Instituciones penitenciarias

Mucho más que fútbol

Vero Boquete visita el centro penitenciario de Teixeiro, donde una de las internas, Ambra, juega federada en el equipo de la prisión

Génesis, Vero Boquete y Ambra, ayer, en el salón de actos del centro penitenciario.

Génesis, Vero Boquete y Ambra, ayer, en el salón de actos del centro penitenciario. / Casteleiro

Gemma Malvido

Vero Boquete y su hermano tenían un balón, se lo regalaron con la condición de que, si no jugaba ella, él tampoco podría hacerlo. Si ella no estaba en ningún equipo, pues el balón se guardaba y a otra cosa y así aprendieron que, en el patio, en el parque o en el campo, quien tiene el balón puede cambiar las cosas. Así lo recordó ayer la futbolista de la Fiorentina (Italia) a preguntas de Génesis y Ambra, dos internas del centro penitenciario de Teixeiro, y ante la atenta mirada de aproximadamente doscientos compañeros que rompieron su rutina con una excursión que empezó en los orígenes de Vero Boquete jugando en el Aguiño, que pasó por China, Estados Unidos y Alemania, y acabó hablando de sueños de futuro.

En su primer día de vacaciones de Navidad y, tan solo unas horas después de haber comentado para Radio Nacional la final del Mundial —una narración que hizo compañía a muchos de los internos que, ayer, se sentaron en el salón de actos— visitó Teixeiro y habló de cómo se sobrepuso a quienes le decían que estudiase que el fútbol no le iba “a dar para vivir”, de cómo es irse de casa, de mantener la mentalidad competitiva cuando vienen mal dadas y cuando una decisión que nada tiene que ver con el rendimiento deportivo cercena las oportunidades de las deportistas de disputar Mundiales y Eurocopas, también de luchar por un sueño, de no darse por vencida, de perseverar y esforzarse para salir adelante y de saber que ella ganó mucho, pero perdió más.

A muchos de los que ayer se sentaron a escucharla y a verla dar unos toques con el balón algunas de sus experiencias le suenan y resuenan, sobre todo a Ambra, una interna que se encuentra actualmente en prisión preventiva a la espera de juicio y que, de pequeña, tenía que jugar al fútbol “a escondidas de sus padres”, hasta que consiguió permiso para hacerlo los fines de semana y, con el tiempo, y con esfuerzo, llegó a profesional. La cosa se torció y acabó en Teixeiro, donde, desde hace unas semanas es una más del equipo de la cárcel, que compite en la primera autonómica de A Coruña, con su ficha federativa, la única para una mujer. Fue el director del centro, José Ángel Vázquez, el que escribió una carta a la Federación Galega de Fútbol para que hiciese una excepción y dejase a la joven integrarse en el combinado de fútbol sala. Finalmente, la federación cedió y ahora, Ambra dice que tiene más aficionados en prisión que fuera. “No es que no quiera estar aquí, pero quiero salir, volver a jugar. Lo que me pasó a mí fue una desgracia y ojalá se solucione rápido, y que gane el fútbol”, decía ayer Ambra, que confesó en el escenario del salón de actos que todo el español que habla lo aprendió “viendo telenovelas”. Para lo que le faltan las palabras es para describir cómo es enfrentarse a una jugada decisiva en el campo.

“Es algo que se siente por todo el cuerpo. Te parece que ya estás ganando el mundo”, comenta y apela a ese sentimiento para enfrentarse a los días que le quedan aún privada de libertad. “A mí el fútbol me ha ayudado mucho, pensé que iba a ser más difícil para mí, pero ahora tengo la posibilidad de poder entrenar con los chicos. Cuando tengo la pelota en las piernas me olvido de todo. Pienso muchísimo en el fútbol y aunque los días se hacen largos, entre el entrenamiento y los compañeros que me apoyan, lo llevo mejor”, se sincera Ambra, que quiere seguir jugando al fútbol para no perder el hilo conductor de su vida antes, durante y después de Teixeiro.

Sobre el futuro también habló Vero Boquete, a la que, después de haber pasado por catorce clubs de ocho países, le gustaría retirarse “en casa”, y, por ahora, admite, eso solo podría hacerlo en el Dépor, pero sus sueños no acaban ahí, quiere ser entrenadora de fútbol masculino y, si puede ser, “no la primera”, porque eso significará que otras han ido delante abriendo camino y “rompiendo techos”.

Cuando Vero Boquete llegó ayer al centro penitenciario, varios internos tenían ya sus petates hechos, había familiares en la puerta y caras de alegría por hacer el camino inverso al que habían realizado tiempo atrás. Todos ellos dejaban la prisión para instalarse en el Centro de Inserción Social. Ella, como ellos, también se fue con las manos llenas, primero, con la certeza de que, gracias a ella, en prisión “los compañeros ya no cambian de canal cuando ponen fútbol femenino en la televisión”, porque Génesis, la interna encargada de hacerle la entrevista, se lo aseguró; segundo, con un retrato hecho a bolígrafo por uno de los presos; con piezas de artesanía que realizaron en los talleres y con el consejo regalado de que “siempre se puede salir adelante”. Ella lo sabe y en Teixeiro también.