Tráfico de especies

Un negocio ilícito que quita vidas (humanas también)

La caza furtiva y el comercio de especies amenazan la salud del planeta y de los seres humanos. La desaparición de una especie animal o vegetal es un pilar menos en el que sustentar el equilibrio natural, una pieza insustituible en la cadena de la biodiversidad. Ambas actividades ilícitas mueven cada año miles de millones de euros, y se cobran también vidas humanas

Los reporteros David Beriain y Roberto Fraile, especializados en conflictos armados, estaban  realizando un documental sobre la caza furtiva en la región cuando fueron asesinados.

Los reporteros David Beriain y Roberto Fraile, especializados en conflictos armados, estaban realizando un documental sobre la caza furtiva en la región cuando fueron asesinados.

Carmen Lancho

En la actualidad, unas 5.200 especies animales se encuentran en peligro de extinción: el 34% de los peces, 25% de los anfibios y mamíferos, el 20% de los reptiles y el 11% de las aves están en una situación límite según datos ofrecidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN. A ello contribuyen tanto la caza furtiva como el comercio ilícito de animales vivos, que mueven cada año entre 10.000 y 20.000 millones de euros al año, cifras equiparables al tráfico de drogas o armas, pero mucho menos perseguido que estos. Los datos que aporta la Wildlife World Foundation, WWF, son tan tristes como preocupantes: alrededor de 100 tigres, 20.000 elefantes, más de 1.000 rinocerontes son asesinados cada año para traficar con sus huesos, su piel, sus colmillos o sus cuernos. A esta lista hay que añadir otras especies como gorilas, pequeños simios, tiburones, rayas o maderas preciosas, y se comercializan de forma ilegal 1,5 millones de aves vivas y 440.000 toneladas de plantas medicinales. El problema radica en que existe una demanda cada vez más fuerte y en alza.

El precio de la superstición

A algunas de estas especies se les atribuye propiedades casi mágicas, que nada tienen que ver con la realidad. La medicina tradicional hace que el mercado asiático, especialmente en China y Vietnam, activa una demanda que paga grandes cantidades de dinero, aunque su coste en realidad sea catastrófico. Así, por ejemplo, se cree que el cuerno de rinoceronte tiene propiedades afrodisíacas, además de curar enfermedades como el cáncer o mejorar la sintomatología de otras como el sida. Nada más lejos de la realidad, ya que el cuerno de este imponente y pacífico animal está compuesto de una sustancia parecida a la queratina. Algo que llega a alcanzar, entre 60.000 y 80.000 dólares por kilo en el mercado negro. Un crimen lucrativo. La crisis sanitaria del coronavirus dio un respiro a este magnífico animal en 2020, ya que la caza furtiva cayó un 53% en Sudáfrica debido a las restricciones de movilidad. Los furtivos pasaron de asesinar 316 ejemplares en 2019, a 166 en 2020. Una situación parecida sufre el pangolín que se hizo famoso al inicio de la pandemia del coronavirus. ¿El motivo? Era sospechoso de ser fuente del coronavirus por el consumo de sus escamas, sangre o carne, a las que se les atribuyen también numerosas propiedades curativas y afrodisíacas. Además, este curioso animal también es perseguido para mantenerlo como mascota.

Por todo ello, este pequeño mamífero soporta el 20 % del tráfico internacional de fauna salvaje, unos 100.000 ejemplares al año, lo que sitúa a sus ocho especies en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Junto a las tradiciones llenas de supersticiones, existe otra amenaza para los animales exóticos: los mercados húmedos. Estos espacios donde se venden animales vivos para el consumo humano, suponen un riesgo para la salud pública y fomentan la venta ilegal de fauna silvestre.

Los datos

Según la Wildlife World Foundation, alrededor de 100 tigres, 20.000 elefantes, más de 1.000 rinocerontes son asesinados cada año para traficar con sus huesos, su piel, sus comillos o sus cuernos

Una cuestión de salud

Este aumento del tráfico de especies pone en riesgo la vida humana, tal y como ya ha alertado Naciones Unidas, a través de su Informe Mundial sobre Delitos contra la Vida Silvestre. “Cuando los animales salvajes son sustraídos de su hábitat natural, masacrados y vendidos ilegalmente, aumenta el potencial de transmisión de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas causadas por patógenos que se propagan de los animales a los seres humanos”, indican desde el organismo internacional. Según el informe, las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes e incluyen el SARSCoV-2. Los productos que se ofrecen de las especies traficadas para el consumo humano por definición escapan todo control sanitario o higiénico; como tal, plantean riesgos aún mayores de enfermedades infecciosas. Los crímenes contra la vida silvestre son un problema global que afecta a todos los países por sus repercusiones en la diversidad biológica, la salud humana, la seguridad y el desarrollo socioeconómico. “Detener el tráfico de especies es un paso crucial, no sólo para proteger la diversidad biológica y el Estado de Derecho, sino para ayudar a prevenir futuras emergencias de salud pública”, señala la ONU.

España puerta de Europa

Tal y como destaca WWF, en su informe de 2018 “El negocio de la extinción en España”, la puerta de entrada a la Unión Europea es España por su situación estratégica (frontera con el norte de África) y comercial (vía de entrada de muchas mercancías a través de sus importantes puertos), y por sus históricas relaciones con el norte de África y Latinoamérica. Por el país pasan desde caballitos de mar hasta corales y flora silvestre, pasando por reptiles como la tortuga mora, aves falconiformes y mamíferos como primates. El país también sufre el furtivismo sobre especies protegidas, un delito difícil de perseguir. Aunque ya se ha logrado que la ley proteja la época de veda. Así, el pasado 3 de noviembre de 2020 el Pleno jurisdiccional de la Sala Penal del Tribunal Supremo concluía que cazar especies cinegéticas en este periodo de reproducción y subsistencia, ha dejado de ser una infracción administrativa para ser un delito, según publicaba FAADA.

El coste de la caza en vidas humanas

El pasado 27 de abril el Ministerio de Exteriores confirmaba el asesinato de dos periodistas españoles secuestrados en Burkina Faso. Los reporteros David Beriain y Roberto Fraile, especializados en conflictos armados, estaban realizando un documental sobre la caza furtiva en la región, junto a Rory Young, un conservacionista irlandés que, a través de su ONG, Chengeta Wildlife, quisieron mostrar la situación que viven los parques naturales de la zona y los trabajos para protegerlos. Sin embargo, fueron víctimas de una facción de Al Qaeda y no del furtivismo. Pero el caso de los reporteros españoles si tiene que ver con el hecho de que la caza furtiva es la responsable de la muerte de cerca de 1.000 guardaparques en los últimos 10 años, defendiendo la vida y la libertad de animales tan emblemáticos como necesarios como elefantes y rinocerontes, según informa WWF en su campaña contra el tráfico de Especies.