Entrevista | Belén Gopegui Durán Escritora
«Trump y Musk tienen el poder porque se lo hemos entregado»
La madrileña publica 'Te siguen', una novela con el trasfondo de la vigilancia silenciosa a la que estamos sometidos los ciudadanos faltos de privacidad. La presenta en el CAL el próximo 10 de abril

La autora madrileña, durante la entrevista / Macarena Pérez
Elena Hevia
La autora madrileña Belén Gopegui Durán publica 'Te siguen' (Random House), su nueva novela, que tendría aires de ciencia ficción si no fuera perfectamente reconocible el contexto en que vivimos. Ese en el que somos observados digitalmente por poderes superiores que nos reducen a números. Lo presentará la próxima semana en el Centro Andaluz de las Letras.
¿Se podría leer 'Te siguen' como una novela distópica, aunque esté hablando de un aquí y un ahora?
Yo no la llamaría distópica porque en la novela el espionaje lo realizan personas con identidad, gente que se ve interpelada por aquellos a quienes vigilan. Lo que sí considero distópico, en el sentido de más inhumano, son las grandes infraestructuras que hay detrás de Pegasus, por ejemplo, sistemas que están espiando a 20 individuos a la vez desde una oficina sin interactuar con ellos, reduciéndolos a números y a códigos. Además, en mi novela las personas a las que se sigue tienen una visión de resistencia que no es nada distópica ni resignada.
Junto a los cuatro personajes protagonistas hay un quinto en discordia, una inteligencia artificial que analiza los datos.
No es exactamente una inteligencia generativa, sino más bien un grupo especial de estudio que utilizan las empresas, pero sí ha sido interpretada como una inteligencia artificial y no me parece mal.
¿Por qué le interesaba esta otra vigilancia más humana, estilo espía de John Le Carré?
Para ponerla en contraste con lo que hay. Uno de los problemas de las combinaciones entre redes neuronales y algoritmos que estudian patrones es que necesitan simplificar porque la realidad es bastante difícil de medir. ¿Cómo medimos nuestra conversación ahora? ¿Cómo medimos las nubes sobre nuestras cabezas? Al simplificar y reducirlo todo a números se está empobreciendo la realidad. Los números no explican lo que somos.
Pero exhibimos nuestra intimidad en la web. Damos nuestros datos una y otra vez alegremente sin pensar en las consecuencias.
El problema es aún mayor con esas apps que miden tu sueño o tu actividad física, o las plataformas de los bancos y las de la salud, que te obligan a poner tus datos personales y en caso contrario no puedes acceder a los médicos. Curiosamente, esa obligación no viene aparejada con una garantía absoluta de que tus datos no van a caer en malas manos. El programador estadounidense Richard Stallman dice que cuando no hay comunicación sin supervisión de terceros la democracia no es posible. Y tanto el whatsapp como nuestras conversaciones telefónicas no la tienen, y ya ni siquiera hace falta un auto judicial para que queden grabadas. Ahí hay algo terrorífico.
Debemos exigir seguridad y un regreso a lo analógico por parte de las administraciones
¿Cómo evitarlo?
Debemos exigir seguridad y un regreso a lo analógico por parte de la administración. Respecto a la seguridad, hay que romper esos inmensos monopolios. No puede ser que por una parte se hable de que lo que importa es Europa y por otra, que Europa tenga todos sus datos en plataformas que ni siquiera están en su suelo. Hay tantas contradicciones tan graves que proceden de no haber tomado la medidas necesarias: que no haya redes distribuidas, que haya sistemas opacos, que no se haya optado por el software libre. A esto hay que ponerle freno.
A estas alturas es un poco difícil.
Me gusta mucho eso que dice la filósofa Clarissa Béliz de que la privacidad es colectiva, porque yo puedo tener desconectada mi localización en el móvil, pero si estoy con una persona que sí lo tiene activado, ya saben dónde estoy. Pero nos han generado una forma de vida en la que ir sin teléfono es imposible. Es como el sistema bancario: si tú no tienes una cuenta no puedes recibir tu nómina. Y eso no se le ha consultado a nadie.
Sostiene que la intención de ese control es producir seres solitarios.
Hace unas décadas criticábamos el individualismo y el consumismo. Hoy no podemos imaginar una sociedad no consumista, nos suena a hippies con flores. Estoy convencida de que el capitalismo siempre trabaja creando soledad porque en la soledad de la gente es mucho más fácil instigar al consumo. La soledad y el consumo dan una cierta impresión de autonomía pero en realidad cuando estás más protegido es cuando estás rodeado de gente que te quiere.
Escribió este libro antes de la llegada de Trump, pero adquiere una nueva luz leído ahora.
Hay montones de movimientos que llevan años diciendo que no abandonemos el software libre, que no entreguemos todos nuestros datos, que creemos sistemas nacionales de correo electrónico. Nunca se les ha escuchado y de pronto, ah, qué horror Musk tiene plataformas que tienen todos los datos y Trump puede utilizarlos. Pero no son supervillanos.
La soledad y el consumo dan una cierta impresión de autonomía pero en realidad cuando estás más protegido es cuando estás rodeado de gente que te quiere
Perdone que discrepe, lo son.
Bueno sí, pero no porque tengan un rayo mágico. Si no porque tienen el poder que les hemos entregado. No sé, mucha gente lleva años diciendo que no podemos insistir en la ilusión de la meritocracia porque es ofensiva para todas las personas que no han podido progresar en su vida. Eso es una absoluta mentira. Y cuando esas personas se enfadan y votan, decimos que han votado mal. Y tampoco. No esperemos que se desintegren los supervillanos porque vendrán otros. Lo que tenemos que hacer es trabajar en las causas que generan eso.
Su libro al final es optimista.
Creo que la organización es una capacidad preciosa. Hay una organización que sale en el libro, Tu nube seca mi río, que visibiliza el impacto de los centros de datos en los recursos hídricos y una de las fundadoras, Aurora Gómez Delgado, me decía que se habían puesto en contacto con Netflix para hacer algo, pero en la plataforma solo pedían argumentos de ecoterrorismo, lo que, naturalmente, no les interesaba. Los activistas hacen cosas complejas, aburridas y preciosas que no entran en la lógica que está moda porque además se hacen colectivamente y a largo plazo. Y esos lo sabe bien la ultraderecha cuando recurre a organizaciones que ni son complejas, ni son aburridas ni son preciosas. Son simples, están llenas de adrenalina sin reflexión y no son preciosas porque niegan el derecho a la existencia a muchísimas personas.
Suscríbete para seguir leyendo
- Las redes arden con el debate de la peor provincia de Andalucía: 'Costa no tendremos, pero somos la provincia con más playas de interior...
- Dos 'influencers' enloquecen con el plato tradicional de un pueblo andaluz: 'No sabíamos ni que existía
- Un nuevo chiringuito desembarca en Málaga, en el paseo marítimo de La Misericordia
- Esta es la taberna más famosa de toda Cádiz: más de 70 años de historia y platos desde 5 euros
- Este es el pueblo andaluz a poco más de una hora de Málaga, reconocido por National Geographic como el que mejor vistas tiene del mundo
- El Centro de Internamiento de Menores de Málaga irá ubicado en la urbanización El Olivar, de Churriana
- El transporte público vuelve a ser gratis este verano en Málaga: cómo solicitarlo
- Juanma Moreno reta a Óscar Puente y se ofrece para hacer el tren litoral de Málaga: 'Si el Gobierno se siente incapacitado, que hable con nosotros