Los líderes económicos globales dejaron hoy Washington sin que las dudas sobre la incertidumbre fiscal en EEUU hayan sido disipadas, pese a los llamamientos insistentes en la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, y con una advertencia a los emergentes para que se preparen para tiempos menos favorables.

"Estados Unidos necesita tomar acciones urgentes para encarar las incertidumbres fiscales a corto plazo", subrayó Christine Lagarde, directora gerente el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la rueda de prensa tras la conclusión del encuentro del Comité Financiero del FMI, que se cerró ayer en la capital estadounidense.

No obstante, y al mismo tiempo, los congresistas republicanos y demócratas en Washington continuaban una nueva ronda de negociaciones sin éxito para acordar una elevación del tope de deuda federal en EE. UU. de 16,7 billones de dólares antes de la fecha límite del próximo jueves 17 de octubre, y evitar así la suspensión de pagos.

Durante la semana de reunión, los ministros de Finanzas y banqueros centrales de los 188 países miembros del FMI pudieron comprobar en primera persona los problemas que encara la primera potencia económica global que, por si fuera poco, también vive un cierre parcial de la Administración federal fruto de los desencuentros sobre política fiscal.

Asombrado por esta situación se mostró el ministro colombiano de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien afirmó en una entrevista con Efe que "todo parece muy desordenado aquí en Washington" y recalcó que "es cierto que hay mucha volatilidad en los mercados financieros" después de participar en varias reuniones ministeriales.

También el G20, que agrupa a las veinte primeras economías mundiales, advirtió de la "urgencia" de un acuerdo fiscal en EE. UU. al concluir su habitual cumbre y redobló la presión sobre Washington.

De este modo, la asamblea anual del Fondo desvió el foco de atención desde Europa, cuya crisis económica había concentrado las preocupaciones globales en sus últimos encuentros, hacia al otro lado del Atlántico.

Así lo comentó Jacob Kirkegaard, investigador principal del Peterson Institute for International Economics, al subrayar que "Estados Unidos se ha visto culpado por poner en riesgo la recuperación global, justo igual que la zona euro en los años recientes".

El otro aspecto fundamental de los encuentros ha sido la preocupación expresada en el seno de la institución financiera internacional por los efectos de la posible retirada por parte de la Reserva Federal de EE. UU. del multimillonario programa de compra de bonos antes de finales de año.

La reciente volatilidad puede generar "desafíos" en algunos países emergentes, reconoció Lagarde, quien instó a que recurran a la flexibilidad de los tipos de cambio y medidas macroprudenciales.

En este sentido, el presidente del banco central de Brasil, Alexandre Tombini, defendió la renovada resistencia de los emergentes y replicó que no se debe "olvidar que están en una posición mucho más fuerte ahora", al citar los mejores fundamentos económicos, un tipo de cambio más flexible, y mayores reservas internacionales.

Por último, en esta nueva edición ha quedado patente que la reforma del sistema de cuotas, aprobado en 2010 y encaminado a una aumento de la representatividad de los emergentes, se ha estancado ante la falta de progresos, especialmente por EE. UU., cuyo Congreso aún no lo ha ratificado.

Lagarde reafirmó en la rueda de prensa final que esta reforma sigue siendo una de las más "altas prioridades" del organismo, aunque reconoció que no había habido avances.