Los precios de la gasolina han registrado un descenso del 0,2% durante la última semana, con lo que suman ya cinco semanas a la baja, mientras que los del gasóleo han experimentado un leve ascenso del 0,07%, tras cuatro semanas de caídas, según datos recogidos por Europa Press a partir del Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE).

En concreto, el litro de gasolina se sitúa en 1,407 euros, un 2,8% menos que hace un mes, cuando alcanzó los 1,453 euros, mientras que el litro de gasóleo, pese a romper una tendencia bajista, cuesta en la actualidad 1,360 euros, un 2,6% menos que hace un mes.

La gasolina apenas cuesta un 0,5% más que en enero, y su precio se sitúa además un 6% por debajo al marcado en la misma semana del año pasado, cuando se produjo un repunte asociado a la festividad del 12 de octubre.

Por su parte, el precio del gasóleo es un 0,1% inferior al de enero y un 3% inferior al registrado en la misma semana del año pasado. Este combustible cuesta ahora 4,7 céntimos por litro menos que la gasolina, cuando hace apenas un año esta diferencia se estrechó hasta los 1,2 céntimos.

En el escenario actual, llenar un vehículo de gasolina con un depósito medio de 55 litros de capacidad cuesta 77,3 euros, 50 céntimos menos que hace una semana, mientras que en el caso del gasóleo el precio se sitúa en 74,8 euros, 10 céntimos más que la pasada semana.

Esta evolución de precios de los carburantes se produce en un escenario de estancamiento en los precios del barril de crudo en sus cotizaciones de Londres y Nueva York.

En concreto, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, se cambia a 110 dólares, el mismo precio que hace una semana, mientras que el Texas 'sweet light' se ha abaratado en apenas un dólar, hasta 101 dólares.

Los carburantes siguen costando en España menos que en la media de la UE, donde el litro de gasolina asciende a 1,545 euros y a 1,577 euros en la zona euro. Por su parte, el precio del litro de gasóleo asciende a 1,439 euros de media en la UE de los 28, y a 1,424 euros en la zona euro.

El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos autonómicos y a los nuevos gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal.