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Entrevista | Ginés Paredes Cantante y compositor

«Ginés y Walls son la misma persona: Walls canta lo que Ginés vive»

Para muchos, Ginés Paredes es el heredero de ese pop-rock noventero español de artistas como El Canto del Loco. Empezó en el freestyle, en las batallas de gallos, pero se acabó cansando; ahora le canta al amor desde diferentes perspectivas y con muchas guitarras. Natural y espontáneo, asegura que las historias que cuenta en sus letras son reales; quizás por eso ha enganchado a toda una generación. Actuará en el Starlite Festival el próximo lunes

Ginés Paredes, o sea, Walls. | ALBA VIGARAY

Ginés Paredes, o sea, Walls. | ALBA VIGARAY

Pedro del Corral

Walls no es sólo el nombre artístico de Ginés Paredes. Detrás de él hay un universo salpicado de rimas, actitud, principios, amor… que, sin querer, ha ido difuminando la línea que separa al cantante de la persona. La verdad con la que escribe sus canciones es la verdad con la que afronta el presente. No hay medias tintas, de ahí que resulte solemne escucharle. Las batallas de gallos en las que se curtió hoy le han dado el nervio para hacer el pop-rock más adictivo, despeinado y excitante del mercado. Junto a Hens, Samuraï y Pole, lidera una nueva ola que recupera el género que colapsó España a principios de los 2000: con Luna 18, su segundo álbum, ha sentado las bases.

Ginés y Walls. ¿A quién tenemos delante?

A Ginés.

¿Son distintas personas?

No. De hecho, lo que mola es que somos la misma: Walls se dedica a interpretar lo que Ginés vive.

Tiene dos discos y 700.000 oyentes mensuales en Spotify. ¿Hay diferencias entre lo que soñaba hace 10 años y quien es realmente?

Quería dedicarme a la música… y lo he logrado. Es un privilegio. Sobre todo, cuando sabes que hay peña más talentosa que tú sin poder dedicarse a esto. Quizá, en mi vida anterior fui un samaritano.

En un sector donde surgen nuevos artistas y se publican miles de propuestas a diario, resulta casi imposible no compararse. Walls, en este sentido, tiene una máxima: «Puedes hacerlo de una manera sana. Si yo te sigo en Instagram, es porque me caes bien. Y, si es así, me alegraré de tus éxitos. Pero eso no quita para que me replantee cosas». Un pensamiento que ha tenido presente durante la gestación de Luna 18, un compendio de sentimientos donde ha podido darse cuenta de su evolución musical y personal. Si bien tiene 23 primaveras, empiezan a notarse las aristas de alguien que ha vivido a gran velocidad. «Soy muy honesto a la hora de escribir. Lo que cuento es real. Por lo que puede intuirse un crecimiento entre las primeras canciones y las últimas. He creado un disco que no tiene las expectativas de entrar un top. Ahora bien, cuando pasen los meses, y lo haya presentado, habrá quien lo redescubra», señala mientras enseña algunos de los bocetos que atesora en su móvil. Algunos los acabó, otros están a la espera de recuperarse. Si algo ha aprendido es que la inspiración se entrena y, en consecuencia, intenta cada día ponerla en práctica.

Una noche más, Paralelas y En los huesos podrían haber pertenecido a los primeros elepés de El Canto del Loco. ¿Se lo toma como un halago?

Evidentemente. No me has comparado con el grupo de tu pueblo, son genios. No obstante, al ser más oscuras y menos comerciales, me trasladan a Pereza. En los acordes y los riffs hay bastante de ellos.

Hens, Pole, Samuraï, Marmi… ¿Estamos presenciando el nacimiento de una ola pop-rock heredera de ellos?

Aunque hemos cogido el testigo, aún nos falta el impacto mainstream que tuvieron. Todo ha cambiado: antes había menos canales y las tendencias eran otras. Yo tengo claro que, de haber existido el Top 50 España de Spotify hace dos décadas, Dani Martín hubiese metido cada una de sus canciones ahí.

¿Sienten el apoyo de aquella generación?

Yo sí he recibido un cariño increíble. Hace poco, cenando con Despistaos, hablamos de esto. Sin embargo, hay que reconocer que había muchos más parecidos entre ellos que entre nosotros. En cualquier caso, entiendo la comparación.

En este camino ha contado con el respaldo de Warner, que le fichó cuando vio la cantidad de gente que movilizaba. El sí fue inmediato. «Cuando me dijeron que iba a firmar, me cocí vivo. Era una locura. Mi experiencia ha sido buena. Siento que el proyecto se caería sin el sello. No por la pasta, sino porque tengo un equipo brutal. Hay quien aún tiene la imagen de las multinacionales como un señor con barrigón y puro que te quiere putear. Alguno habrá, por supuesto. Pero la mayoría empatiza contigo», explica Walls, que inició la carrera de Periodismo con el mismo objetivo que toca: comunicarse.

Noche a medias es su tema más largo y dura 3:23 minutos. La mayoría, por contra, oscila entre los 2:30 y los 2:50. ¿Se puede contar una historia en tan poco tiempo?

Sí. La industria nos está reconduciendo a ello. Eso no quiere decir que el Ginés consumidor no se tale canciones de cuatro minutos. Se me viene a la cabeza Peter Pan, de El Canto del Loco. Parece que la última tendencia es que todo dure menos… Es lo que hay. Me da pena que hayan tiktokizado Spotify.

¿Igual que existe la fast food, existiría la fast music?

Por supuesto. Y no me parece mal, la verdad. Cada cosa tiene que cumplir una función. Si lo traslado a mi posición, pienso lo siguiente: si tú te has currado un disco, te puedes permitir girarlo. En cambio, si tu has editado un álbum al que no has dado importancia, la industria te obliga a sacar nuevo material más rápido. Entonces, sí: la fast music tiene su hueco… yo no la hago, pero me parece perfecto.

¿Alguna vez se ha autocensurado con tal de evitar reacciones desagradables?

En ocasiones, me han entrado ganas de poner un tuit cagándome en la estampa de alguien… pero, al final, sabes que debes mantener la compostura. Si tuviese un pensamiento dañino, ¿lo censuraría en una entrevista? Pues depende del contexto y del mensaje, obvio. Yo, por ejemplo, siempre me he dirigido al público como artista. No soy el responsable de educar a nadie.

«Y otra vez me levanto pensando que soy lo peor que me ha pasado», grita en Relax (2019). Y sentencia en Firme (2019): «Créeme cuando te digo que muchas veces no recuerdo lo que fuimos». Dos letras que responden a una etapa vital distinta a la que hoy vertebra su camino. ¿Las reescribiría ahora con tal de darles un nuevo sentido? La respuesta es muy clara: «Antes, era intenso y rebuscado. Buscaba metáforas pensando que era Federico García Lorca… y no. Ahora, he aprendido a decir más con mucho menos. No me arrepiento, ¿eh? No las borraría por mucha vergüenza ajena que me diese. Me han hecho ser quien soy. Soy muy creyente en el destino y no las tocaría». n

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