Crónica

Bryan Adams recuerda en Málaga cómo es un gran concierto de rock

El canadiense, en un estado de forma envidiable a sus 66 años, demostró anoche en el Auditorio Cortijo de Torres que la fórmula «buenas canciones+interpretación enérgica» sigue siendo imbatible

Bryan Admas, en concierto

Lorenzo Carnero

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Málaga

Hace unos días le preguntábamos a Bryan Adams por el estado actual del rock, que parece haber perdido fuelle por los dominantes estilos urbanos y de pop electrónico y bailable. Su respuesta fue tajante: «¿Estás bromeando, verdad? El rock está más vivo que nunca. Mira a Metallica, AC/DC, Guns N’ Roses, Oasis, etc. Están agotando entradas en estadios enormes por todo el mundo». Añadan a la lista al propio Adams, que anoche abarrotó el Auditorio Municipal Cortijo de Torres con el poder de convocatoria de fórmula más clásica de la historia: buenos músicos, buen repertorio, energía contagiosa.

Nadie acude a un concierto del rockero canadiense por la espectacularidad de su montaje; ni siquiera él ni sus músicos habituales, de tremenda pegada, visten ropas de rockstars, más bien al contrario. Sencillez, cercanía y confianza en una marca registrada, la de las habilidades compositivas sembradas durante la época AOR y una garganta de ronca emotividad. ¿Y si no está estropeado, para qué arreglarlo? Su actual gira, la correspondiente a su más reciente disco, Roll The Punches, muestra al de Kingston, enfilando ya su séptima década de vida (66 años peina), en una formidable estado de salud.

La gran especialidad del canadiense

Como el de sus propias canciones, especialmente los himnos con los que despuntó en los años 80, que consiguieron hacer vibrar tantos a los amantes del pop como a los del rock duro: Summer of 69, Run to you, Can’t stop this thing we started... Y sin olvidarnos, claro, de la gran especialidad del canadiense, la que para muchos le llevó al estrellato masivo: sus power ballads, sus tempos lentos llenos de pasión y energía, como Heaven o (Everything I do) I do it for you, que siguen sonando tan emocionantes y lozanas como cuando fueron grabadas y topaban, tiempo ha, las listas de éxitos. Con estos mimbres, aquí no se necesitan coreografías ejecutadas por grandes grupos de bailarines ni pasarelas gigantes para que se luzca el protagonista. De alguna manera, una experiencia más tonificante que nostálgica.

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