Entrevista | Sergio Sarria Escritor y guionista
«A los andaluces nos han contado desde fuera y desde el estigma del integrismo»
Su thriller ambientado en la Semana Santa de Morón Cuando nadie nos ve ha llegado con éxito a la pantalla de la mano de Enrique Urbizu y Maribel Verdú. Charlamos con el malagueño sobre la serie, que te piropeen en The New York Times y la Málaga del boom

El escritor malagueño Sergio Sarria, ayer en Málaga. / ÁLEX ZEA

Quedamos con Sergio Sarria (Málaga, 1979) en la cafetería del AC Málaga Palacio. Atravesamos la calle Molina Lario, tomada ya por la logística de la inminente Semana Santa y entramos en el vestíbulo del hotel, también copado por la iconografía religiosa propia del calendario. Inmejorable escenografía, desde luego, para charlar sobre 'Cuando nadie nos ve' (Espasa), la reedición de su novela del 2019 sobre la que se ha basado la primera serie de MAX, homónima, que está cosechando aplausos y números. En la ficción, dirigida por Enrique Urbizu, la teniente de la Guardia Civil Lucía Gutiérrez (incorporada por Maribel Verdú) investiga un crimen cometido durante la celebración de la Semana Santa en Morón de la Frontera (Sevilla).
Le leo una frase a ver si la identifica: «Es uno de los mejores dramas criminales extranjeros en mucho tiempo: centrado, hermoso, sólido e ingenioso».
¡Hombre! ¡Es que eso me petó la cabeza!
Es parte de la reseña de Margaret Lyons para 'The New York Times' de 'Cuando nadie nos ve', la serie. ¿Cómo se le quedó el cuerpo cuando la leyó?
Me acuerdo de que poco antes de la premiere de la serie en Sevilla ya veía la ciudad inundada de carteles, así que, sin ser yo la persona más emocional del mundo, todo aquello me había removido algo. Pero es que al día siguiente del preestreno me escribieron desde Zeta, la productora, pasándome el artículo, y eso ya fue increíble. Es de esas cosas que no se pueden calcular, que aparecen por suerte, porque nadie piensa en escribir un libro para salir en 'The New York Times'. Ahora me preguntan que cómo es convivir con el éxito, y la verdad es que no convivo con él; mi vida sigue siendo la misma, aunque ahora salgo de mi casa, me cruzo con mis vecinas y me dicen «Hemos estamos presumiendo de ti» o «Avísanos si va a venir algún famosos a tu casa». Eso me mola... Está claro que es mi trabajo que mayor repercusión está teniendo.
¿Y por qué cree que es así?
Me gusta pensar que es por el componente local tan fuerte que tiene la historia; ahora mismo, lo local, lo popular es la última trinchera que queda de lo identitario. Y también por el hecho de abordar algo, la existencia de una base americana en Andalucía, que siempre me había resultado raro que no se hubiera tocado en la ficción. A algo así se puede aproximar uno desde muchos géneros y tonos; para el thriller, por ejemplo, lo tiene todo: un avión que viene de camino a Guantánamo con presos de la guerra de Afganistán y que para en la base de Morón mientras está la campaña de la recogida de la aceituna. ¿No es algo increíble? Me sorprende que no se haya jugado con eso antes. A veces hay una cierta tentación de hacer la 'Sucession' española cuando tenemos algo así.
Que el entorno capillita no haya protestado por la serie, ¿es otro éxito?
Ni una polémica, al contrario: hubo participación plena de todas las cofradías de Morón de la Frontera, el Obispado también ha mostrado su apoyo... La carrera oficial, como se llama allí, se cambió en la serie para que diera mejor en cámara; al final, a los cofrades les gustó tanto que se votó y ahora ésa es la nueva carrera oficial. Fue algo muy chulo. Como ver en el Festival de San Sebastián a Enrique Urbizu explicándole a la prensa que es una igualá o una chicotá... Eso, explicar conceptos tan nuestros fuera, me parece un éxito. Merece la pena contar ciertas cosas desde aquí porque los que hemos convivido desde niños con ellas no tenemos una mirada prejuiciosa, sabemos de qué estamos hablando. Por eso lo único en lo que insistí para la serie fue en que los guionistas fueran andaluces [en los créditos están Daniel Corpas, Isa Sánchez y Germán Aparicio, con los que también colaboró en Malaka], que tuvieran esa raíz, esa cosa de no mirarnos como si en Andalucía fuéramos unos locos.
La carrera oficial de la Semana Santa de Morón se cambió en la serie para que diera mejor en cámara; al final, a los cofrades les gustó tanto que se votó y ahora ésa es la nueva carrera oficial
Lo dijo usted en una entrevista cuando lanzó 'Cuando nadie nos ve', el libro, en 2019: «Pienso muchas veces en Cataluña con el orgullo que se habla de la calçotada y aquí nos da miedo hablar del Rocío, no sé por qué, cuando no deja de ser lo mismo, una fiesta popular interesante».
Nos han contado muchas veces desde fuera, y nos han impregnado del estigma del integrismo. No quiero encender un debate, ni mucho menos, pero no creo que haya ningún prejuicio respecto a ninguna fiesta que se desarrolle de Madrid para arriba y sin embargo aquí, con cualquiera, con Semana Santa, con El Rocío, siempre aparece ese clasismo de considerarnos poco menos que locos. Y no es así. Hay muchas Semanas Santas, no estamos todos rompiéndonos la camisa; por ejemplo, fue durante muchos años el refugio de lo queer.
En el éxito de la serie han sido capitales, lógico, Enrique Urbizu y Maribel Verdú. Me imagino que los va a sacar en procesión esta Semana Santa, ¿no?
[Risas] La verdad es que la serie está muy bien rodada, con mucho gusto, con un tempo que no es el habitual en España, que suele ser más explosivo. Y ahora Lucía [Gutiérrez] ya tiene para mí la cara de Maribel.
¿Le está influyendo en la tercera novela de la teniente? Se publicará a final de año.
Sí, y para bien. Ahora estoy con la reescritura del libro, y tengo que decir que estoy condicionado pero a favor por Maribel; ella me ha descubierto cosas del personaje que me gustan mucho: por ejemplo, ella hablaba mucho de la importancia de que Lucía ocultara sus manos para no mostrar sus estados de ansiedad, y era algo en lo que no había caído. Quizás aplicar algo así a una novela sea complicado, pero es un terreno para explorar muy interesante.
Por cierto, ¿será la última novela de Lucía Gutiérrez?
Por mí ya estaría, sí, pero nunca se sabe. Va a transcurrir en Sevilla, en 2019, coincidiendo las elecciones locales con la Feria de Abril, un contexto perfecto para tener a políticos haciendo brindis cutres [Risas]. Es un contexto que ha definido muy guay Urbizu a la hora de hablar de 'Cuando nadie nos ve': thriller a plena luz. Me gusta esta cosa de que en un contexto festivo, de luz, se pueda mostrar las tripas de la ciudad, toda la oscuridad. Y sirve para contar otras realidades que me interesan, cuestiones como la situación de los trabajadores de la fresa, por ejemplo.
El policiaco siempre es una excusa para contar cómo somos y cómo estamos, indagando especialmente en los rincones más ásperos.
Sí, es un papel de caramelo, un atractivo que te permite abordar cuestiones sociales que quizás afrontadas desde el drama espantarían un poco más al espectador o al lector. Me gusta eso que respondía Patricia Highsmith cuando le preguntaban por qué escribía novelas criminales: "No escribo novelas criminales, escribo novelas donde ocurren crímenes".
Cuando termine la serie de novelas de la teniente Gutiérrez, ¿qué tiene pensado escribir?
Pues me gustaría volver a la comedia... Hace unos años dije en una entrevista: "Me hacen gracia muy pocas cosas ya". Y lo mantengo. Pero me apetece estar en la comedia de nuevo, aunque alejado del chiste [Sarria fue durante años coordinador de guión del programa de televisión El Intermedio]. El humor del chiste está muy bien, es muy difícil, pero a mí me cansa. La comedia es sorpresa, no hacer un chiste por cada línea de diálogo. En EEUU hace años que ya no hay ninguna comedia pegada al chiste, van por otro lado que es el que a mí me interesa. Pero también estoy aprovechando el rompehielos de 'Cuando nadie nos ve' y moviendo thrillers por editoriales.
El policiaco es un papel de caramelo, un atractivo que te permite abordar cuestiones sociales que quizás afrontadas desde el drama espantarían un poco más al espectador o al lector
¿Debería temblar Javier Castillo?
[Risas] No, no, su éxito es ya otro nivel.
Por cierto, el autor de 'La chica de nieve' también muestra una Málaga lejos del cliché playero y más centrada en el lado oscuro del corazón humano en las dos adaptaciones para Netflix de sus libros de Miren Rojo.
Javier, con el que he hablado en alguna ocasión, busca terrenos más luminosos y optimistas en sus historias; yo, probablemente, eso no lo tengo, fundamentalmente porque tampoco vitalmente soy así: ya para mis parcelas vitales me cuesta encontrar la luz [Risas]...
Ya que los números de 'Cuando nadie nos ve' son tan positivos, ¿habrá una segunda temporada? La segunda aventura de Lucía Gutiérrez, 'Terral', transcurre en Málaga, así que sería fantástico que se hiciera aquí...
No lo sé, veremos a ver, ojalá.
Sería estupendo ver su Málaga de 'Terral' en imágenes. El lado oscuro del boom...
'Malaka' [la serie protagonizada por Salva Reina en la que ya trabajó Sarria con Corpas, Sánchez y Aparicio] ya coincidió con ese fenómeno, el del boom de la Málaga de no sé muy bien cómo llamarlo. Estuvo muy bien sacar ese torpedo de flotación, la verdad. No vamos a romantizar la Málaga de los 90, que era un páramo, pero entre ésa y la de hoy hay una zona intermedia...
Usted, de hecho, quiso reinstalarse en Málaga hace unos años.
Lo intenté, pero los precios en las zonas que quería eran como los de Madrid, así que terminé en Sevilla. Ahora vengo a ver a mis padres, siento cariño y nostalgia por Málaga pero más allá de eso... Es lo que dice Broncano: presumir de donde eres es como salir a la calle a gritar que eres Acuario.
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