La cumbre celebrada por los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) se cerró hoy en Bruselas sin grandes decisiones y se limitó a dar tibios pasos para luchar contra el paro, que afecta ya a cerca de 27 millones de personas, 6 millones de ellos menores de 25 años.

"Se han tomado decisiones que van a marcar la diferencia para nuestra economía y las perspectivas de empleo para nuestros ciudadanos, especialmente para los jóvenes", aseguró el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso.

Sin embargo, en términos efectivos, los líderes apenas pusieron sobre la mesa nuevas medidas. Los Veintisiete se limitaron a confirmar que los 6.000 millones de euros ya pactados para la lucha contra el paro juvenil entre 2014 y 2020 se concentrarán en los próximos dos años y podrán ser complementados con fondos adicionales a partir de entonces.

Según las estimaciones del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, la cantidad total para los siete años podría ascender a unos 8.000 millones de euros, pero eso dependerá de los fondos que queden sin gastar en otros capítulos del presupuesto comunitario y que se puedan desviar a esta prioridad.

El primer ministro luxemburgués y expresidente del Eurogrupo, Jean-Claude Junker, ya avisó el jueves de que la suma acordada por los Veintisiete "no es una cifra absolutamente impresionante", y numerosos líderes insistieron en que la verdadera responsabilidad contra el paro está en el ámbito nacional y no en el europeo.

Hoy, la canciller de Alemania, Angela Merkel, dejó claro a los jóvenes parados españoles y de otros socios con altas tasas de desempleo que la UE no va a poder ofrecerles en poco tiempo un puesto de trabajo y que la garantía juvenil pactada por la Unión es difícil de poner en práctica.

Esa medida, asumida por los Veintisiete en los últimos meses, establece que todos los europeos de hasta 25 años deben tener acceso a un trabajo, formación o prácticas en un plazo máximo de cuatro meses tras terminar sus estudios o quedar desempleados.

"Es un objetivo, es lo que perseguimos, pero deberíamos ser honestos y no despertar falsas expectativas porque de otro modo solo habría decepción como resultado", subrayó Merkel.

La cumbre no abordó la idea planteada este mes por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, para que las ayudas nacionales al empleo joven no computen como déficit público.

El otro gran pilar del plan europeo para impulsar la contratación de jóvenes pasa por facilitar el crédito a las pequeñas y medianas empresas, para que puedan crecer y ampliar sus plantillas.

Los líderes europeos analizaron en la cumbre tres opciones planteadas por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para desarrollar instrumentos de riesgo compartido con los que liberar hasta 100.000 millones de euros en préstamos para las empresas.

Sin embargo, los Gobiernos no se han decantado aún por ninguna opción, algo que prevén hacer en el otoño.

Sobre toda la cumbre planeó un clima de tranquilidad, gracias en gran parte a la situación económica "mucho mejor que la de hace un año" a la que aludió hoy Barroso y a los importantes acuerdos cerrados horas antes sobre las reglas para futuros rescates bancarios y sobre el presupuesto comunitario para el periodo 2014-2020.

Las cuentas para los próximos años plantearon la única discusión inesperada, con un pequeño choque entre Francia y el Reino Unido por el "cheque británico", que no tuvo mayores consecuencias y quedó abortado en la primera jornada de la cumbre.

Los líderes repasaron este viernes los progresos hacia la unión bancaria, un capítulo en el que continúan las diferencias entre Francia y Alemania de cara a la creación de una autoridad única para la liquidación de los bancos europeos con dificultades, que debería estar lista el año próximo.

El otro gran asunto de la jornada fue el de la política de ampliación, con la decisión de abrir negociaciones de adhesión con Serbia como muy tarde en enero del próximo año y con la confirmación de que al mismo tiempo se discutirá un acuerdo de asociación con Kosovo.

Esa segunda decisión, tomada en un procedimiento por escrito, contó con la abstención de España, uno de los cinco Estados miembros que siguen sin reconocer la independencia de la exprovincia serbia.

Además, los veintisiete jefes de Estado y de Gobierno dieron la bienvenida al nuevo socio del club, Croacia, que será miembro de pleno derecho a partir de la medianoche del domingo.