Giro de Italia 2022

Landa pasa al ataque pero no abre diferencias en el Giro

Victoria en solitario del checo Jan Hirt en la gran etapa del Mortirolo y el Valico de Santa Cristina donde Alejandro Valverde fue protagonista

Sergi López-Egea

El ciclismo español vive de segundos de gloria y de instantes de añoranza en el Giro de Italia. La gloria llega cuando Mikel Landa pasa al ataque a 10 kilómetros de la meta. Y la añoranza, recordando los tiempos pasados, siempre mejores, se produce viendo a Alejandro Valverde yendo en la fuga del día, una escapada que de haberse producido hace unos pocos años habría sido la señal para engordar el palmarés del corredor murciano.

Pasó la etapa del Mortirolo -debería estar prohibido subirlo por la vertiente suave de este año- y del Valico de Santa María que sepultó a Miguel Induráin hace 28 años. Pasó y dejó la clasificación general sin un candidato claro entre los únicos cuatro ciclistas que pueden ganar el Giro 2022: Richard Carapaz, Jai Hindley (segundo, a tres segundos), Joâo Almeida (tercero, a 44 segundos) y Mikel Landa (cuarto, a 59 segundos). Detrás de ellos solo ruedan los tiempos pretéritos, en las personas de Vincenzo Nibali Domenico Pozzovivo, y el esforzado de Pello Bilbao que a partir de ahora deberá entregarse en cuerpo, alma y bicicleta a favor de Landa.

Mortirolo Valico de Santa Cristina eran una llamada a favor del 'landismo', en una etapa parecida a la que el ciclista alavés se dio a conocer en el Giro de 2015, en la victoria de Alberto Contador. Era el día para que Valverde, liberado de la presión de la clasificación general, se lanzase hacia la victoria y se colase en la fuga del día donde también estaba el ciclista checo Jan Hirt, que se llevó el triunfo. Pero 'El Bala' sucumbió en el Valico de Santa Cristina, porque allí solo caen los más grandes, en aquellos tiempos pasados que siempre eran mejores, Induráin, y este martes, Valverde, entre una generación que se va y otra que llega, aunque esté ausente del Giro. Porque en el Valico que atormentó a Induráin en 1994, Valverde perdió el tren de la fuga, aunque así y todo entró con los favoritos para taparle el hueco a Landa en el esprint final -fueron compañeros y son amigos- y evitar que el ciclista vasco perdiera algún segundo y diera otro disgusto al 'landismo', la religión ciclista que lo acompaña, que sigue creyendo en él, una especie de fe entregada a Landa, para lo bueno y para lo malo, y que se mueve bajo la consideración de que sigue teniendo un Giro en sus piernas.

El ataque del día

Y en sus piernas estuvo el único ataque del día, cuando quedaban cinco kilómetros para coronar Santa Cristina, cuando el Bahrein su equipo había marcado una marcha asfixiante y después -otro golpe al 'landismo'- de que Landa y Bilbao se enganchasen en la subida. Bilbao se cayó y Landa tuvo que poner pie a tierra. 

Poco después llegó su ataque. Solo Carapaz y Hindley lo aguantaron. ¿Y Almeida? Menudo peligro tiene el ciclista portugués. No es un buen escalador, pero sube las montañas al estilo, ya que se va recordando al pasado, de Abraham Olano, queda tocado pero nunca hundido. Jamás pierde la referencia visual de sus enemigos y si solo cede mínimos segundos en los Dolomitas, supuestamente demasiado largos y arrogantes para sus piernas, puede poner el Giro patas arriba en la contrarreloj final, pues de los cuatro es el único que rueda como un maestro en esta especialidad donde CarapazHindley y Landa, si no lo distancian, tendrán que rezar para exhibir la última 'maglia rosa 'en el podio de Verona.

El Mortirolo y el Valico ya son historia aunque sirvieran para disfrutar, igual por última vez, de una fuga de Valverde y para mantener la ilusión viva con un Landa que ataca. "Me ha faltado un poquito pero estoy contento por las buenas sensaciones. Queda Giro", resumió el corredor en Eurosport a preguntas de AlbertoContador