España está obligada a emprender una transición hacia una economía de mercado transparente y competitiva, asegura Luis Garicano (Valladolid, 1967), el economista que explicó el alcance de la crisis a la Reina Isabel II de Inglaterra, trató de guiar la reforma laboral de Zapatero y aconseja a Rajoy meter a España en la senda del crecimiento en la que estaba en 2000 con una apuesta por la innovación y la creatividad. Catedrático de la London School of Economist, Garicano lamenta la cortedad de miras de los políticos, critica sin miramientos el modelo educativo español y propone para el conflicto catalán una salida similar a la de Quebec. Casado y con dos hijos, este gurú de la economía que trabaja en Londres y vive en Holanda, acaba de publicar El dilema de España (ediciones península), donde desgrana en 199 páginas los retos más inmediatos a los que se enfrenta este país.

España corre el riesgo de convertirse, en treinta años, en la Venezuela de Europa pero también tiene la oportunidad de llegar a ser la Dinamarca del Sur. ¡Casi nada!

El peligro está en la pérdida de confianza de los ciudadanos en el sistema. La mezcla del capitalismo de amigos con el mensaje populista de que nos roban los políticos puede llegar a ser muy peligroso.

¿Cuál es el paso fundamental que habría que dar para llegar a ser la Dinamarca del Sur?

Los pilares del crecimiento económico son el capital humano, la formación, y las instituciones. La alternativa pasa por mejorar las instituciones e invertir en formación. Si hacemos eso, no habrá ningún problema para que España se convierta en la Dinamarca del Sur.

La receta parece fácil, pero poco viable, al menos a corto plazo.

Tampoco parecía fácil implantar el carnet por puntos para evitar muertes en la carretera. Mi padre se mató en un accidente de coche cuando las vías eran una trampa mortal. De repente se instauró el carnet por puntos y ahora parece que casi todo el mundo conduce bien. España necesita dirigirse hacia una economía de mercado transparente y competitiva, hacia un modelo de desarrollo más humano, más libre y más eficiente y con unas instituciones renovadas.

¿Cuál es el modelo de institución que propone?

Instituciones que sean realmente independientes y que cumplan unas reglas del juego más neutrales y claras para que se cumplan.

¿Se trata también de adelgazar la administración pública?

Sí. En España hace falta menos, pero mejor Estado. Hay que suprimir las diputaciones y los ayuntamientos no pueden tener menos de 20.000 habitantes. Ese sería un paso para salir de la crisis.

Al menos Obama ya ha echado un capote al certificar que España vuelve al primer mundo.

La situación se está estabilizando. Hemos dejado de caer, no hay tanto riesgo de explosión, pero aún no tenemos una perspectiva de crecimiento económico sostenido a medio plazo.

¿Habla de un crecimiento para crear empleo?

Efectivamente. España no suele crear empleo si el crecimiento no está en un 1,7%. Nadie está pensando en que vayamos a crecer eso en el futuro próximo, así que vamos a seguir teniendo problemas para crear empleo.

¿En qué medida afecta la mala formación de los españoles en ese reto de crear empleo?

Afecta de una forma crucial. En la crisis se han destruido casi cuatro millones de empleos y la mayor parte de los que se han quedado sin trabajo son personas sin educación universitaria.

También hay muchos universitarios sin empleo o en subempleos.

Ése es otro problema relacionado con la escasa apuesta por el capital humano que tenemos ya formado, el modelo dual de mercado laboral y con que no se está creando empleo. Los principales protagonistas de la destrucción del empleo en España son esos que se pusieron a trabajar en la construcción y ahora no tienen la formación que requiere la economía del conocimiento.

Pues tiene mala solución.

Va a ser muy difícil que estos parados encuentren empleo, pero hay que intentarlo con políticas activas de formación, que ahora no existen. La formación de los parados tiene que ser obligatoria para tener derecho al subsidio.

¿Se ha vivido del cuento durante los últimos años en España?

Ha habido un crecimiento poco nutritivo, con una base poco sólida y poco productiva. Existía la creencia de que no hacía falta formarse porque se podía vivir muy bien del sector de la construcción y ahora ese sector no existe.

¿No cree usted, que es catedrático en la London School of Economics, que la principal revolución pendiente que tiene España es precisamente la de la Educación?

Esa es la clave de todo. Tenemos aún un modelo educativo propio de una sociedad industrial, donde se requiere que la gente memorice y obedezca. La economía del conocimiento no es memorizar ni obedecer. En España hace falta un modelo educativo creativo que enseñe a la gente a buscarse la vida.

Como se la buscó usted cuando salió de Valladolid.

Yo me fui con una beca a Brujas tras hacer una oposición para funcionario comunitario. Al año me di cuenta de que no era lo mío. Mi mujer, que es holandesa, y yo nos marchamos a Chicago y luego regresamos a Europa. Yo trabajo en Londres dos o tres días a la semana, pero vivimos en Holanda y una vez al mes vengo a España.

¡Menuda movilidad!

En España falta espíritu aventurero, de movilidad, la gente no se quiere cambiar ni de pueblo aunque le ofrezcan un trabajo. Aún pesa mucho la vida social y familiar a la hora de decidir cambiar de aires y le aseguro que airearse y cambiar de pueblo, ciudad o país es muy bueno.

Usted lo puede hacer porque habla perfectamente inglés.

También hablo francés y holandés. ¡Es increíble que en un país turístico como es España se tenga que contratar en hoteles y restaurantes a gente de fuera porque no sabemos inglés! No entiendo tanto esfuerzo en inmersión para el catalán o el euskera y tan poco para el inglés. Yo de joven me iba todos los veranos a estudiar a Irlanda. También di clases de español en Francia, antes de irme como opositor a Brujas.

Ya que reniega de su pasado como opositor, ¿considera que es un problema que nuestros gobernantes sean en gran parte opositores?

Sí. Casi toda la clase política de este país está formada por opositores. Es una casta no representativa de nuestra sociedad. Pero en cierta medida es normal.

¿Por qué?

Porque los altos cargos del Gobierno, empezando por el presidente, están muy mal pagados. Dan el salto del funcionariado a la política con la seguridad de que pueden volver siempre a sus anteriores puestos de trabajo. Los opositores son por lo general personas conservadoras y menos predispuestas al cambio.

¿Como los catedráticos que logran su plaza en la universidad?

Es todo lo mismo. España tiene que tender a cambiar este modelo y su mentalidad para que el mérito, el trabajo y la innovación sean el camino a la riqueza y al éxito social y personal. Que nadie se crea que tiene su puesto ganado por aprobar un examen sin después reciclarse.

¿Tan poco nivel en términos de estudios en el extranjero tienen los miembros de los gobiernos de Rajoy y Zapatero?

Es que reúnen ese perfil de funcionario. Con muy pocas excepciones son personas que han pasado su vida en el mismo sitio, poco dinámicas. Se salvan en el Gobierno de Rajoy Wert y De Guindos, pero en general son ejecutivos con poca visión internacional para un mundo tan globalizado.

¿Si los políticos estuviesen mejor pagados habría menos corrupción?

Sin lugar a dudas. Hay que ser muy íntegro para no poner una firma que te va a hacer rico mientras ganas 45.000 euros. La tentación de ser corrupto es más alta cuanto más bajos son los sueldos. Rajoy gana muy poco si se le compara con Obama, Merkel o Hollande.

¿Qué conclusiones ha sacado usted de su experiencia de explicar el alcance de la crisis económica a la Reina de Inglaterra y a Zapatero?

La Reina, tras explicarle la crisis, me hizo una de las mejores preguntas que me han hecho nunca.

¿Qué le preguntó?

Me dijo: «Si esto es tan grave, ¿cómo es posible que no nos diésemos cuenta antes para poner remedio?».

¿Por qué no nos dimos cuenta antes?

En España había mucha conciencia de que la burbuja inmobiliaria iba a estallar. De lo que no se daba cuenta nadie era de la verdadera fragilidad del sistema financiero, sistema muy fuerte, al que nadie quería decir que no. No se supo y no se quiso ver la gravedad de lo que se avecinaba.

Y con Zapatero abordó la reforma laboral.

Sí, el problema de la dualidad en el mercado laboral. Tenemos un modelo dual de mercado laboral: unos tienen trabajo asegurado a largo plazo, y otros no tienen nada, rotan sin parar de subempleo a paro y de paro a subempleo, sin posibilidad de salida. La idea de los sindicatos es que los hijos se conviertan en los padres laboralmente hablando. Empíricamente, esto es falso. El 40% de los jóvenes que entraron en el mercado de trabajo a los 20 años siguen, a los 40 años, con contratos temporales. Esto es económicamente demencial y socialmente injusto.

¿Qué propone usted?

Acabar con los contratos temporales y sustituirlos por el contrato único. Un contrato que empieza flexible, pero que va incrementando la protección con cada año en el que uno trabaja.

¿Cuándo explicará sus recetas para salir de la crisis a Rajoy?

Ya he estado con Rajoy en septiembre de 2012. A Rajoy le ha tocado un papeletón. Lo que le he dejado claro es que el objetivo no es volver al principio de la crisis, a 2008, se trata meter a España en la senda del crecimiento en la que estaba en 2000. La burbuja nos ha hecho mucho daño y hay que crear un crecimiento más nutritivo, sólido y de poco a poco. Hace falta más innovación, más creatividad y más participación en la economía global. Hay que apostar por no volver a crearse problemas.

Pues Rajoy tiene ahora además el problema catalán.

A mí me gusta mucho la solución dada a Quebec, que por su idioma, su cultura y sus instituciones, forma una nación dentro de Canadá. Ante la situación actual de crispación, lo más sensato es sentarse a hablar y encontrar una salida al conflicto.

Y después habrá que sentarse con gallegos y vascos.

El café para todos de García de Enterría nunca nos deja de perseguir. España debería de usar la demanda del pueblo catalán como una oportunidad para hacer de una vez por todas la reestructuración del Estado autonómico que ya no funciona. Las autonomías, con responsabilidad de gasto y no de ingreso, no funcionan. No es sólo una cuestión de que algunos los catalanes se sientan oprimidos.

¿Están los catalanes oprimidos?

No, y la mayoría no quiere la independencia. Por eso hay que contentar a ese centro que se siente agraviado. A ERC nunca la vas a contentar. El principal problema en este conflicto es el enquistamiento de las posiciones de cada bando, de CiU y del Gobierno de Madrid.