Cumbre bilateral

Barcelona será puerta de salida del 10% del hidrógeno que se consuma en Europa con el hidroducto proyectado

El consenso político ha dado vuelo al proyecto preliminar, pero todavía falta resolver incógnitas como la dirección de su flujo, la demanda y las fases intermedias

Emmanuel Macron y Pedro Sánchez.

Emmanuel Macron y Pedro Sánchez. / EFE

Sara Ledo

Barcelona será el punto de partida del primer corredor verde de Europa, según el acuerdo alcanzado por los presidentes Pedro Sánchez, Emmanuel Macron y António Costa en diciembre de 2022 para crear una interconexión de hidrógeno entre la Península Ibérica y Francia. El objetivo es que la tubería permita trasladar dos millones de toneladas anuales de hidrógeno al resto del continente con el objetivo de alimentar en 2030 el 10% de todo el consumo de hidrógeno de Europa, aunque todavía quedan dudas por resolver sobre el proceso y el diseño del conducto.

Las cifras

Denominado como BarMar será un tubo de 2.550 metros de profundidad355 kilómetros de largo y con un diámetro de 28 pulgadas que transportará solo hidrógeno a una presión de 210 bar. Se estima que costará unos 2.500 millones de euros, de los cuales la mitad vendrían de la Unión Europea, para lo cual el Gobierno lo ha presentado como un Proyecto de Interés Común (PCI, por sus siglas en inglés). Había tres posibles diseños de trazado encima de la mesa. El A era el más directo con 369 kilómetros de largo y una profundidad máxima de 985 metros, pero con cavidades y valles en su trayecto; mientras que el B y la C –que es la que finalmente ha resultado elegida— tienen una profundidad parecida –alrededor de 2.550 metros—pero la vencedora es más corta y con una pendiente más suave hacia arriba.

Además, este hidroducto Barcelona-Marsella se incluye dentro de un proyecto más amplio denominado H2Med que incluye otra infraestructura transfronteriza entre España (Zamora) y Portugal (Celorico da Beira), así como los inicios de una red interna para conectar los principales centros de producción del hidrógeno con demanda domestica y con el resto de Europa al conectar la conexión de Cartagena a Barcelona, de Barcelona a Gijón; un eje por el Cantábrico y otra conexión que una Gijón y Huelva.

Las fases

A finales del año pasado se consiguieron los principales hitos: el acuerdo político y el diseño preliminar del proyecto, acorde a lo que pide Europa para darle financiación –Von Der Leyen siempre ha dicho que Europa no financiaría nuevos tubos de gas--. Ese es el primer paso de un largo camino para que se inicie su construcción a finales de 2025 o principios de 2026 con una duración de unos 56 meses, según lo previsto por el Gobierno para empezar a funcionar en 2030. Para comenzar, si no consigue financiación europea no se pondrá en marcha, según las partes. Pero, además, faltan todavía los estudios técnicos y de impacto ambiental y las distintas consultas que podrían retrasar o frenar el proyecto. “No sabemos qué inconsistencias se pueden presentar en el camino porque no hay un conocimiento previo”, advierte la analista del sector energético de IEEFA, Ana Maria Jaller-Makarewicz.

Un ejemplo es lo ocurrido con el proyecto anterior, conocido como MidCat, del cual en 2014 se dijo que podría reemplazar el 10% del consumo de gas ruso en Europa. Nunca hubo consenso entre los países, como ahora, pero el estoque definitivo se lo dieron los reguladores español y francés – la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y la Comisión de Régulation de l’Energie (CRE)— al tumbar el proyecto en 2019 tras la evaluación presentada por los transportistas de ambos países, Enagás y Teréga, por la falta de demanda.

Las dudas

En este sentido, una de las grandes dudas que sobrevuela a este proyecto es si existe demanda suficiente para ese hidrógeno, dado que se trata de una tecnología todavía en desarrollo. “Se ha dicho que el hidroducto alimentaría a Alemania, pero falta el plan de Francia que continúe la infraestructura de Marsella al norte de Europa”, agrega Ana Maria Jaller-Makarewicz. Sin embargo, desde la patronal gasista, Sedigas, su presidente, Joan Batalla, subraya que este vez el foco podría ir más allá, en la seguridad de suministro. “El contexto y la coyuntura energética actual (marcada por la guerra de Ucrania y las necesidades de un gas que antes corría a chorro por los gasoductos) “han cambiado drásticamente la importancia de la seguridad energética”, explica.

Otra incógnita es el tipo de hidrógeno que correrá por esta autopista, dado que España quiere que sea producido con renovables Francia aboga por la nuclear, y si la dirección del flujo será desde la Península Ibérica hacia arriba o se incluirá la doble dirección. "Lo lógico es que España si es productor de hidrogeno verde no compre hidrógeno rosa francés, aunque de todo se puede ver. En lo que estamos todos (Europa) de acuerdo es en el hidrógeno verde, pero algunos países apuestan por el rosa porque tienen mucha nuclear, otros por el azul porque tienen grandes yacimientos de gas natural y tradición de secuestro de CO2, pero quizás después no lo pueden comercializar", explica el presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), Javier Brey. Otro melón por abrir es cómo se fabrica ese hidrógeno verde para lo que falta la regulación europea.