A la pyme le urge digitalizarse. Si antes de la pandemia esta afirmación ya tenía todo el sentido del mundo, ahora en muchos casos se trata literalmente de una cuestión de supervivencia. No estar presente online y no aprovechar las herramientas que la tecnología pone a su servicio es un lujo (o una carencia) que las pequeñas y medianas empresas no pueden permitirse. Sin embargo, según un reciente estudio de la consultora Vanadisun, el 80% de las pymes dicen «no poder o no saber» cómo digitalizarse.

Al cruzar este dato con otro que ofreció recientemente Carme Artigas, la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial - «menos de un 19% de las pequeñas y medianas empresas están utilizando el comercio electrónico» -, se puede entrever que la digitalización de las empresas de menor tamaño todavía está en ciernes. El panorama es más desolador si se ojea el documento con 21 iniciativas estratégicas de país para la recuperación y la transformación de la economía que ha elaborado la patronal CEOE: solo el 6% de las pymes tiene capacidad para vender online y el 32% ni siquiera tiene acceso a internet.

Para poner remedio a esta falta de capacidades digitales, el Gobierno prevé aprobar un plan dotado con 2.600 millones de euros. El programa se enmarcará en la Agenda España Digital 2025 y tiene por objetivo que un millón de pequeñas y medianas empresas se digitalicen entre el 2021 y el 2023. Los fondos europeos Next-Generation -de los que España recibirá 140.000 millones hasta el 2026- se presentan como la gran baza para la modernización del tejido empresarial. Faltará ver, eso sí, si esta lluvia de millones acaba mojando a las pymes.

Efecto Covid

Dejando a un lado las promesas de financiación pública, hay otros motivos para el optimismo. Si el covid-19 ha tenido alguna consecuencia positiva, esta ha sido su efecto catalizador sobre la transformación digital. Teletrabajo, clases virtuales, medicina a distancia, trámites online... son innovaciones que antes de la pandemia eran excepcionales y que ahora forman parte de la realidad cotidiana de gran parte de la población. En este sentido, la epidemia ha servido para que muchas pymes hagan de la necesidad virtud y aceleren su digitalización.

Durante los meses de confinamiento estricto, con todas las tiendas cerradas excepto las de alimentación y otros productos esenciales, vender por internet se convirtió en la única alternativa de los comercios para mantener una cierta actividad. Ante la dificultad y costes que supone desarrollar y gestionar un marketplace propio, muchas compañías apostaron por tirar de las grandes plataformas ecommerce para comercializar sus productos. El resultado fue que entre junio de 2019 y mayo de 2020 las pymes españolas vendieron 40 millones de productos a través de Amazon, lo que supone un crecimiento del 33% interanual.

Iniciativas de comercio electrónico

Más allá de los gigantes del comercio electrónico, han surgido o se han consolidado muchas otras iniciativas para digitalizar la faceta comercial de los pequeños y medianos negocios. «Entre abril y mayo el número de mercados de Barcelona con los que colaboramos pasó de 10 a 30 y los pedidos diarios, de 30 a casi 600», señala Eva Tomás, fundadora y directora general de Manzaning, una empresa emergente que permite a tiendas de proximidad y paradas de plazas municipales vender por internet. El caso de esta startup no es una excepción. En toda España han surgido iniciativas cuyo objetivo es facilitar el comercio online a las pymes. En Toledo se ha puesto en marcho Bolozon, una plataforma que se define como «el Amazon toledano»(jugando con el apelativo ‘bolo’ que reciben los ciudadanos de Toledo). Plátano de Canarias y Glovo han impulsado el servicio de delivery de fruterías locales de Valencia, Gijón y Zaragoza. En Barcelona, diversos ejes comerciales de los barrios están ultimando el lanzamiento de su propia tienda virtual. En la provincia de Alicante, los artesanos, que tradicionalmente vendían sus productos en ferias, han visto caer sus ingresos hasta un 90% por el covid. Por eso mismo, muchos de ellos han optado por mostrar sus habilidades y sus creaciones en el canal online. Son todos ellos algunos ejemplos de la voluntad creciente del pequeño comercio por digitalizarse.

Transformación improrrogable

Pero vender por internet es tan solo una pata -quizás la más vistosa- de la digitalización. El fenómeno, no obstante, va mucho más allá. «Menos el trabajo de los camareros, todos los demás procesos son digitales. Gestión de la facturación, control del stock , la logística, el tostado del café...», enumera Jordi Mestre, fundador y director general de Nomad Coffee. Todo esto puede hacerlo gracias a un CRM, es decir, un software de gestión de negocios, concretamente Holded. «A raíz del covid se ha acelerado el proceso de transformación y la demanda de plataformas como la nuestra ha aumentado mucho», indica Felipe Tunnell, responsable de finanzas de la firma de soluciones digitales para pymes Holded. «Cuando los tiempos se complican -prosigue el directivo- las empresas buscan ahorrar y reducir costes, por lo que crece el interés por digitalizar los procesos para hacer el negocio más eficiente».

Nomad es una empresa con menos de diez años de vida, un equipo fundador joven y que desde el primer momento ha identificado la digitalización -en procesos, comercial y de marca- como una palanca para crecer. Pero, ¿qué pasa con aquellas compañías que tienen un bagaje de varias décadas y cuyos responsables se sienten incómodos con las nuevas tecnologías? «En el sector inmobiliario queda muchísimo trabajo y pedagogía por hacer. Algunas agencias ya han dado el paso, pero muchas otras todavía se resisten al cambio», relata Raúl Segovia, consejero delegado de Inmovilla, una plataforma de gestión inmobiliaria.

Sin embargo, hasta en un sector algo anquilosado como el de la intermediación inmobiliaria, la pandemia ha supuesto un acicate para su transformación. Los tours virtuales se convirtieron en una herramienta indispensable durante el confinamiento y la tramitación de documentos para formalizar las operaciones pudo seguir llevándose a cabo gracias a las soluciones de firma electrónica. Ambas tendencias siguen en auge en el sector, y hasta un 72% de las agencias inmobiliarias afirman que han acelerado su digitalización como consecuencia del covid-19, según el Barómetro del Agente Inmobiliario 2020 elaborado por Advancing.

Otro estudio, en este caso de CeGe, elaborado a partir de 400 entrevistas a directores generales y comerciales de empresas españolas de todos los tamaños (también grandes), destaca que el 60% de las compañías han acelerado su digitalización con la pandemia, pero solo el 30% se atreve a afirmar que la ha culminado.

El miedo paralizador

Es una muestra de que, a pesar de los innegables progresos, todavía queda mucho camino por recorrer. En muchos casos el miedo es lo que paraliza los cambios en las empresas más modestas. Raul Segovia lo resume así: «Saben que deben dar el paso y digitalizarse, pero no se atreven. Es cierto que para algunas de ellas supone un riesgo importante -inversión, formación de personal, nuevos procesos...-, pero no se dan cuenta que es mucho más peligroso quedarse estancado y tener que cerrar porque el mercado avanza y tu compañía no». Pueden tomar nota las pymes de todos los sectores.