Entrevista | Laia Marull y Sergi López Actores, protagonistas de 'La terra negra'

«Hemos hecho una película con algo místico sin un solo efecto especial»

El director Alberto Morais sorprende con una película enigmática, tan cotidiana como alegórica que muestra un inhóspito mundo rural al que llega un forastero misterioso para ayudar a dos hermanos que regentan un molino

El equipo de «La terra negra», con Laia Marull y Sergi López en el centro. | GREGORIO MARRERO

El equipo de «La terra negra», con Laia Marull y Sergi López en el centro. | GREGORIO MARRERO

Málaga

¿Qué creen que hace diferente y especial a La terra negra?

Sergi López: Es una película única, no solo por la forma en que está narrada, sino también por la historia, los personajes y ese misterio, esa especie de enigma que envuelve toda la trama. Esa atmósfera peculiar hace que las personas también adopten otra manera de percibir la película. Está claro que este director, Abierto, transmite algo muy primigenio y original, algo auténticamente suyo. No busca ser diferente; simplemente es diferente. En una época en la que todo parece cada vez más ajustado a formatos, con límites sobre qué se puede o no se puede decir, y con un ritmo narrativo establecido al que ya estamos acostumbrados, él rompe con todo eso. Es un milagro.

Laia Marull: Es que eso es lo que buscamos nosotros, los actores. Somos instrumentos, sí, pero dentro del universo de otra persona nosotros también aportamos creatividad, dejando un pequeño rastro de nosotros mismos en ese proceso mismo.

Cuando les llega un guión tan particular como éste, ¿qué piensan?

S. L.: A mí me enganchó el guión y decidí conocer al director que había detrás de él. Todo el mundo me hablaba de él: «¿Alberto Morais? Es un tipo interesante, ya verás». Y me di cuenta, al conocerlo, de que te aporta mucho. Sí, utiliza una claqueta y una cámara como cualquier otro director pero percipes que el universo que te presenta es suyo, auténtico y honesto; aunque pueda parecer disperso o caótico, tiene una claridad asombrosa a la hora de transmitir.

L. M.: Entrar en ese universo, que va más allá del realismo o de lo convencional, requiere esfuerzo, un proceso que no siempre es inmediato. Y cuando conocí a Alberto supe que podía confiar en él como artista.

Hay muchas películas en el actual cine español rodadas en el campo, pero con unas intenciones diferentes a las de La terra negra, ¿verdad?

S. L.: El mundo rural, en este caso, es un paisaje que sirve más como símbolo que como un contexto literal. No se trata de señalar la violencia en el ámbito rural como un fenómeno particular, sino de reflejar una violencia latente y estructural que está presente en nuestras ciudades y sociedades.

L. M.: Aunque el escenario rural puede hacer esta tensión más evidente, la película realmente habla de problemáticas sociales más universales, como el miedo al forastero o las dinámicas de exclusión que se manifiestan en todas partes. Lo interesante es cómo plantea que la salvación del ser humano radica en la conexión con los demás, en el reconocimiento mutuo y en la búsqueda de humanidad. Es un mensaje profundamente moral y esperanzador, más que simplemente social.

Y luego está el componente místico de la historia, que a algunos espectadores podría llegar a descolocar.

S. L.: Es una película que tiene algo místico pero sin un solo efecto especial. Da la impresión de ver algo mágico, que se adentra en lo fantástico, pero lo consigue solo a través de miradas y sonidos, lo cual la hace única.

L. M.: No hablamos de una magia tipo películas como Superman, sino de algo más humano. Lo fascinante es que cada persona puede percibir esta energía, que yo entiendo como una canalización no mística pero sí profundamente emocional y auténtica; algo que todos tenemos en cierta medida, pero que quizás no explotamos del todo.

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