Concierto en el Teatro Cervantes

Camarena, el tenor que «acaricia el alma», cierra esta noche la Temporada Lírica

El mexicano, que reside en la Costa del Sol, es uno de los grandes del actual bel canto pese a no ser un talento especialmente precoz

El tenor Javier Camarena.

El tenor Javier Camarena. / Europa Press

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

Vive entre nosotros, en la Costa del Sol, es mexicano y lleva años impartiendo su singular magisterio lírico. El tenor Javier Camarena, conocido como «la voz que acaricia el alma», actúa esta noche en el Teatro Cervantes, acompañado por su inseparable pianista Ángel Rodríguez, para echar el telón de la Temporada Lírica con un recital con piezas de Tosti, Donizetti, Massenet, Verdi y Sorozábal, entre otros.

Hijo de un técnico de una planta de energía nuclear en México y de una profesora de cocina, en la casa había música como hobby y esparcimiento, no por devoción y ocupación: «A mi padre le encantaba tocar la guitarra. Fui la oveja descarriada que se dedicó a esta profesión tan particular», recordó recientemente en una entrevista.

Su aproximación a la música de una manera reglada, formal, no fue precisamente precoz. «A los 19 años, mi gran sueño era estudiar piano o guitarra, que eran instrumentos que había aprendido a tocar. Esa edad no me permitía tener o cumplir todos los requisitos para cualquiera de esas dos carreras. La edad máxima para estudiar guitarra era de 17, la edad máxima para estudiar piano era de 12 años. Quedaba la carrera de canto y entré porque quería estudiar música. Cantaba en el coro de la iglesia y en bandas de rock, pero no tenía idea de ópera. En la carrera vi por primera vez una ópera, que realmente fue una revelación».

Su singular color vocal y la intuición muy personal a la hora de elegir su repertorio determinan a un tenor muy particular. «Sobre todo en España el público recuerda a los grandes divos que siempre decían que el cantante de ópera era sacrosanto para dedicarse única y exclusivamente al quehacer operístico, como los sacerdotes a la iglesia. Yo siempre apuesto por la música bella. Yo crecí con los boleros, crecí escuchando a los Panchos, a los Diamantes, a los Tres Caballeros, a Camilo Sesto, Julio Iglesias... Una cantidad de música que yo no puedo negar como parte de mi formación, como parte de mi cultura o como parte de mi propia escena. No estoy peleado con otros géneros musicales. Yo apuesto por lo que creo que es música bella y que merece la pena interpretarse. Y yo doy mi voz y mi corazón a esta música, tratando de hacerla lo más bella posible para todo el público», zanja con tranquilidad el mexicano.

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