El jugador número 13

Deriva

Juan Carlos Bonilla

Juan Carlos Bonilla

La situación del Unicaja da para estar escribiendo mucho tiempo, pero esta pasada semana en el plano deportivo llamó mucho la atención la polvareda levantada por la publicación de las cifras del último contrato firmado por Lionel Messi con el FC Barcelona.

Todo esto me despista un poco. El sábado, el diario El Mundo usa una estrategia digna de la verdulería del «Sálvame», indicando que la portada estaba embargada hasta la madrugada. La famosa portada es que el contrato del astro argentino es de 138 millones de euros por temporada. Consecuencia: anuncio de querellas contra el medio.

En España es más fácil saber qué cobra Felipe VI que revelar los salarios de los deportistas, algo que, por ejemplo, en Estados Unidos es mucho más frecuente. No hace falta bucear mucho en internet, se encuentran páginas que te desglosan lo que cobran las estrellas del deporte que sea.

Es algo que va en la cultura, a mí no me importaría revelar mi sueldo si éste fuera un uno por ciento de lo que cobra Messi, pero claro, yo no soy tan popular, ni soy tan bueno en ningún deporte, ni tengo problemas con Hacienda.

El que haya secretismo tras las cifras del deporte está arraigado. Aquí en Málaga, los presupuestos del Unicaja son secreto de estado. En el caso del Málaga CF, ha tenido que llegar la ruina más absoluta y la judicialización del club para que se sepa algo.

A todos nos suenan cifras referentes al Club Baloncesto Málaga, que si hay nueve millones, que si antes el dueño y el patrocinador daban más, que si ahora hay que ajustarse, que si las alegrías se acabaron… Mensajes que nunca llevan la validación de ser oficiales, cosas que salen en los medios por filtraciones y que damos por buenas.

Es cierto, no se manejan las cifras de antaño, pero de ahí a pensar en el apocalipsis va un abismo. Lo que sí ha sido una constante en Málaga es la facilidad que se ha tenido siempre para cuadrar el presupuesto, porque no se ha conocido angustia alguna para tener una aportación de los dos soportes del club envidiada por media Europa, y espero que dure.

De resultas de esto, o quienes tienen que gestionar el dinero en la Avenida Gregorio Diego están a nivel lince, consiguiendo estrellas a precio de saldo, y jugadores de nivel medio que rindan como los de la elite absoluta, o el resultado es el que es. Como la aportación económica baja, a la fuerza, el empobrecimiento es cada día mayor.

De momento, lo que se me ocurre es que a todos les está viniendo grande, y no veo capacidad de sacar esto del bache en el que está. Y no me refiero sólo a los jugadores, no estoy cambiando de opinión. Sigo pensando como a final de la temporada pasada que la plantilla con un par de retoques estaba bien, y también pienso que si alguien esperaba que con un simple cambio en el banquillo todo esto se transmutara es un auténtico iluso.

Los problemas son mucho mayores, están situados bastante más arriba del parqué. Ves el partido del domingo y recuerdas que jugadores prohibitivos como los que tiene el rival se disfrutaron en su día aquí, entre otras cosas porque el presupuesto lo permitía, y la ambición y la exigencia que había, no sé si impulsada desde el banquillo o desde otro sitio, lo imponía. También sé que la impresión que se tiene del club malagueño es mucho mejor fuera que dentro, pero la que me estoy llevando yo con el paso de las jornadas es que esto se está ahogando desde hace tiempo en una mediocridad y en un dirimir batallas desde dentro con los enemigos equivocados.

No le puedo pedir a la directiva milagros puesto que no son profesionales, y teniendo en cuenta que el presupuesto va a cuadrar, con la aportación que hay o con el doble o la mitad que venga, lo que sí le pediría sería que fueran capaces de generar los recursos que aumentaran la aportación del propietario y el patrocinador, o que dieran un paso al lado y dejaran que los que se juegan el sueldo y el puesto de trabajo fueran los que decidieran. Que si estaba claro que el entrenador tenía que cambiarse, se hubiera hecho mucho antes. Que si el juego interior tiene que cambiar una o dos piezas, se haga más pronto que tarde, porque es un secreto a voces y hay momentos en los que el juego da pena. Y hablaba yo de que esto les viene grande, y no me refiero sólo a los jugadores.

En 1981, el Real Madrid fichó a un genio llamado Mirza Delibasic. Al llegar, la adaptación era lenta, no se le veía bien. En una entrevista, al ser preguntado por la incomodidad que transmitía respondió: «No me han traído para meterle cuarenta puntos al Náutico de Tenerife, sino veinte al Barcelona». No deja de ser lo que esperamos todos, que en los momentos malos aparezcan quienes capitanean el barco, demostrando que merecen hacerlo. Y si encima verbalizan al entorno la situación real, se estarán haciendo un favor a ellos mismos.