En las imágenes en blanco y negro de la época, a mediados del siglo pasado, en los Juegos Olímpicos de Roma 1960, aparece un entusiasta Adebe Bikila, cruzando la meta con los brazos extendidos al cielo romano, convirtiéndose en el primer medallista de oro africano de una cita olímpica. Su gesta, sin embargo, no fue ésa, aunque se tratara de un logro mayúsculo. El etíope Bikila pasó a la historia olímpica, además del atletismo y del deporte, por correr la maratón descalzo, sin ningún tipo de calzado.

En la III Maratón Ciudad de Málaga del próximo domingo habrá un héroe que imite al gran Bikila. Es un granadino afincado en Almería, de 39 años, padre de tres hijos (María, Paula y Santi), y que recorrerá los 42,195 kilómetros sin zapatillas ni calcetines. Piel contra asfalto, una zancada tras otra, durante aproximadamente tres horas, el tiempo que Santi Ruiz Gutiérrez estima que tardará en completar el trazado malagueño.

Su primer maratón «desnudo» fue, precisamente, el de Málaga 2011. Una experiencia única e irrepetible, que cumplió tras probarse, unos meses antes, en el Medio Maratón de Granada. Como la experiencia salió bien, Santi probó en Málaga. Y el resultado fue, sencillamente, inmejorable.

En el blog que escribe en su página web «www.cualquierapuedehacerlo.com» lo describió a las pocas horas de llegar a casa. «Dani -un amigo- llegó con sangre en los calcetines por culpa de las zapatillas. El «Gato» -apodo de otro compañero- llegó con unas ampollas tremendas por culpa de las zapatillas. Hubo un corredor que entró descalzo con las zapatillas en las manos. Supongo que le irían matando y no tuvo más remedio que quitárselas para poder llegar. Mis pies llegaron sucios, pero sin el más mínimo roce. Las piernas las tenía 100×100 recuperadas al día siguiente, algo que nunca me había pasado hasta ahora después de correr un maratón en asfalto». Ver para creer.

En abril de este año, tras la cita malagueña, se atrevió con una aventura aún más mayúscula. Subió a pie desde Motril hasta Granada -desnivel de 650 metros- en una travesía de 75 kilómetros en la que tardó 6 horas y 58 minutos. Y, por supuesto, sin calzado alguno. «Salí desde playa Granada, en Motril, y llegué al parque Tico Medina de Granada. Por el camino venían siguiéndome amigos en un coche, y un hermano en bicicleta. Cuando llegué a Granada me encontré a toda la familia con mi mujer y mis tres hijos, mis seis hermanos, con todos los sobrinos, a los amigos... un recibimiento que yo no esperaba. Lo hice por mero experimento, una especie de doble maratón, por la carretera antigua por la que he transitado cientos de veces con mis padres ya fallecidos y mis hermanos porque he veraneado siempre en Torrenueva, y quería demostrarme que se podían hacer 80 kilómetros descalzo».

«Habla Santi con una ilusión mayúscula, porque vendrá este fin de semana a la nueva edición de la Maratón Ciudad de Málaga, en la que estará presente por tercer año -tantas como ediciones lleva la prueba- y se traza el objetivo de intentar mejorar su mejor marca, de 3 horas y 11 minutos. «Voy a tratar de bajar de tres horas, que es mi récord. Quiero estar en ese tiempo, sobre las tres horas, arriba o abajo».

Santi ha hecho de correr descalzo -Barefoot running- una forma de entender la vida. Todo comenzó hace un par de años, cuando cayó en sus manos el libro «Born to run» (Nacidos para correr), una publicación de 2009 que se convirtió en best seller en Estados Unidos, escrito por Christopher McDougall, y que profundiza sobre la idoneidad de correr descalzos o con suelas finas, con el mínimo contacto de superficie posible, lo que mejora la carrera. «McDougall apuesta por una suela que protege el pie, sin absorción de impacto y reflexiona sobre el montón de lesiones que antiguamente no existían. Da un dato clarificador: del 50 al 80% de los actuales corredores se lesionan cada año a pesar de llevar zapatillas inteligentes y con cámaras de aire. McDougall da con una tribu de indios en México, el pueblo Tarahumara, que corren descalzos de 50 a 100 kilómetros diarios. Y van descalzos y no sufren problemas de rodilla ni ningún tipo de problemas».

Al éxito de Born to run, se recupera un estudio de la prestigiosa revista Nature, de noviembre de 2004, que publicó un informe de tres biólogos evolutivos -Dan Lieberman, Lee Siegel y Dennis Brabmble-, en la que se sostenía científicamente esta nueva corriente. «El estudio viene a decir que somos personas que nacimos para correr, bípedos, y que lo hemos hecho sin suelas de 12 centímetros para amortiguar y absorber golpes, y que hemos evolucionado durante miles de años, y que así nos ha ido de maravilla», apunta el granadino.

Y añade de su cosecha: «Es posible, aunque no está demostrado, que el amortiguado, en vez de facilitar, lo que hace es variar la marcha, por lo que se pierde la biomecánica natural. Y es que al ir descalzo vas desprotegido y eso no te permite un error la zancada. No puede haber una mala pisada, ni un bordillo ni pisar una alcantarilla. Todo tu cuerpo es una especie de radar, se genera un sexto sentido, porque una piedra es un problema que se elimina con las zapatillas».

Su grupo de Facebook nació con 10 seguidores y ya van por 450. Tanto es así, que en febrero se va a realizar el «I Encuentro Nacional de corredores descalzos y minimalistas de Montilla», que se celebrará en la población cordobesa el 2 y 3 de febrero, y que contará con mesas redondas, opiniones de expertos y, como colofón, «La Batalla de Munda», una prueba de 19,3 kilómetros. Por supuesto, descalzos o con zapatillas minimalistas.

El maratoniano estuvo hace unos meses en Nueva York, donde se celebró la Reunión Mundial de corredores descalzos (New York City Barefoot Run 2012). «Éramos los únicos españoles. Allí, en Estados Unidos, es lo último. Hablan de que el primer día hay que hacer 200 yardas. Y si te ha ido bien, otras 200. Y de ahí hasta las 100 millas», relata entusiasmado Santi. «Hubo charlas de expertos, científicos y médicos importantes. Gente que, huyendo de las lesiones, practica este atletismo, en el que hay un dato claro: Mejoras la técnica. Igual que cualquiera que aprende a nadar da clases de técnica, porque irías dando manotazos en el agua, la gente corre sin pensar, sin técnica, de forma lesiva. Si te dan técnicas, corres de manera más eficiente. Ir descalzo es una clase gratis, porque tu cuerpo te va a guiar. Y lo último que va a hacer es apoyar primero el talón, como hace habitualmente la gente con zapatillas normales de running. Si corres descalzo, nunca apoyas primero el talón, porque es hueso, sino la parte delantera del pie», relata.

A Santi, esta nueva forma de correr le ha cambiado la vida. «Desde que lo hago, hace año y medio, no he sufrido ninguna lesión. Hago también triatlón e hice el Aironman de Lanzarote, he ganado masa muscular sin ir un día al gimnasio. Antes, cuando hacía una tirada larga de 20 ó 25 kilómetros, luego tenía las piernas pesadas y tenía que bajar intensidad en los siguientes entrenos, pero eso ha cambiado».

La vorágine del Barefoot running ya está aquí. En EEUU se vendieron cinco millones de zapatillas minimalistas en 2011, y las multinacionales del sector ya han entrado a degüello en la puja por un mercado incipiente que estará representado el la Maratón de Málaga por Santi Ruiz Gutiérrez. Cuando el domingo salgan al encuentro de los maratonianos le podrán distinguir claramente. No por su color de piel ni su pelo ni su fisiología. Miren a sus pies. Será el «loco» que va descalzo.