Literatura

Vargas Llosa y sus veranos depurativos en Marbella

El fallecido Nobel peruano no faltaba un verano a su cita con el ayuno en la clínica Büchinger,

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa, con los responsables de la Büchinger

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa, con los responsables de la Büchinger / Clínica Büchinger

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

Carmen Balcells, la agente literaria de agentes literarias, era una asidua de la clínica Buchinger (Marbella). "Nos hablaba mucho, a Patricia y a mí, y con mucho entusiasmo de los ayunos que hacía allí", contó una vez Mario Vargas Llosa. Un día, Mario y Patricia acompañaron a Balcells a uno de esos ayunos y la experiencia fue reveladora. Tanto que, como confesó el Nobel, el único caso en su vida en que ha hecho publicidad de algo, y sin que se lo pidieran, fue el de la clínica marbellí. Veintitantos años Vargas Llosa y Patricia (también fue con Isabel Preysler los años en los que compartieron vínculo sentimental) dedicaban parte de su verano a ayunar en la Costa del Sol. 

"Desde esa primera cura, descubrí que tenía un cuerpo, y que ese cuerpo era muy importante, y que a ese cuerpo había que conocerlo, había que estudiarlo y había además que tratarlo con consideración porque de ese cuerpo dependía nada menos que la felicidad o la infelicidad cotidiana. Si al organismo no le damos de comer, el organismo se alimenta de lo que le sobra: lo quema, lo elimina y, naturalmente, uno adelgaza. Pero el ayuno tiene efectos extraordinarios en muchos aspectos de la vida de una persona. Tal vez el más importante es que uno descubre su propio cuerpo. Para mí, ésta fue una verdadera revelación desde esa primera cura que hice hace ya veintitantos años", reflexionó en un discurso pronunciado en el I Metromeeting en España de Buchinger Marbella. 

Exhausto

Todos los veranos, el Nobel peruano llegaba exhausto a su cura marbellí; allí le experaba una rutina diaria de ayuno, caminatas, natación, ejercicio, masajes... y descanso. "Como no hay digestión, el sueño no es profundo, es un sueño muy superficial, tanto que muchas veces uno tiene la impresión de que no duerme, que está en estado de vigilia, pero no lo está. Está descansando. Y está descansando con una especie de lucidez que le permite distanciarse de aquellas imágenes que su mente produce o que vienen a su mente y que son de una extraordinaria riqueza, tanto estética como espiritual", compartió el escritor. Cuántas de sus novelas se habrán ideado durante esas estancias de lo que, frívolamente, muchos podrían pensar que eran semanas dedicadas a quitarse unos kilos de encima y lucir coqueto.

Para Mario Vargas Llosa, sus días en Marbella suponían una idea, un estado de ánimo; le reconfortaba "pensar que allá hay una casa donde más tarde o más temprano podemos llegar, y donde recuperaremos el optimismo, esa paz, esa paz interior maravillosa que es tan difícil de alcanzar en la vida cotidiana".

El sentimiento de cercanía fue siempre recíproco, por lo que en 2010 Marbella nombró Hijo Adoptivo al autor de 'La fiesta del chivo. Por eso, hoy, pocas horas después de conocerse la noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa, el Ayuntamiento de Marbella decretó dos días de luto.

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