Remo

Alfonso Queipo de Llano: hombre clave en el remo malagueño

El ilustre malagueño deja un hueco enorme en el deporte

Imagen de Alfonso Queipo de Llano en el Real Club Mediterráneo.

Imagen de Alfonso Queipo de Llano en el Real Club Mediterráneo. / Real Club Mediterráneo

L. O.

El fallecimiento de Alfonso Queipo de Llano no solo deja de luto el mundo del baloncesto, también el de remo. El malagueño era socio y deportista del Real Club Mediterráneo.

Alfonso nacía en el año 1937 en el Sanatorio Marítimo de Torremolinos, lugar de trabajo de su padre quien fuera un conocido cirujano y luego traumatólogo de Málaga. Con un apellido histórico, tenía la singularidad de contar con dos famosos tíos abuelos: el general franquista y Alberto Jiménez Fraud, ilustre director de la Residencia de Estudiantes de Madrid quien murió en el exilio.

Su vida profesional le condujo por la senda de la administración de fincas, los tribunales como procurador y la construcción, pero la vida de Alfonso Queipo de Llano ha estado marcada por sus dos grandes pasiones: el deporte y el flamenco.

Reconocido como el padre del Baloncesto en Málaga, tras el bachillerato, Alfonso estudió en Madrid donde fue conociendo aún más el ambiente del baloncesto. A su regreso a Málaga fue pieza clave en la creación del ADEMAR Maristas junto al Hermano Lucidio. Ahí no sólo jugó al baloncesto, también hizo voleibol y en el Real Club Mediterráneo comenzaba su carrera e historial deportivo en el remo. Cuando el club festejaba los 80 años desde su fundación, el número de Yolas se elevaba a cinco en el club, lo que daba una idea del número de remeros que a diario acudían a la casa De Botes a practicar en las aguas del puerto.

En la etapa de Enrique Nogueira como presidente del club, comenzaba la relación de Alfonso con esta disciplina deportiva. Así, en el año 1954 surgía un equipo del que formaba parte Alfonso como timonel y que bajo el nombre de “Kanucas” lo formaban Carlos Dimas, Alberto Llamas, Joaquín Benavente y José Luis Sánchez Pastor.

Alfonso, con una personalidad arrolladora, fue un hombre de una gran capacidad de trabajo, con visión de futuro, dotado de una energía especial, amante del remo, muy amigo de los practicantes de este deporte al que supo transmitir un estilo propio y con el que pudo llevar a cabo unos entrenamientos muy especializados. Fue así como ganó la admiración y respeto de los remeros de entonces y los que surgieron después.

Hombre decidido y exigente, congregó a los aficionados al remo a los que sometió a durísimos entrenamientos que todos aceptaron pese a lo que suponía de sacrificio y entrega. Creó un equipo compacto de remeros de diversas categorías y modalidades y, además, consiguió el respeto y admiración de los restantes clubes de España hacia el Real Club Mediterráneo en el ámbito del Remo. Fue con Queipo de Llano con el que llegaron al Remo malagueño a través de nuestro club dos grandes deportistas de prestigio: Félix Gancedo y Antonio Rodríguez.

Alfonso, que procedía del baloncesto, dio al Real Club Mediterráneo días de gloria. La llegada de Alfonso, en palabras del que fuera capitán de Remo, Manolo Rodríguez; fue como una explosión. Se convirtió en el paladín del remo. Conseguía despertar el coraje, que era una de las bases para poder ser un buen remero, imponiendo lo que se conocía por entrenamiento alemán.

Los remeros levantaban pesas, en tierra corrían distancias que iban de los 100 a los 2.000 metros, subían escaleras para fortalecer los músculos, campo a través… entrenamientos desconocidos hasta entonces y que después fueron adoptados como básicos en otros deportes. En poco tiempo, el remo en el club recuperó la ilusión. Los resultados que obtuvo Queipo de Llano fueron históricos. En las Fiestas de Invierno de 1961, junto a los equipos españoles (Sevilla, Madrid, Alicante y Málaga), regatearon dos equipos de Casablanca y uno de Rabat.

Por estas fechas, Alfonso hizo llegar a la Junta Directiva la propuesta de compra de una yola; y ante la resistencia del gran desembolso que ello suponía, el capitán de remo hizo una arriesgada promesa: con una yola nueva se ganaría el Campeonato de España. Tal fue así que el club adquirió la ya famosa “Bolgani” y el equipo integrado por Félix Gancedo y Antonio Rodríguez, con Ángel Nieto de timonel, ganó en Sevilla. Esto ocurrió en 1961 y nuestros representantes le sacaron al segundo clasificado cincuenta y cinco segundos. La hazaña de los remeros mereció por parte de la Federación Española de Remo el regalo de un barco olímpico para que se prepararan para la próxima Olimpiada.

Sorprendió en Sevilla el grado de preparación de los remeros del club malagueño. El entrenamiento alemán impuesto por Queipo de Llano no era conocido aún en España, y ese resurgir del remo malagueño fue recibido entre todos los remeros españoles con verdadera satisfacción.

Alfonso Queipo imprimió una máxima repetida después por Félix Gancedo y Antonio Rodríguez: “no se puede ser mediocre. Hay que salir siempre a ganar”. La vida de Alfonso Queipo de Llano ha sido, dentro y fuera del Real Club Mediterráneo, la de un hombre comprometido con el deporte, la disciplina y la competitividad, siempre conjugado con la amabilidad y el buen trato, sellos éstos característicos de la personalidad de Alfonso.

Descanse en paz.