Sector financiero

"La banca tradicional ya no se pone de perfil, pero sus cambios son insuficientes"

Entrevista a Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank en España

Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank en España.

Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank en España.

Pablo Allendesalazar | Madrid

El término Triodos significa 'tres caminos' en griego antiguo y hoy da nombre al principal banco ético europeo. O según su director general en España, a la entidad que eligen quienes se preocupan por qué hace su banco con su dinero. El grupo financiero holandés, fundado en 1980 por cuatro seguidores de la antroposofía y del movimiento de renovación religiosa Fundación Comunidad Cristiana, gestiona un balance de más de 18.500 millones de euros en cinco países del continente, con más de 720.000 clientes y 1.500 empleados.

El ingeniero industrial Mikel García-Prieto (Vitoria, 1973) se incorporó al mismo desde su desembarco en el país en 2004 y es el máximo responsable de la sucursal desde el 2014.

¿Qué diferencia a la llamada banca ética de la tradicional?

Un banco convencional basa su actividad e inversiones en la rentabilidad y el riesgo. La banca ética incorpora una tercera variable. Miramos cuál es el impacto social y medioambiental que tiene una actividad y, si vemos que es positivo, analizamos su riesgo y rentabilidad y tomamos una decisión.

¿Un banco tradicional puede financiar, entonces, proyectos que no son éticos?

Efectivamente, cualquier cosa que cumpla el binomio rentabilidad-riesgo para ellos es aceptable, aunque sea una industria contaminante o una con condiciones laborales no dignas. Nosotros solo invertimos en agricultura ecológica, energía renovable, salud, cultura, educación...

Los bancos tradicionales cada vez hablan más de finanzas sostenibles e inclusivas. ¿Cambio real o lavado de cara?

La banca en general ha reconocido que tiene que contribuir a resolver los problemas del clima y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Hace unos años se ponía de perfil, delegando en los sectores productivos: 'Vosotros sois los que tenéis que cambiar, nosotros solo financiamos'. Pero hasta ahora es más una declaración de intenciones. Los cambios son escasos e insuficientes para cumplir con los compromisos que tenemos para 2030. Ya hemos perdido cinco años desde que firmamos esos objetivos sin que hayan adoptado pasos relevantes, como no financiar industrias contaminantes.

Ha argumentado que tener dinero es una "gran responsabilidad porque cada decisión económica individual tiene un impacto social". ¿Falta conciencia en la población?

Sí. Un ejemplo: vamos al supermercado y compramos un kilo de mandarinas a 90 céntimos y pensamos que es barato. Deberíamos preguntarnos si ese precio es suficiente para que el agricultor pueda desempeñar su actividad de forma digna, sin utilizar elementos que contaminen el suelo, y si esa mandarina es saludable. Mirar solo al precio puede ser bueno para el bolsillo a corto plazo, pero implicar un agricultor arruinado o un suelo contaminado en el futuro.

¿Lo achaca a falta de información o a falta de formación?

A las dos cosas. La transparencia en muchos productos y servicios no existe. Se han dado pasos en certificación de comercio justo o productos ecológicos. Pero hay otros casos en los que no hay información. No vas a hacer una tesis sobre cada cosa que compras en el supermercado, deberíamos tener un sistema de semáforos como el de la eficiencia energética de los electrodomésticos.

Pero también traemos de los últimos años una cultura del low cost como algo positivo y deberíamos pasar a una cultura del precio justo. Ahí nos falta muchas veces formación, porque no es fácil imaginarse toda la cadena de valor que hay detrás.

Hay clientes descontentos con el incremento de las comisiones del banco. ¿Un cliente de banca ética debe estar dispuesto a asumir un coste mayor?

Es una decisión individual sencilla: si quieres saber que tu dinero se invierte en línea con tus valores y estás dispuesto a pagar una comisión, o si no te importa no saber qué se hace con tu dinero a cambio de no pagarla. Al final la diferencia es un café al mes. Además, eso de la gratuidad es una trampa: producir algo tiene un coste y si yo no lo pago es que hay alguien que no cobra lo que necesita para hacer su trabajo.

La cuota de mercado de la banca ética todavía es pequeña pese a los problemas de reputación de la tradicional.

Nuestra financiación crece del orden del 15% al año, pero es cierto que la cultura sobre banca ética y finanzas sostenibles en España va con un poco de retraso respecto al norte de Europa. Lo importante es que no es una carrera con la banca tradicional. El objetivo es transformar las finanzas para alcanzar los objetivos de 2030 y hay un contagio que poco a poco va calando.

¿Esa menor cuota no se deberá a que los clientes temen dejar los bancos tradicionales o a que la banca ética es poco conocida?

En 2004, cuando empezamos en España, la banca ética no se conocía. Hoy gestionamos un balance de más de 2.000 millones y somos un banco más en el sistema. Pero sí es cierto que debería reconocerse mucho más la necesidad de una banca diferente. La agricultura ecológica o la electricidad verde han ido más rápido, pero ese fenómeno está llegando a las finanzas y nuestra expectativa es que se desarrolle cada vez más rápido.

Ha abogado por reiniciar y regenerar la economía, en vez de recuperarla de esta crisis.

Recuperar suena a volver a lo anterior, a un sistema económico que, incluso en el periodo en que las cosas iban bien, ha provocado crecimiento de la desigualdad y de la concentración de la riqueza en unos pocos. Era un sistema de trabajar para hacer dinero del dinero. Ahora se trata de pasar de la economía extractiva a la economía renovable o circular. También de una economía eficiente, que solo busca la optimización de costes, a una suficiente, que garantice que, cuando se necesite, un sector como el de la salud pueda atender a las personas. Un tercer elemento clave es pasar de una globalización financiera a otra orientada a crear una vida digna para todos.

¿Las medidas de reactivación, como el plan NextGenEU europeo, van en esa dirección?

Hay un paso de gigante, porque hay un compromiso y una proactividad en mirar a la economía de otra manera. Pero con muchas diferencias entre sectores. Lo verde avanza con fuerza, lo social va con un poco más de retraso. Sectores como el de la energía van con mucha fuerza hacia las renovables, aunque todavía muy orientadas a las grandes infraestructuras y no tanto a un amplio desarrollo del autoconsumo. En otros muy críticos en España como el de la agricultura se va con un ritmo más modesto en la transformación.

¿Su modelo de negocio es más resistente a crisis como la actual?

La rentabilidad en los últimos 10 años de los grandes bancos sistémicos y de los bancos éticos es muy similar. La de los primeros tiene subidas y bajadas acentuadas según el ciclo económico. La nuestra es mucho más estable y moderada, pero a medio plazo es similar por nuestra mayor vinculación a la economía real.

En cuanto a la morosidad, en los 15 años que llevamos en España ha sido de media la mitad de la registrada por la banca tradicional porque prestamos a sectores esenciales que se mantienen antes, durante y después de las crisis. No participar en negocios especulativos nos hace estar más lejos de las burbujas y ser más resilientes a las crisis.

La sucursal en España perdió 3,5 millones hasta junio.

El grupo ganó 6,7 millones. En España, las provisiones por la situación coyuntural y excepcional del Covid nos hizo tener resultados negativos. Hemos prestado más de 100 millones con aval del ICO y nuestra perspectiva es seguir creciendo y acompañando a nuestros clientes, que en general pertenecen a sectores que han seguido funcionando bien. Nuestra exposición a los más directamente afectados, como el cultural o el turismo, es moderada. También vamos a lanzar este primer semestre nuestra oferta de fondos de inversión, que ya son una referencia europea en criterios de impacto y están a años luz de los diseños al respecto que existen en España.

¿Le preocupan las fusiones o las ve como una oportunidad de ganar clientes?

Las veo con preocupación. Reducen la diversidad de instituciones, crean entidades demasiado grandes para caer, lo que acaba reduciendo la resiliencia del sistema, y probablemente reduzcan la competencia y la inclusión financiera. En el corto plazo pueden favorecer a esas instituciones e incluso a nosotros, porque nos vengan más clientes como ya nos pasó en la anterior crisis. Pero a medio plazo no va a favorecer a nadie.

Son socios de la patronal AEB. ¿Cuál es su relación con los bancos tradicionales?

La relación es buena y ha cambiado de cómo era antes. Cuando empezamos, éramos un banco de nicho, un pequeño banco para las personas más verdes o más sociales. A medida que hemos crecido, nos hemos convertido en un banco más del sistema financiero. Los nuevos retos sociales del clima y la inclusión social nos han convertido en una referencia de cómo podrían ser los bancos del futuro y en un 'partner' interesante para ellos para ver cómo hacer ese camino. Nuestro papel es ir abriendo ese camino, como hemos hecho al ser el primer banco en España que mide la huella de carbono de su cartera de inversión.

¿Alguno ha intentado ficharle para incorporar su experiencia en banca ética?

Estoy muy bien en Triodos. Con muchísimo trabajo y con muchísimas ganas de seguir dando pasos y de colaborar con el resto de bancos, pero estoy muy bien donde estoy.

El banco es propiedad de una fundación que emite unos títulos llamados Certificados de Depósitos de Acciones (CDA), que confieren a sus clientes-inversores derechos económicos pero no políticos. ¿Han entendido estos que se hayan suspendido las compraventas que les daban liquidez?

La solvencia del banco es muy buena, del 19,5% en junio, muy por encima de los requerimientos regulatorios y de la media del mercado. Al mismo tiempo, esta situación extraordinaria ha generado una gran incertidumbre en el sistema financiero y en la economía y ha modificado los patrones habituales de compraventa de CDAs. Hemos decidido suspender la comercialización temporalmente para tomar medidas que reequilibren esos patrones. El 18 de marzo, con la presentación de resultados, actualizaremos esa situación.

¿Cómo implementan sus valores en la gestión del banco?

Nuestra sede es un edificio 100% de economía circular y autosuficiente energéticamente. Nuestros alimentos y vehículos están en esa línea ecológica. Compensamos nuestra huella de carbono directa desde 2003 y hemos creado una herramienta, a disposición del resto de bancos, para medir y ayudar a reducir la huella de nuestra cartera de inversiones, que es el 99% de la total. Además, el ratio del salario mínimo y máximo está en uno a 10, cuando en el sistema financiero existen hasta de uno a 1.000, y no tenemos bonus. Tenemos un buen equilibrio de género en los distintos niveles de la organización y sin una brecha material salarial. Y ahora estamos trabajando en mejorar los aspectos de diversidad e inclusión.

En sus estatutos se recoge que el movimiento antroposófico representa un "principio clave para el trabajo de Triodos Bank". ¿Cómo influye en la actividad de la entidad?

Los fundadores del banco, allá por los años 60, se inspiraron en el pensamiento económico de Rudolf Steiner, que en ese momento estaba muy extendido por el norte y el centro de Europa, para pensar en la idea que finalmente surgió en 1980. La traslación de ese pensamiento económico se tradujo en el diseño de un banco con una misión tan sencilla como contribuir a un cambio positivo y sostenible de la sociedad desde el sistema financiero. Esto fue el origen hace 40 años y hoy compartimos ese propósito, esa mirada de una banca ética, con otros más de 50 bancos de todo el mundo y de todo tipo de origen en la Alianza Global de la Banca con Valores.