En la tercera jornada del llamado "Farnborough Air Show", una de las grandes citas de la industria de la aviación, los dos "titanes" de la aeronáutica volvieron a medir su fuerzas y, a diferencia del martes, Boeing cosechó más pedidos que Airbus, si bien el consorcio europeo logró unas ventas más acaudaladas que su adversario.

El fabricante estadounidense anunció la venta de cincuenta aviones por más de 3.500 millones de dólares (2.218 millones de euros).

Esos pedidos se repartieron entre la aerolínea Malysian Airlines, que encargó 35 aviones 737-800 (alcance corto y medio), y la firma de "leasing" de aeronaves Aviation Capital Group (ACG), que adquirió 15 unidades del modelo 737-700 (alcance corto y medio).

Desde China, la línea área Air China informó de un plan para comprar 45 aparatos de Boeing valorados en 6.300 millones de dólares (más de 3.990 millones de euros), si bien la compañía norteamericana rehusó confirmar en la feria si se trata de un pedido en firme.

Airbus, por su parte, firmó hoy un contrato para vender treinta aviones A350 XWB (largo alcance) a la aerolínea surcoreana Asiana Airines por 7.170 millones de dólares (4.543,5 millones de euros).

Una día más, el certamen se caracterizó por el silencio de las aerolíneas europeas y norteamericanas, que tienen las manos atadas para gastar dinero en nuevos aviones debido al encarecimiento del petróleo y el enfriamiento de las economías occidentales.

En cambio, las aerolíneas del Golfo Pérsico y Asia, así como las empresas de alquiler de aeronaves, están dominado la presente edición de la Feria de Farnborough.

El presidente de Airbus, Tom Enders, afirmó que esas suertes tan distintas generan en el certamen sentimientos "contradictorios".

"Por un lado, claramente tenemos una crisis, especialmente en algunas regiones. Por otro, hay aerolíneas fuertes en alza que están invirtiendo en aviones nuevos", explicó Enders.

Pese a la rivalidad entre Airbus y Boeing, los dos gigantes hicieron frente común y apostaron por una futura aviación más ecológica, en respuesta a la presión social para recortar la polución aérea y contribuir a luchar contra el cambio climático.

De hecho, el propio Enders y el director ejecutivo de aviones comerciales de Boeing, Scott Carson, escenificaron un medio abrazo en un debate sobre medioambiente, como símbolo de su compromiso compartido con una industria menos nociva para la naturaleza.

Carson no dudó en subrayar que el problema es "un asunto de vital importancia" para el sector, que produce el dos por ciento de las dañinas emisiones de dióxido de carbono humanas a la atmósfera.

Dado también el perjudicial efecto del elevado coste del combustible en las aerolíneas, los dos fabricantes aeronáuticos quieren construir aviones que consuman menos carburante y, por consiguiente, emitan menos contaminación.

En un acto de Airbus, Enders declaró que esa compañía intenta hacer "aviones cada vez más amables con el medio ambiente", mientras investiga fórmulas para reciclar viejas aeronaves y experimenta con nuevos combustibles menos contaminantes.

A pesar de las buenas intenciones, la realidad es que los programas de desarrollo de dos de la aeronaves más "verdes" de ambos gigantes, el enorme A380 (conocido popularmente como "Superjumbo") y el Boeing 787, se han visto obstaculizados por notables retrasos.

El "Farnborough Air Show", un certamen bianual que este año celebra su cuadragésimo sexta edición y su sexagésimo aniversario, comenzó este lunes marcado por la tradicional competencia entre Airbus y Boeing, así como por la escalada del petróleo.

La feria, que se celebra a unos cincuenta kilómetros al sur de Londres, acoge hasta el 20 de julio unos 1.500 expositores representativos de unos 35 países.