Energía

Francia abre otro frente en la UE que amenaza el futuro del H2Med

París amaga con hacer descarrilar el proyecto de hidroducto también en las negociaciones para la actualización de la Directiva de Energías Renovables, reclamando que el hidrógeno producido con nuclear compute como renovable

Francia abre otro frente en la UE que amenaza el futuro del H2Med.

Francia abre otro frente en la UE que amenaza el futuro del H2Med.

Mario Saavedra / David Page

La ofensiva diplomática de Francia para que se incluya el hidrógeno producido con nucleares dentro del mix de energías limpias de la Unión Europea es total. París considera prioritario que no se pongan trabas al hidrógeno generado con la electricidad de sus reactores, ahora o en el futuro, y presiona a la Comisión Europea y al resto de estados miembro para conseguirlo. Y está encontrando en la amenaza de hacer descarrilar el futuro corredor europeo de hidrógeno H2Med -fundamental para España como productor futuro de hidrógeno y para Alemania como destinatario de esa energía- un elemento para ejercer esa presión.

El Gobierno de Emmanuel Macron se ha apuntado de momento en esta disputa pequeñas victorias parciales aún por consolidar y ahora está abriendo otro frente mayor para conseguir la vitola de energía renovable para su hidrógeno producido con nucleares. La Comisión Europea propuso el mes pasado que al menos parte del hidrógeno que se produce utilizando energía procedente de centrales nucleares sea considerado con una etiqueta análoga al hidrógeno generado con energías renovables, apoyando así las tesis de Francia, la mayor potencia nuclear de la UE. Una posición que España, entre otros países, rechaza de plano.

La propuesta de Bruselas, que aún debe ser aceptada por los Veintisiete y por la Eurocámara, se articula a través de dos actos delegados, una fórmula de desarrollo legislativo que trata de introducir aclaraciones técnicas a la regulación comunitaria. El documento presentado por la Comisión y que ahora debe discutirse busca introducir precisiones normativas para facilitar el desarrollo del hidrógeno que sea producido por países con un mix de generación de electricidad con emisiones relativamente bajas, entre los que se incluiría Francia por el gran peso de sus nucleares en su sistema eléctrico.

Misma guerra, otra batalla

El siguiente objetivo diplomático de París es consolidar el reconocimiento de su hidrógeno nuclear como energía verde de manera perdurable, a través de la próxima revisión de la Directiva de Energías Renovables. El Gobierno galo está presionando para que su hidrógeno rosa (producido con energía nuclear) compute a todos los efectos en los objetivos de despliegue de renovables que marque la UE.

Y para ello París intenta que se reconozca el hidrógeno bajo en carbono en condiciones análogas al “hidrógeno verde” en la futura directiva conocida como RED III, la próxima actualización de Directiva de Energías Renovables (actualmente está vigente la RED II, aprobada en 2018) que se discute en estos momentos en Bruselas y entre los países miembros.

En este contexto de negociación de la directiva, Francia también ha amenazado con hacer descarrilar el proyecto del H2Med si no se atienden sus peticiones, según confirman a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, fuentes oficiales de un país europeo involucrado directamente en las negociaciones, que subrayan que se ha tratado de una amenaza explícita bajo la tesis de que para Francia deja de tener sentido la construcción de un gran corredor para transportar hidrógeno en Europa si no puede desarrollar su propio desarrollar su hidrógeno rosa en las mismas condiciones que los países productores de hidrógeno verde (el producido con electricidad de plantas de energías renovables).

París ya había condicionado su interés a avanzar en la construcción del H2Med si no se aprueban los actos delegados de la Comisión Europea sobre las etiquetas de los diferentes tipos de hidrógeno y también a la posibilidad de que el corredor no sirviera no sólo para llevar hidrógeno de España hacia Francia, sino también en sentido inverso. Y ahora amplía la presión a la negociación de los términos de la próxima directiva de renovables de la UE. Son diferentes batallas dentro de una misma guerra, según resume otra fuente oficial implicada en la negociación.

España, Francia y Portugal pactaron impulsar el primer gran corredor de hidrógeno de la Unión Europea y posteriormente han sumado a la iniciativa también a Alemania. Un proyecto faraónico, denominado H2Med y con inversiones previstas de casi 2.500 millones de euros, que pretende ser clave para apuntalar la revolución del hidrógeno renovable para ir sustituyendo el gas natural en sectores económicos que tienen difícil o imposible su electrificación. El Gobierno galo está convirtiendo el proyecto -clave para España para su aspiración de ser un hub internacional del hidrógeno- en una baza de presión alcanzar sus objetivos sobre el hidrógeno nuclear.

Inversiones verdes

Francia y otros ocho estados miembros (Rumanía, Bulgaria, Polonia, Eslovenia, Croacia, Eslovaquia, Hungría y República Checa) han hecho frente común para que la futura directiva permita que todos los hidrógenos bajos en carbono, producidos tanto por renovables como por nuclear, computen en los objetivos nacionales de renovables.

España, que presidirá el Consejo Europeo el segundo semestre del año, y Alemania se oponen a que se equiparen el hidrógeno renovable y el producido con energía nuclear. Ambos quieren que el foco se ponga en el hidrógeno producido por energías renovables como la solar o la eólica. Cada país puede producir hidrógeno con su propio mix eléctrico, pero sin que se igualen hidrógeno verde y otros tipos de hidrógeno que no lo son. Todo, con el objetivo de reducir las emisiones en un 55% en siete años y ser neutrales en carbono en 2050.

Tras todo este debate está el trasfondo de en qué energías se invierte y en qué condiciones, ahora y en el futuro. España y Alemania temen que si se convierte en permanente la decisión de etiquetar al hidrógeno nuclear como energía limpia, los inversores pongan su dinero en este tipo de producción, en lugar de apostar por singularmente por renovables como la eólica o la solar.

Pero Francia quiere que hidrógeno rosa e hidrógeno verde se sitúen en igualdad de condiciones para defender su industria nuclear de producción de electricidad, que es única en Europa, especialmente después de que el Gobierno de la excanciller Angela Merkel pusiera fecha al final de las centrales nucleares alemanas. Es, además, un asunto con derivadas políticas internas. En el país teutón, tensa al Ejecutivo de coalición: los verdes presionan para cerrar las nucleares lo antes posible, los liberales piden extender su uso y el canciller Olaf Scholz, socialdemócrata, ha tenido que optar por una solución salomónica que prolonga temporalmente el uso de las tres centrales existentes. 

El argumento de París es que la energía nuclear es baja en emisiones de carbono, y que ese es el objetivo final de lucha contra el cambio climático. “En la visión francesa, pensamos que todavía la energía nuclear tiene su papel para contribuir a una energía baja en carbono y relativamente barata”, ha dicho el embajador francés, Jean-Michel Casa, a este diario. “Ya tuvimos esta discusión con Alemania, y Alemania ya aceptó que había energía nuclear en Francia. Lo mismo con España. Cuando tengamos más interconexiones eléctricas y de gas, ¿se van a controlar en la frontera las moléculas si vienen de energía nuclear o de energía renovable?”, añade.

La Comisión Europea ha declinado responder a las preguntas de este diario sobre las presiones francesas en la nueva directiva RED III. Es una negociación en marcha y Bruselas no puede hacer valoraciones hasta que no termine, alegan. Recuerda, no obstante, que en la definición propuesta actualmente bajo la Directiva de Energías Renovables, la nuclear no está listada como energía renovable.

“La Comisión ha propuesto [con los dos actos delegados propuestos el mes pasado] una definición de hidrógeno bajo en carbono, que es el que no se deriva de las fuentes renovables y produce al menos un 70% menos de emisiones de gases de efecto invernadero que el gas natural en su ciclo de vida completo”, explican desde el Ejecutivo comunitario. “Bajo esa propuesta, se establecerá en un acto delegado el 31 de diciembre de 2024 el método para definir el ahorro en las emisiones de gases de efecto invernadero de combustibles bajos en carbono”