Marcaje en corto

Del break dance olímpico... al fútbol americano

Fran Extremera

Fran Extremera

Faltaban argumentos para que el pádel, ese deporte que bien pudiese proporcionarnos varias medallas, entrase en un programa olímpico. Que si es necesario un cupo mínimo de licencias, de países que lo practiquen... Pero finalmente entró el break dance en París 2024, sin cumplir algunos de los condicionantes y con Estados Unidos como principal y casi único valedor en su carrera internacional.

En las últimas semanas hemos sabido que la mismísima NFL, la patronal del fútbol americano en tierras estadounidenses, se ha puesto manos a la obra con objetivo de que una variante de su deporte sea incluida en el programa olímpico para Los Ángeles 2028.

No estamos en contra de que nuevas disciplinas enriquezcan el programa del único acontecimiento deportivo capaz de superar, en audiencias, al Mundial de Fútbol. Al contrario, es bueno reajustar a los nuevos tiempos el sentir de tan universal escaparate. Que entren deportes no olímpicos puede contribuir a hacer justicia y catapultar a prácticas de nueva creación o ya consolidadas en distintos rincones del planeta. Ya el pasado verano pudimos disfrutar del debut en tierra japonesas del baloncesto 3x3 o del kárate, que le otorgó dos medallas a la delegación española, gracias a la manchega Sandra Sánchez y al malagueño Damián Quintero.

Uno de los propósitos de la iniciativa de la NFL es el de poder expandir la práctica de su deporte fuera de las fronteras norteamericanas, con el argumento añadido de que hace 90 años, en la cita olímpica de Los Ángeles 1932, ya fue incluido como deporte de exhibición.

Sin embargo, en esta ocasión, la variante elegida para su incorporación al programa olímpico es la del denominado flag football, con reglas similares a las del fútbol americano aunque sin que exista contacto físico alguno. Digamos que se opta por la variedad menos lesiva.

En la misma, los jugadores no son frenados mediante su derribo, sino que la norma de esta modalidad apunta a que el defensor debe placar a su rival «sacándole uno de los dos banderines que cada participante lleva colgados a la cintura». Justo de ahí surge el nombre de esta disciplina. Por otra parte, los equipos están conformados por un total de diez jugadores, de los que son titulares justo la mitad, cinco.

Ahora la posibilidad de que el «fútbol bandera» esté en Los Ángeles está en manos del COI, después de la propuesta elevada por la Federación Internacional de Fútbol Americano (IFAF). Un anticipo lo representará este verano la participación de este deporte en los Juegos Mundiales de Alabama.

No obstante, algunas voces vuelven a remarcar lo dicho al principio, acerca del poco desarrollo del fútbol americano fuera de las fronteras de EEUU. Es en principio un argumento de peso que complica la posibilidad de que los máximos dirigentes del deporte olímpico permitan una incorporación que sucedería a otras ya reseñadas, como la del kárate, hace ahora un año, o la de esa otra disciplina netamente estadounidense como es el break dance.

Luego están los patrocinios. Y es que ya decíamos que los Juegos Olímpicos, con audiencias de 5.000 millones de telespectadores, superan a las del Mundial de Fútbol, con unos 3.500. Pero a continuación figura el Mundial de Rugby, con 850 millones; cada partido entre Real Madrid y Barcelona, con unos 650; la final de la Champions, con 350 millones; y justo después figura la final de la NFL, la Super Bowl, con unos 100 millones.

En ese sentido, los dirigentes de este deporte intentarán hacer valer su enorme potencial comercial, justo como hace LaLiga con el fútbol español fuera de nuestras fronteras. Y volverá a recordar la NFL, a su favor, que esos 100 millones superan con creces los apenas 15 millones de las finales de la mismísima NBA.

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