La editorial Contra acaba de publicar 'El chico que soñaba con ser Gianni Bugno', un trance juvenil y ciclista firmado por el periodista Guillermo Ortiz para hacer inventario en clave de autoficción de la crónica sentimental de aquellas tardes de julio de los años 90 en las que su adolescencia cabalgaba hacia la juventud ante el Tour de Francia. Desde un barrio de Madrid, adoraba al rival italiano de los españoles Miguel Induráin y Perico Delgado.

Por las rampas escritas de sus casi 350 páginas, la propia existencia del protagonista se mezcla con la realidad que proyectó el ciclismo profesional en una época concreta. Existe un viaje a la historia reciente de esta práctica deportiva y lo interesante es que todo lo que se evoca no suena a volcado de documentación pura y dura. Se percibe ese atrayente halo subjetivo de quien cuenta algo de lo que fue testigo siguiendo la brújula que establece la memoria, a través de los recuerdos y de los sentimientos que se agolpan en la guantera de la persona que recorre etapas muy concretas de su propia existencia.

De ahí la comodidad con la que el lector va a rueda del autor, con la certeza de que sin el eco televisado de determinados acontecimientos deportivos no se entienden la infancia y la adolescencia.

O ni siquiera edades más adultas, si estas últimas se detienen en estaciones tan concretas como el verano, que no se divisan sin las gestas con las que aliña la sobremesa o despierta a quien pretende dormitar un fenómeno universal como el Tour de Francia.

En definitiva, este relato autobiográfico destila un certero estimulante para mantener los ojos abiertos durante estas tórridas tardes de estío que son tan asociadas, en el imaginario colectivo, al extenuante deporte de la bicicleta. Esta obra es un buen antídoto para este atípico verano.