ENTREVISTA | María Galiana Actriz y profesora

«El oficio de enseñar es más duro que el de la interpretación»

La veterana intérprete traerá el 29 de enero al Festival de Teatro La reina de la belleza, una obra de Martin McDonagh dirigida por Juan Echanove. Además, recibirá el Premio Málaga de la cita escénica

María Galiana, en una imagen de archivo reciente.

María Galiana, en una imagen de archivo reciente. / La Opinión

Jorge Dávila

Destila la sabiduría de una maestra jubilada que ha disfrutado con la docencia, un brillo en sus ojos que ratifica que se lo ha pasado de cine en el mundo de la interpretación y una conversación fluida y profunda que sólo se gana con el paso de los años. María Galiana (Sevilla, 1935) se encuentra en un momento pletórico: ha estado estas fiestas con funciones de Cuéntame tu Navidad y ahora retoma la gira de La reina de la belleza, una obra «muy seria, mucho, de un autor revolucionario» y que dirige Juan Echanove. El 29 de enero la presentará en el Festival de Teatro, en el Cervantes, que también la reconocerá con su Premio Málaga de Teatro. Además de todo esto, este mayo Galiana cumple 90 años, una ocasión perfecta para hablar sobre la vida, la educación, el teatro y mucho más.

¿Qué lleva a una joven nacida en plena Guerra Civil al mundo de la interpretación?

Yo no elegí el mundo de la interpretación como oficio, elegí la docencia.

En ella estuvo hasta el 2000.

Sí, yo me jubilé por edad, no anticipadamente [Risas]. Mi desembarco en el mundo de la interpretación fue algo casual. Bueno, tuvo algo que ver que hubiera hecho teatro en mi etapa universitaria [María Galiana es licenciada en Filosofía y Letras y se especializó en Historia del Arte], a finales de los años 50. Los dos últimos no hice nada porque me di cuenta de que estaba tardando más de la cuenta en acabar la carrera y lo que quería era terminarla... A partir de ese instante no volví a los escenarios hasta treinta y pico años más tarde.

¿Qué es más duro, lidiar con la tiza día a día o tener que aprenderse un guion?

Dar clase [comenta sin dar margen a la duda]... El oficio de enseñar es más duro que el de la interpretación. No hay comparación. Levantarse durante años a las siete o siete menos cuarto de la mañana, porque yo elegía las ocho u ocho y cuarto para dar mi primera clase del día, es una tarea muy ardua... Estar cuatro horas en un aula, un recreo y la guardia que te podía caer es infinitamente peor que subirte a un escenario o encerrarte en casa para estudiarte un libreto. Ahora es cuando estoy descansando.

Conocemos a María Galiana actriz, más que nada por su largo rol como Herminia en la familia Alcántara, ¿pero cómo era la María Galiana profesora?

Tuve la suerte de formar parte de una docencia que aún no se había desestructurado. A mí no me llegaron los primeros balbuceos de la ESO; yo soy de las del antiguo bachillerato (los tres años y el C.O.U.). Estaba encantada con mis dieciocho horas semanales de Historia de España y Constitución (3º B.U.P.) e Historia del Arte (C.O.U.). Mi relación con los alumnos siempre fue placentera. Todo lo que me cuentan ahora me produce lástima, pero cierta tranquilidad por el hecho de que no me haya enterado.

Si no es la única, debe ser de las pocas profesoras de este país que tiene una participación en un película ganadora de un Oscar.

Mi marido, en paz descanse, era muy gracioso y me repetía muchas veces: Tienes la uñita del dedo chico de un Oscar [María Galiana apareció en los créditos de Belle Époque, de Fernando Trueba].

¿Qué es para usted el mundo de la interpretación?

Uno de mis hobbies preferidos que he desarrollado de la mejor manera que he podido y en el que me sigo divirtiendo. Yo me he aprovechado al máximo un don que habitaba en mi interior.

¿Las mujeres lo tienen un poquito más difícil en el oficio de la interpretación?

A los directores de cine les suelen gustar los cambios y buscar caras nuevas, a no ser que seas un hombre de mediana edad... Si te llamas José Coronado, Javier Gutiérrez, Luis Tosar, Antonio de la Torre, ¿sigo?... Éstos salen en todas las películas.

«Nunca pensé que el fascismo pudiera ser una opción de vida para los jóvenes»

Dice que nunca ha estado mejor y que está «como un niño» a sus 63 años y con 45 de profesión a sus espaldas. Juan Echanove vuelve a la dirección teatral con el texto del cineasta y dramaturgo británico Martin McDonagh La reina de la belleza de Leenane. «¿Por qué en estos tiempos un tanto oscuros ha elegido esta obra tan desesperanzada?», le preguntamos. Y la respuesta es meridiana: «Igual por eso mismo, porque los tiempos son muy oscuros. Porque creo que si hay algo que da vida al teatro por encima de otras artes es que afronta con una enorme valentía y sinceridad la sociedad que ha de interpretar. Yo veo una sociedad enormemente caótica a mi alrededor, y en Martin McDonagh encuentro una manera de afrontar ese caos y de contar esa verdad muy descarnada, sin obviar la presencia del sentido del humor negro».

Asegura Echanove que no quiere «subrayar nada con La reina de la belleza…»: «Yo pongo todo el universo encima de la mesa y el espectador decide y toma partido por quien crea mejor, por la madre o la hija, o por la vida tan destrozada que tiene Pato Dooley, que es un personaje condenado a buscarse la vida en otro país, es un emigrante que vive en un puto barracón por una mierda de sueldo para poder subsistir, o por ese pobre joven mensajero cuya expectativa es abandonar el pueblo donde vive porque lo odia, pero seguramente acabará muerto en un callejón de Manchester o de Londres por una sobredosis o con un tiro por la espalda por trapichear con droga».

Toda esa frustración de la que habla la obra está siendo canalizada, en parte, por la ultraderecha y el fascismo. Reflexiona el director: «Absolutamente y me siento descorazonado. Nunca hubiera podido imaginar tener que contemplar, observar o incluso participar de lo que se está produciendo en la sociedad. Nunca hubiera podido imaginar que el fascismo pudiera llegar a instalarse como una opción de vida, sobre todo en la gente más joven». 

La obra de McDonagh vincula la relación de maltrato entre una madre y su hija con unas condiciones materiales muy precarias, otro de los asuntos que interesan a Echanove: «En esta vida no es lo mismo ser millonario que ser pobre. La falta de recursos económicos hace que la carga de tener que cuidar continuamente a una persona dependiente sea el doble de pesada de lo que pueda ser cuando sí tienes recursos y puedes disponer de residencias, y no es lo mismo una residencia privada que una pública, y no es lo mismo una pensión mínima que una máxima. Y, desde luego, el odio que se puede generar en una situación así es palpable». 

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