adapta a los problemas y sale adelante, algo que contrasta, dice, con un presente que «vivimos entre algodones, con la queja constante: me cuentan amigos psicólogos que hay gente joven con depresión porque no tienen suficientes likes o seguidores. Cuéntale eso a un tío que viene en patera y que ha salido hace seis meses de Mali. Pero en este país hay tres cosas que nos hacen falta, por este orden y con mayúsculas, que son educación, educación y educación. Yo, que no tengo hijos, creo que hay que reivindicar la figura del maestro, pero en las preocupaciones de los españoles de los últimos años nunca figura la educación, nunca. Están el terrorismo, los políticos, el fútbol. Con este gobierno que tenemos, presuntamente progresista, se puede pasar al bachillerato con dos o tres asignaturas (suspensas) y pasará a la historia como el gobierno con menos fracaso escolar. Nos ha jodido mayo, pero mueves a la gente y caen bellotas».
En este país hay tres cosas que nos hacen falta, por este orden: educación, educación y educación
En cuanto Rellán salga a escena establecerá con el público una relación de empatía instantánea, una conexión cargada de reconocimiento y cariño, quizá porque el actor exuda bonhomía y porque es difícil encontrar a alguien en la profesión y fuera de ella que no le quiera. ¿Le ha dado problemas ser bueno? «No, al contrario, hay compañeros que me dicen que este oficio está lleno de hijos de puta, pero yo debo ser gilipollas o tengo mucha suerte porque conozco a todo el mundo y son maravillosos conmigo. Pero es que yo también me porto bien con ellos, soy bueno, quiero serlo».
Su maestro Juan Martínez termina su relato preguntando si alguien se acordará de él. «A mí me gustaría que me recordaran con esa frase que está en la tumba de Max Aub: Hice lo que pude», dice Rellán. Ya, pero antes de eso, ¿qué planes tiene? «No me quiero morir sin ser políglota y sin saber música. Me defiendo con el árabe y el inglés, pero he vuelto a estudiar francés e italiano y llevo tiempo estudiando piano porque mi ilusión es dirigir una orquesta».
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