Entrevista | Manuel Liñán Bailaor y coreógrafo

«Seguiré bailando con bata de cola, mantón y peluca siempre que me apetezca»

El prestigioso flamenco, el hombre que baila con bata de cola, trae al Teatro del Soho-CaixaBank hoy y mañana 'Muerta de amor', una celebración de la vida, el amor y la pasión en fucsia y negro

Manuel Liñán, en una foto promocional

Manuel Liñán, en una foto promocional / Marcos G Punto

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

Dice usted que baila mejor cuando está alegre y enamorado. Curioso en un arte como el flamenco, que, quizás por cliché de los que lo vemos desde fuera, parece inspirarse mayoritariamente en el dolor, en las experiencias duras e intensas. ¿A usted el dolor no le inspira? Quizás todo se resuma en que algunos bailan para dentro y otro para fuera.

Toda emoción tiene una consecuencia que repercute en el baile: el amor, la decepción, el dolor, el deseo, la alegría... Todo lo que nos emociona me afecta y por supuesto se refleja en el baile. Bailar enamorado es maravilloso.  

Usted reivindica desde la alegría, no desde la pancarta. ¿Le sale así o se esfuerza en contenerse para que su arte no sea directamente político?

Yo comparto mis inquietudes, mis vivencias, lo que me inquieta personalmente. El baile, la danza, es mi herramienta para manifestarme. 

¿Es 'Muerta de amor' una autobiografía íntima suya, una forma de contar las historias de amor que ha vivido y cómo le han transformado?

Nace de historias personales, pero se desarrollan de una manera mas genérica; la semilla, digamos, está en lo personal, ése es el punto de partida, la inspiración. Durante el proceso artístico, esas historias se convierten en situaciones o emociones más generales, en donde la gente puede verse identificada de alguna manera.

En esta función prescinde de la bata de cola y el mantón. ¿Quizás porque se estaba convirtiendo en un cliché, porque todos ya le identifican con eso y pretendía mostrar que es usted más?

No, simplemente no me apetecía. Y dentro de todo este pasaje coreográfico no me visualizaba con ello. 

Aunque lo cierto es que los comentarios homófobos recientemente vertidos en Facebook a un vídeo suyo bailando con mantón y bata de cola son la prueba de que es necesario que usted siga bailando con mantón y bata de cola, ¿verdad?

Bueno, realmente es un reflejo actual de la sociedad, de una minoría me gustaría pensar, que en estos comentarios de odio no juzga el criterio artístico sino la estética y la orientación sexual. Es necesario el respeto. Yo seguiré bailando con bata de cola, mantón, peluca, etc. siempre que me apetezca. 

«Me ponía una falda en la academia y una bata de cola en la academia. Y la gente me decía maricón y se reía de mí. Pero si no se hubieran reído de mí y me hubieran valorado como un niño que baila con bata de cola, habría sido diferente todo», comentó en una entrevista. ¿Cómo cree que habría sido?

Pues no sé pero seguramente no habría tenido miedo de ponerme una bata de cola o travestirme, quizás no lo habría hecho con 37 años, sino como con 16; quizás habría bailando en los tablaos con 18 años ya travestido, quizás no habría tenido que soportar tanta burla y rechazo; no habría tenido que esconderme y fingir un modelo que la sociedad te impone de alguna manera por ser «hombre».[recalca la palabra]

Desde hace varios años, la copla, que es muy importante en 'Muerta de amor', está siendo revisada y revalorizada desde lo queer, como una herramienta de comunicación del amor homosexual, naturalmente desde la discreción; se están publicando libros al respecto, estudios, bastantes podcasts... ¿Se podría producir algo similar en el flamenco, más allá de la copla, de la canción española?

Sí, creo que ya está pasando, empezamos a hablar sin tapujos y vestirnos de otra manera, la gente que lo necesita.

'Muerta de amor' la finalizó durante una residencia en Torrox. ¿Cómo fue la experiencia?

Maravillosa. Convivimos todos juntos, compartíamos el proyecto las 24 horas, en un lugar tranquilo y acondicionado para poder ensayar y probar técnicamente. Fue muy importante la convivencia, reflexionar juntos, sin prisas, sin presión, se iban planteado las cosas desde cero. Fue muy bonito, una creación muy honesta. 

El fucsia es el color prohibido de mi infancia, el que no podía llevar porque cuando lo usaba se escuchaba la risa de los demás niños

¿Cómo ha sido la colaboración con el malagueño Ernesto Artillo en el espectáculo? Da la sensación de que le ha ayudado usted a conceptualizar, a darle forma y sentido a sus intuiciones, ¿me equivoco?

Ernesto fue fundamental: él me dio una direccion clara para el proyecto, le dio naturalidad, transparencia; supo hurgar en lo que me conmovía y había que plasmar en el espectáculo, y, ademas, hizo un diseño de vestuario bestial. Fue mi confidente y compañero.

El negro, ese negro muy Artillo, y el fucsia son las tonalidades cromáticas que dominan con rotundidad la puesta en escena. ¿Qué simbolizan?

El fucsia para mí es el color prohibido de mi infancia, un color que no podía llevar porque cuando lo usaba se escuchaba la risa de los demás niños diciendo «jajaja el rosa es de chicas, te gustan los chicos, eres marica….». Y el negro lo buscamos por el contraste con el rosa, lo que mejor funcionaba estéticamente.

Ganó el Premio Nacional de Danza con sólo 27 años. ¿Eso es algo que estimula más o que añade una presión extra que puede paralizar? Desde la perspectiva de los 8 años que han pasado desde la concesión del galardón, ¿cómo lo recibió usted y cómo ha influido en su carrera?

Me acuerdo de cuando me dieron la noticia: estaba en Italia trabajando, y cuando me llamaron la verdad es que pensé que era broma, pero después, por supuesto, me puse chillar, claro, y luego a brindar... Fue una gran sorpresa... En realidad, son las dos cosas, un estímulo y una presión: algo así te da un gran empuje a la misma vez que te crea responsabilidad.

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