EN AUGE

Conectarse o perecer: pequeños comerciantes se unen a la revolución del comercio online

El aumento del comercio online impulsa a los pequeños comerciantes a convertirse en puntos de recogida o envío de paquetes para competir con las grandes empresas

Un repartidor depositando un paquete en los buzones habilitados en uno de los locales.

Un repartidor depositando un paquete en los buzones habilitados en uno de los locales. / EMILIO FRAILE

Jorge Peña

Si hace unos años alguien hubiera dicho que en el mismo sitio en el que los ciudadanos pueden recoger el paquete que ha pedido sentado en su sofá, o enviar a un desconocido ropa que ha vendido a través de una aplicación, en el mismo lugar en el que puede arreglar su ordenador, comprar "chucherías" o incluso realizar la compra semanal, nadie le hubiera creído.

Varios paquetes esperando ser recogidos en uno de los comercios.

Varios paquetes esperando ser recogidos en uno de los comercios. / EMILIO FRAILE

Pero es que el negocio del "e-commerce", coloquialmente conocido como comercio online, se encuentra en auge tanto en España como en el resto del mundo. Cada vez más personas piden por Internet cualquier tipo de cosa y los pequeños comerciantes ven cómo sus negocios se van apagando lentamente, algo que, para ciudades como Zamora, con una población envejecida, supondría un duro revés. Por ello, buscan soluciones constantes para atraer a la mayor cantidad de clientes posibles.

Una que ha ganado popularidad en los últimos años es la de convertirse en un punto de recogida o envío de paquetes para empresas de reparto como SEUR o UPS.

"Me ha servido para conocer a mucha gente y atraer un público que jamás hubiera entrado en mi tienda", afirmaba Lucía Hernández dueña de "Alimentación Lucía" en la calle San Vicente.

Juan Carlos de «IGS Informática» colocando varios envíos.

Juan Carlos de «IGS Informática» colocando varios envíos. / EMILIO FRAILE

Y es que los clientes acuden a depositar o recoger su paquete y una vez allí hacen gasto en la tienda de Lucía. "Al inicio se notó mucho la cantidad de gente nueva. Ahora tras un tiempo se ha estabilizado", reflexiona, algo muy positivo, ya que es una buena noticia haber podido mantener esa nueva clientela.

El proceso para convertirse en un punto de recogida o envío es muy sencillo, "buscas en la web de las diferentes empresas de reparto, te inscribes y ellos envían un perito que tras valorar el local decide si eres apto o no para el servicio", explica Juan Carlos González de "IGS Informática", situada en la Avenida de Galicia en el barrio San José Obrero. Aunque en otros casos es la propia empresa la que se pone en contacto con el negocio, como le ocurrió a Fernando Marban en su estanco en la calle de la Amargura.

Esto ha demostrado ser una estrategia efectiva para aumentar el tráfico de clientes en las tiendas físicas, "Vinted, una de las plataformas de moda, tiene gran culpa del gran tráfico de paquetes diario y hace que este servicio sea efectivo, todo ayuda", explica Iris Rivera gerente del "Kiosko Sabores", situado en la Calle de San Blas. Debido a que los consumidores que recogen sus paquetes en el comercio local también tienen la oportunidad de hacer compras adicionales en el propio establecimiento.

Además, el hecho de que las empresas de envío dejen sus paquetes en la tienda no solo significa un ingreso adicional, sino que también puede aumentar la fidelidad del cliente y mejorar la reputación del negocio. Muchos consumidores valoran la conveniencia de poder recoger sus paquetes en un lugar cercano a sus hogares o lugares de trabajo, en vez de mandarlos a casa y tener que ir a por ellos a las oficinas de la empresa de reparto en cuestión por no estar en casa en ese momento.

En general, esta alternativa está ganando popularidad. En Zamora, ya son muchos los que han optado por dar este servicio, que beneficia tanto a los comerciantes aportándoles algún ingreso extra como a los consumidores, los cuales llegan al establecimiento con la única intención de recoger su pedido y regresan a casa con una barra de pan y tres napolitanas de chocolate, que no tenían pensado comerse, pero el aroma del local les hizo cambiar de opinión.