Arte
El MUCAC exhibe el viaje continuo, de salitre y óxido de Frank Rebajes
El Ayuntamiento y el coleccionista Diego Santos se alían para ofrecer un amplio retrato artístico del joyero dominicano que tenía como clienta a Peggy Guggenheim en Nueva York y que, cansado del éxito, decidió dejarlo todo para instalarse en Torremolinos

Diego Santos, explicando a Francisco de la Torre los detalles de una de las obras de la muestra / Gregorio Marrero

En los 70 esplendorosos de Torremolinos, Diego Santos era un estudiante de Arte que no faltaba un solo fin de semana a su cita con la discoteca Tiffany's. Horas antes de que abriera se pasaba por la joyería de Frank Rebajes, en la calle San Miguel, para admirar el escaparate, con aquellos gatos blancos que retozaban entre piezas de orfebrería. Una vez, se encontró al propio Rebajes en la puerta, fumando. "¿Eres artista?", le preguntó a Diego, y le invitó a pasar, aunque no comprara nada. El futuro creador entró entonces en el universo, con "olor a salitre y óxido", de un artista, "complejo, a veces difícil de entender", asegura, que le terminaría obsesionando; tanto, que con el tiempo ha amasado una colección personal de obras de aquel joyero dominicano que lo tuvo todo en Nueva York pero que recaló en Torremolinos para vivir otra vida. Hoy, parte de esa colección y también del stock municipal que el propio Rebajes donó a la Fundación Picasso poco antes de su muerte, se expone por primera vez en alianza en 'Del óvulo al origen. Un viaje a la inversa', en el Espacio 4 del MUCAC-La Coracha, hasta marzo del 2026.
Hijo de españoles, Frank Rebajes (Puerto Plata, República Dominicana, 1907-Boston, EEUU, 1990) fue chico de los recados, camarero y hasta mendigo que se parapetaba bajo cartones para dormir en Harlem. Mientras buscaba trabajo se entretenía creando pequeños animales con latas, trozos de metal y cualquier material que encontraba; hasta que un día, el Whitney Museum of American Art convocó una muestra de arte al aire libre, Rebajes presentó en una tabla de planchar sus creaciones y la primera directora de la pinacoteca se las compró todas. Ahí empezó su carrera como orfebre, que le llevó a vivir plenamente el sueño americano: tuvo hasta a 100 trabajadores a su cargo para satisfacer la demanda de su tienda de la Quinta Avenida, por donde pasaban clientes tan selectos como Jackson Pollock y Peggy Guggenheim. "Pero se cansó del éxito", apunta Santos, y vendió el negocio para trasladarse con su esposa, Pauline, al pujante Torremolinos de finales de los 50, imán de personalidades inquietas, donde se estableció, siguió creando joyas y, muy especialmente, obras de arte.

Una de las piezas de la exposición 'Del óvulo al origen. Un viaje a la inversa', del orfebre y escultor dominicano Frank Rebajes / Jorge Zapata (EFE)
Calle San Miguel
"Artesanía Creativa Rebaxes". Eran las letras que habitaron la pared del número 45 de la calle San Miguel, la tienda del dominicano, durante varias décadas. Siguieron entrando personalidades, como Geraldine Chaplin o el duque de Windsor, quien le encargó unos gemelos que Rebajes diseñó con piedras rescatadas en la playa de El Bajondillo. Mandó construir una tercera planta en aquella casa de dos alturas para su taller artístico, "un templo al que entraron muy pocas personas", asegura Diego Santos. De ese espacio surgieron las 300 piezas de su fundamental serie 'Óvulo', su obra "más enigmática" y el hit de la muestra del MUCAC, ciclo en el que indaga en la cinta de Moebius como símbolo de continuidad, ese anillo sin principio ni final.

Algunas de las piezas de la exposición de Frank Rebajes / Gregorio Marrero
"Cada escultura de Rebajes es un poema táctil, una meditación en forma de metal", resume Santos, prestador y también comisario de la muestra. Por primera vez se puede contemplar en un mismo lugar algunas de las piezas más significativas de sus dos periodos, el neoyorquino (1932-1958), "en el que viajó de lo sencillo a lo esencial", y el torremolinense (1959-1980), donde el periplo es "más interior, íntimo y filosófico", explica el organizador. Ese viaje continuo está en 'Del óvulo al origen', que también reúne mobiliario, joyas y todo tipo de creaciones fundamentales para una mirada completa al orfebre.
Suicidio
Un viaje artístico y personal que se zanjó abruptamente a finales de los 80. Frank Rebajes dedicó los últimos cinco años de su vida prácticamente por entero a cuidar de su esposa, aquejada de alzhéimer. Cuando ésta falleció, en 1989, Rebajes, incapaz de superar la "soledad intolerable" de la pérdida, se suicidó, envenenándose con cianuro (el líquido con el que oxidaba los metales); una decisión más que meditada: cuentan amigos artistas que una de las sortijas que portaba tenía cianuro en su interior un par de años antes, y que esperó a la desaparición de Pauline para hacer lo propio. "Pero aquí está su obra, viva y llena de luz", invita Diego Santos, quien también ha aportado obra propia (acuarelas y un mural) como homenaje personal a Rebajes.
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