Euroliga
El Mónaco da la campanada y se cuela en la final
Con una buena defensa, el conjunto del principado eliminó a Olympiacos y disputará por primera vez en su historia el partido por el título de la Euroliga

Acción del encuentro entre Olympiacos y Monaco. / EFE
EFE
El Mónaco disputará ante el Fenerbahce la primera final de su historia en la Euroliga tras dar la sorpresa en Abu Dabi y eliminar al campeón de la fase regular, el Olympiacos, que ofreció la peor versión posible opacado por la buena defensa del rival y la escasa aportación de su estrella, el internacional búlgaro Sasha Vezenkov.
Los dos conjuntos encargados de dejar a la Final a Cuatro sin españoles por primera vez en veintiún años, los griegos tras eliminar al Real Madrid y los monegascos al hacer lo propio con el Barça, afrontaban la cita en circunstancias diferentes: con el cartel de favoritos los primeros, deseosos de alzarse con el trofeo más preciado en el año de su centenario, y sin nada que perder los segundos.
Y esa diferencia de presión se notó a lo largo de toda la velada, pues el Olympiacos estuvo menos fluido que de costumbre ante la pegajosa defensa de un Mónaco muy físico, que sabía que sus opciones de dar la sorpresa pasaban en gran parte por lo que pudiera hacer a la hora de evitar encajar puntos.
Controlado ese aspecto, su otra necesidad era lograr que brillase su gran estrella, Mike James. Y lo consiguió, pues el estadounidense no rehuyó su responsabilidad y se echó al equipo a la espalda hasta el descanso, entrando en los vestuarios con 13 puntos en su haber y 23 dígitos de valoración.
Su gran actuación individual en ese tramo contrastó con la del referente del rival, Vezenkov. Incómodo de principio a fin, en ningún momento encontró las buenas sensaciones. Esa circunstancia obligó a que otros compañeros contrarrestaran su poca aportación. Nigel Williams-Goss con su trabajo incansable, el desequilibrante Evan Fournier y el siempre cumplidor Nikola Milutinov fueron quienes mantuvieron a los suyos a flote hasta el ecuador del duelo (32-35, m.20).
Pese a la igualdad a esas alturas, la sensación era que al Olympiacos le faltaba la confianza que le sobraba al Mónaco. Y eso se hizo patente en el retorno al parqué, cuando tras un intercambio inicial de golpes los de Vassilis Spanoulis firmaron un parcial de 4-15 que les impulsó hacia un contexto inesperado antes de empezar la cita (42-55, m.28).
Un momento muy delicado para los campeones de la fase regular que requería de un líder. Y huérfanos de Vezenkov, la 'patata caliente' le tocó a Evan Fournier. Nueve de los siguientes once puntos del equipo llevaron su firma, deshaciendo el eficiente entramado defensivo del oponente y diluyendo poco a poco su renta favorable hasta dejarla en una distancia 'asequible' a la media hora (51-57, m.30).
Bajada de brazos
El alivio duró poco, lo que tardó Mam Jaiteh en irrumpir en el último cuarto con cinco puntos sin respuesta justo antes de retirarse algunos minutos tras un golpe en la muñeca posterior a choque con Vezenkov, al que se esperaba con los brazos abiertos pero que seguía sin estar en el día que más se le necesitaba.
Su rictus de frustración, con la mirada perdida, era el mejor reflejo del estado anímico del colectivo de rojo, que no lograba estabilizar su desventaja por debajo de la barrera psicológica de los diez puntos y concedía canastas sencillas que daban alas a un bando monegasco cada vez más crecido (58-70, m.36).
Sólo Fournier parecía estar metido en el partido, y aunque su talento es muchas veces suficiente para decsequilibrar la balanza la depresión colectiva era ya evidente. Sin espíritu ni recursos, acabó claudicando el Olympiacos, víctima de la maldición que dice que el líder de la fase regular nunca se proclama a la postre campeón con el actual formato. El duelo por el título que todos esperaban entre los de Giorgios Bartzokas y el Panathinaikos finalmente se verá, pero en la lucha por el tercer y cuarto puesto.
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