Dicen los escaladores que un halo de tranquilidad les ilumina el alma cuando hacen cumbre. Atrás quedaron miles de esfuerzos, un arduo trabajo de despachos, de visados, de billetes de avión, un papeleo que al final deja al alpinista a solas con la montaña. Y ahí ya sólo están los brazos y las piernas. El amor propio, la preparación física, la inteligencia y el valor. Y arriba, en la cima, todo cobra sentido. La paz se apodera de todo y reina un clima de concordia con uno mismo. Algunos dicen que es la culminación de un objetivo. Aunque luego reste el descenso. Otros aseguran que esa paz la provoca el estar tan cerca del cielo.

Dos escaladores malagueños, uno de nacimiento y otro de adopción, sintieron esa exitosa sensación a miles de kilómetros de casa, en la Patagonia chilena, justo en las Torres del Paine, que significa las Torres del Cielo Azul.

Antonio Urbaneja y Jonathan Trango, los dos componentes del ´Proyecto Andaluz´, una ascensión subvencionada por la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta, se han convertido en los primeros andaluces en hollar la cima de los tres picos que conforman las Torres de Paine, junto al Parque Nacional de Puerto Natales.

El hito no corresponde a la altura de las tres paredes, tres mastodónticas moles de granito rojizo que suben hasta los 2.500 metros, sino a sus increíbles paredes verticales y a la curiosa y cambiante climatología de la zona. Los nativos comentan que en Torres del Paine pueden sucederse las cuatro estaciones en un mismo día, acompañado por un viento que suele alcanzar los 100 kilómetros por hora.

Antonio Urbaneja, churrianero de 29 años -21 de septiembre de 1978-, comenzó a aficionarse a la escalada en 2003 y conoció a Jonathan Trango en el grupo de montaña ´El Boquerón´, aquí en Málaga. Trango nació en Gan Shumuel, al norte de Tel Aviv (Israel) el 13 de noviembre de 1977. Guía de montaña profesional, visitó Málaga por primera vez en 2001. Le gustó. Vivió unos años en Perú junto a Luz, su mujer, y en 2006 se afincó definitivamente en la Costa del Sol.

Los dos presentaron este proyecto a la Junta y resultaron becados. Para ellos ya era un éxito subir a uno solo de los picos, ya que las expediciones andaluzas -incluida alguna malagueña- que lo habían intentado con anterioridad no lo habían conseguido.

Apellido alpino. El 23 de enero volaron hasta Santiago de Chile y desde la capital hasta Punta Arena. Un autobús les trasladó a Puerto Natales, en las puertas del Parque Nacional de Torres del Paine, "un lugar indescriptible, inigualable, casi mágico", relata Trango. El israelí reinventó su apellido. La Gran Torre del Trango o Gran Catedral del Trango es una montaña que supera los 6.000 metros y que está situada en El Himalaya, en Pakistán.

Una inesperada calma les recibió en el Parque Nacional chileno. No había ni rastro del mal tiempo, de los terribles vientos de los que habían oído hablar, de la nieve en los glaciares ni de las temperaturas bajo cero. Por eso, y casi sin tiempo para deshacer la mochila y montar el campamento base, se pusieron manos a la obra.

Torre Norte. El primer objetivo fue la Torre Norte, una mole de 2.350 metros y 400 de escalada pura. "Lo hicimos muy rápido. Mi primera impresión al hacer cumbre fue de sorpresa, una sensación de sorpresa. Hace dos días estaba en Málaga y dos días después en la cumbre. No tenía palabras", relata Antonio Urbaneja ´Urba´.

El día 26 de enero, ´Urba´ y Jonathan habían hecho realidad el sueño de muchos escaladores, también el suyo propio: ya eran, oficialmente, los primeros andaluces en ascender hasta la cima de una de las tres Torres del Paine.

Sin tiempo para saborear el éxito cosechado, los dos afrontaron el ascenso a la Torre Central, de 2.460 metros de altitud y un desnivel de 700 metros en escalada.

"La palabra que se me viene a la mente cuando recuerdo aquel día es sufrimiento. Fue una salvajada", comenta ´Urba´. Y continúa su compañero israelí: "Desde que salimos del campo base hasta que regresamos pasaron 23 horas. Un día entero del que diez horas pasamos en las paredes de la montaña, escalando", explica.

Aquella experiencia fue única. Esta vez no ascendieron de manera simultánea, sino que mientras uno escalaba, el otro aseguraba los anclajes y las cuerdas. "Cuando parabas diez minutos, el frío y el viento te mataban, te dejaban helado, y eso fue terrible, porque íbamos con poca ropa para realizar una ascensión rápida, sin parar, muy moderna", dicen los dos.

Alimentación e hidratación. La clave para aguantar semejante derroche físico y mental es alimentarse continuamente y estar bien hidratados, "de lo contrario comienzan los calambres en piernas y brazos y se agarrotan las extremidades", aclara ´Urba´.

Lo peor estaba aún por llegar. En la bajada, Trango comenzó a sentir terribles dolores en su rodilla derecha. Los problemas, lejos de desaparecer, empeoraron con el paso de las horas. "Casi no podía ni mover la pierna", subraya. Ya en Málaga, a falta de una resonancia magnética que confirme el diagnóstico, sufre una rotura de menisco.

"Lo de la rodilla llegó a la par que el mal tiempo. Pasamos una semana de lluvias y frío y cuando mejoró, yo también pude escalar, aunque con tremendos dolores", explica Trango.

Sólo faltaba la Torre Sur, la de mayor dificultad y altura, de 2.500 metros de altura y un desnivel de 900 metros. El 7 de febrero el tiempo acompañó. ´Urba´ hizo el trabajo doble, ya que trasladó todo el material desde el campo base al pie de la montaña. "Era la última y quisimos subirla como las dos anteriores, en escalada libre, no artificial, utilizando los anclajes y los seguros, pero sin los cacharros que te dan impulso y te ayudan a subir. Y lo conseguimos. Así tiene más mérito, mucho más", señala el israelí Jonathan, que comenta: "Nos dijeron allí que éramos la segunda cordada de la historia que conseguíamos subir las tres torres al primer intento. Es un orgullo".

La experiencia vivida en aquel mes y medio fue única. Compartieron aventuras con alpinistas californianos, colombianos, chilenos y holandeses. Regresaron a casa con el deber cumplido y escribiendo una bella historia en las páginas del alpinismo andaluz y nacional. Y, también, con una rodilla dañada. Gajes del oficio...